Algunos estudiantes hacen trampa porque están sobredesafiados; otros porque están subdesafiados, al menos inicialmente.

El estudiante sobredesafiado probablemente hace trampa para salvar su imagen o, paradójicamente, para complacer a sus padres que lo persuadieron de que las calificaciones son importantes, pero quizás no le dejaron saber que valoran aún más el aprendizaje. Así, cuando llega la presión, él podría hacer trampa para asegurar su posición en la clase y en su casa. Excepto, por supuesto, que no puede esperar sostener la ilusión de éxito académico indefinidamente. Cuando la decepción se desenreda, se encontrará atado de seguro.

El estudiante subdesafiado podría hacer trampa porque está aburrido o distraído. De hecho, podría ser no tanto subdesafiado como no comprometido en comparación a otras experiencias de aprendizaje que parecen encantarle. La probabilidad es que todo se derrumbará de igual manera como si estuviera perdiendo la materia por falta de capacidad.

Probablemente es un error asumir que cualquiera de ellos comenzó a hacer trampa porque eran perezosos (sin motivación). Tal vez, especialmente, el estudiante subdesafiado, y posiblemente desmotivado en el caso del sobredesafiado. Lo importante a notar es que hay más de una razón para hacer trampa, y la crisis eventual será de naturaleza diferente.

PLAN DE ACCIÓN: ABORDA LAS RAÍCES DE LAS CAUSAS

El joven sobredesafiado necesitará ayuda adicional seguramente en forma de tutoría o de un compañero de estudio capaz. Averigua si tiene problemas en más de una materia. De ser así, explora la posibilidad de problemas más profundos o más extensos. ¿Cómo está su vista? ¿Procesa la información efectivamente o lucha con problemas visuales o auditivos? Esto requerirá de evaluación profesional, ya que los jóvenes con procesos de discapacidades de toda la vida (dislexia, por ejemplo) probablemente no tengan el lenguaje para comparar lo que ven y oyen con la capacidad que la mayoría de los demás disfruta. El estudiante sobredesafiado posiblemente pueda necesitar también la seguridad de que las luchas que enfrenta no son una falla en su carácter, aun si sus intentos para arreglarlo fueran poco honrosos.

El estudiante subdesafiado presenta un panorama distinto. Rinde por debajo del nivel, puede necesitar ser rastreado y que se le siga la pista. Esto es, por supuesto, el tipo de asunto que debe ser abordado por parte del personal de la escuela. Pero eso no significa que no puedas lanzar la pregunta. Él también podría distraerse por problemas que no son aparentes a primera vista, aun para las personas que lo conocen. Averigua qué más está sucediendo: ¿está su familia atravesando cambios? ¿Está siendo molestado o intimidado en la escuela, en su trabajo, en su vecindario, en su casa, en su iglesia? ¿Tuvo alguna desilusión grande? ¿Está dolido por alguna pérdida significativa (significativa para él, no importa si el asunto parece significativo para otros)? ¿Se siente ansioso acerca de crecer en general o en salir de su casa particularmente? La mayoría de las veces las cosas como estas hacen sentido una vez que se colocan sobre la mesa.

Dos cosas más: primera, algunos jóvenes hacen trampa porque otros también lo hacen.

Jim Hancock: Un grupo de estudiantes inteligentes y de alto rendimiento una vez me contó que era realmente difícil obtener una calificación B mientras que otros estaban robando las A. Escuché casualmente a otros estudiantes admitir que hacían trampa en materias que nos les importaban. «No haría trampa en algo importante —decían ellos—, pero no voy a especializarme en geografía. Así que, ¿realmente importa?». Yo creo que importa mucho, pero no siempre están a mi favor.

Persuadir a un estudiante que su aprendizaje es más importante que las calificaciones podrían tomar mucho trabajo, y este trabajo puede tener tanto que ver con persuadir a los padres también.

Segunda, hacer trampa puede convertirse en un hábito. Para algunas personas existe una ansiedad para salirse con la suya al hacer trampa. Compáralo con la sensación que algunos tienen al robar prendas que podrían pagar, y tendrás una mejor idea. La solución a este tipo de emoción breve tiene mucho que ver con resolver problemas de compulsión y conducta adictiva.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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