La mayoría de las subculturas juveniles actuales, como buen producto del postmodernismo, se caracterizan más por un pensamiento débil y por ideologías flexibles a las situaciones de cambio. En esta juventud posmoderna se ha detectado una fuerte disminución por el interés hacia la política, que raya con la indiferencia. Los ideales utópicos de antaño ya no despiertan pasión en las mentes jóvenes, como así tampoco se halla un fervor nacionalista ni un compromiso con las religiones tradicionales, lo que se refleja en una menor participación social.
En una nota del diario La Nación al Lic. Marcelo Urresti, sociólogo especializado en temas de juventud, se le preguntaba acerca de las actuales tendencias políticas de los jóvenes. El experto respondió que la política resultaba cada vez menos importante para la construcción de la identidad de las personas y que los jóvenes de hoy “no saben qué es izquierda ni qué es derecha. No dudan de las categorías políticas, sino que no tienen la menor idea, no leen sobre esas cosas, no se informan, no les interesa”.113
Urresti también expresó que el lugar que en los 70 ocupaba una ideología política, desde los 80 y 90 lo ocupa la música y que sus diferencias se fundamentan en repertorios de índole musical o estético.
Por su parte, Mauricio Nájera, un psicólogo guatemalteco que lleva veintidós años trabajando como consejero educativo, coincide con la visión anterior y expresa que el término que mejor define a esta juventud apolítica es “pasotista”.
No son mejores ni peores, pero lo único que se ve es un cambio cualitativo respecto de la generación de los padres. Esta juventud es inconformista de una forma normativa, no sistémica. Es decir, se enfrentan al orden social pero no desafían al sistema, no proponen un nuevo modelo de sociedad como los jóvenes de los setenta”.
Al respecto, otra socióloga, la Lic. Silvia Chmiel, añade:
Este espacio vacante (el de la militancia) es llenado por un nuevo tipo de movilización, que funciona sobre la base de una lógica distinta y congruente con los tiempos actuales: los jóvenes no están paralizados, se preocupan por la ecología, la aceptación de los homo o bisexuales, la libre enseñanza, la abolición del servicio militar obligatorio. La movilización por este tipo de “metas acotadas” y claras con distinguible objetivo y final resulta más atractiva, no compromete a la totalidad del individuo, genera lazos más fáciles de romper, más laxos, una pelea que no abarca toda la vida.
Lo interesante es que este espacio vacío al que se refiere, es llenado en el nuevo “supermercado cultural” que tiene variedad de ofertas, según el perfil del actual joven consumidor.
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