Alan I. Leshner, antiguo director del National Institute on Drug Abuse (Instituto Nacional de Abuso de Drogas), dice que la esencia de la adicción es «la búsqueda y el uso incontrolable, compulsivo de drogas, aun frente a las consecuencias sociales y de salud negativas». Eso hace eco de una frase del pastor Don Finto: «Aquello que siempre deseas más y más es tu Dios».

Existe un elemento de idolatría en la adicción. Dados los efectos químicos de las drogas en el cerebro (aparentes en los síntomas sufridos por el toxicómano al carecer de la droga que solía tomar), existe también un fuerte elemento de deseo en la búsqueda de la droga. Los adictos están dispuestos a dejar a su padre, madre, hogar, y amigos por la droga. Mentirán, engañarán y robarán por la misma. Y rendirán sus cuerpos ante la droga en un completo acto de adoración.

Todo esto es más fácil de ver si apartamos las reacciones químicas por un momento y nos enfocamos en las conductas adictivas. Los adictos sexuales, los codependientes y los que sufren desórdenes alimenticios no tienen síntomas de la abstinencia. Pero ciertamente experimentan un poderoso sufrimiento emocional y espiritual que un alcohólico o un drogadicto podría reconocer. Obtener la atención de una persona dada tan a fondo a una sustancia o un hábito de conducta no es fácil.

La mayoría de adictos realmente no contempla abandonar sus drogas hasta que son confrontados con la alta probabilidad de que tendrán que abandonar todo lo demás —familia, trabajo, hogar, carro, amistades, dignidad personal… todo— con tal de seguir usándolas. O el darse cuenta de que ya lo hicieron. Al enfrentarse a esto, un adicto tiene que realmente pensar en retirarse.

Existe una historia en boca entre los círculos de adicción que dice que la recuperación promedio de un alcohólico (sea lo que sea que «promedio» signifique) toma cincuenta y cuatro llamadas de atención antes que finalmente admita que su vida está fuera de control y solamente un poder superior a él puede restaurarlo a la cordura. No podemos decir si este es un número real, o si solamente es una buena historia acerca de cuán difícil es para un adicto entender que las drogas no funcionan (porque aparentemente sí) y cuán valioso es no rendirse (sin codependencia por supuesto) con un usuario que pueda encontrarse en la llamada de atención número cincuenta y uno.

PLAN DE ACCIÓN: INTERVENCIONES

Todo lo que haces en respuesta a una crisis es una intervención. De lo que estamos hablando aquí, sin embargo, es de un proceso bien definido que llegó a ser conocido como intervenciones. Estas son diseñadas para romper la negación en las personas que luchan (o no luchan lo suficiente) con dependencias químicas y conductas adictivas. La negación es un parche elaborado de excusas, adaptaciones, racionalizaciones, y razones por las que todo está funcionando mejor de lo que aparenta ser y son las personas que están preocupadas las que tienen el problema. Hasta que un usuario esté al borde de su necesidad, no podrá ser motivado a buscar ayuda.

Una intervención es un tiempo estructurado en el cual las personas cercanas al usuario le presentan datos objetivos para subrayar la severidad de la conducta que los está afectando.

Solo para asegurarnos que estamos claros en esto: las intervenciones le dicen a la persona adicta cómo su conducta afecta no a ella sino a ellos. Esto puede enfurecer a un adicto, así que prepárate. Las intervenciones distraen el enfoque del ego del usuario hacia el impacto de su conducta sobre las personas que son importantes para ella. Las intervenciones deben incluir un mínimo de dos personas afectadas, y entre más es mejor, porque existe seguridad en los números. Pero no demasiados. Si el usuario siente que estás exagerando, podría responder con defensa necia (cosa que quizás haga de todas formas). O podría simplemente no franquearse, creyendo que se agotarán y la dejarán en paz si se comporta así.

Las intervenciones efectivas se basan en una historia no en un juicio; un facilitador dentro del grupo puede ser un árbitro para asegurarse que se mantengan en esa vía. Pero las intervenciones exitosas no son en ninguna manera tímidas para hablar a la vida del usuario con relatos personales específicos y detallados de lo que su conducta costó a cada persona en la habitación; ese es el punto. Las intervenciones no están acusando al usuario de ser egocéntrico; están demostrando por medio de historias cuán egocéntricamente se está comportando (posiblemente sin usar alguna vez la palabra egocéntrico).

Este es un camino difícil. Algunas veces la única cosa que mantiene una intervención de salirse de control es el verdadero amor y la esperanza, aunque desvanezca, que el usuario podría vivir en lugar de morir. La muerte prematura es el resultado eventual de la adicción. Revisa los años perdidos de vida potencial sobre abuso y adicción de sustanciase en el capítulo treinta y tres.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

Lee la continuación de este tema AQUÍ.

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