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AMBIENTES SEGUROS.

Es nuestro trabajo ver que nadie sea lastimado por otro en nuestro grupo de manera física, emocional, intelectual, social o espiritual. Las comunidades saludables crean el tipo de seguridad que atrae a la gente una y otra vez, porque, realmente, ¿a dónde más podrían ir para obtener este tipo de amor y aceptación incondicional?

Crear un espacio seguro comienza cuando rompes el código de silencio. Este código gira alrededor de la pretensión de que todo está bien cuando todo, de hecho, no lo está. Algunos días son maravillosos. Algunos días son mejores que otros. El resto es horrible. Todos saben esto. Cuando la norma social en un grupo es fingir que nadie tiene fracasos recientes y nadie está enfrentando cosas que no pueden manejar, simplemente no puede ser esto un espacio seguro. Se requiere un espacio así para crear un grupo seguro, y eso es lo que se requiere para ayudar a las personas con problemas pequeños en lugar de congelar sus vidas hasta que todo se derrumba.

Nadie puede desear un grupo hacia la seguridad. La seguridad es engendrada poco a poco por medio de la narración de historias. Tu grupo es seguro cuando cualquier historia puede ser contada sin miedo de retaliación, y quizás aún más importante, con la esperanza de obtener ayuda si eso es lo que se requiere para un final feliz. Esto no significa que se debe ir por todo el salón y poner a todos en evidencia cada vez que se reúnen. Significa comunicar que la historia de cada uno es bienvenida. Esto incluye escuchar con compasión, sin emitir juicio, y mantener apropiadamente la confidencialidad.

Por mucho, los jóvenes saben cuándo las cosas están de cabeza, porque sufren todo: desde déficit de atención, pérdida de peso, hasta relaciones que se derrumban. Algunos jóvenes tratan de adormecer el dolor con más de lo que está causando el dolor, como los adictos al cigarrillo que tienen que salir para fumar porque sus pulmones los están matando. No toma mucho tiempo darse cuenta que eso no está funcionando. Lo que se requiere es un lugar seguro para apretar esa realidad y decidir qué hacer al respecto. El juicio de parte del grupo de jóvenes no hará que eso sea más rápido. Pero las preguntas honestas que invitan sí lo harán: «Esta conducta, ¿realmente funcionará para ti? Porque pareces estar muy mal (o desesperado, fuera de control, asustado, o lo que se adapte)».

Así que escúchanos cuando decimos que la seguridad no es acerca de tener una actitud de «todo está bien». Es solamente que entre menos juzgues, más se van a franquear los jóvenes, lo que llevará a un grupo de jóvenes saludable a pedir —y a obtener— más respuestas honestas a preguntas más serias de lo que podrías obtener de otra manera.

Enséñale a tu grupo las prácticas para escuchar profundamente. Cuando tu grupo aprende a hacer buenas preguntas y a escuchar bien, cuando aprende a refrenar el juzgar sin eliminar la sabiduría, y cuando aprende a mantener la confidencialidad apropiadamente, el resultado es la confianza, y de esta crece la seguridad.

Los lugares seguros abren espacio para el silencio. Si haces una pregunta y nadie responde, puede querer decir que todos están confundidos. O dormidos. O que se fueron. O el silencio puede significar que todos están pensando. Si no puedes averiguar cuál de estos es, pregunta (una de las señales de un lugar que se está convirtiendo en seguro es que alguien te dará una respuesta directa).

Los lugares seguros hacen espacio para lo inesperado… Tus jóvenes se sienten seguros para compartir temas más cruciales y relevantes. Toma el tiempo necesario para crear un grupo genuinamente seguro. Cuando lo haces, ellos se convierten en aliados en la prevención al cuidarse los unos a otros durante esas horas cuando no estás cerca.

CULTIVA LA EMPATÍA.

Empatía significa identificar lo que otra persona siente. Es una característica estándar de los grupos saludables, porque cada uno sabe la verdad acerca de todos los demás. Y saber la verdad abre la puerta para entender que todos estamos en esto juntos.

Cuando nos acercamos lo suficiente los unos a otros, ocurre que nadie es mejor o peor o realmente diferente del resto. Esta es la lección más antigua del libro: «Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios» . «Por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores». «No hay un solo justo, ni siquiera uno». Las únicas diferencias entre nosotros no se encuentran en los hechos de nuestro quebrantamiento y de nuestros errores sino en los detalles.

Probablemente no es una loca asunción adivinar que la mayoría de los jóvenes se pierde en el mapa emocional una vez que se mueven fuera de su zona de comodidad. Puesto que la empatía involucra identificarnos con las emociones de otra persona, es bueno tener un lenguaje en común. Utiliza el mapa emocional para ayudar a tu grupo a construir su vocabulario empático.

Es valioso notar que tu grupo siempre está cambiando, enviando a los jóvenes mayores a intentar todo lo que aprendieron al resto del mundo, e importando nuevas promociones de jóvenes que, muy probablemente, conocen muy poco acerca de lugares seguros y grupos saludables. Agrega a eso el hecho que seguramente los jóvenes con gusto traerán a sus amigos a un grupo saludable, y así estás viendo una labor que nunca está terminada. Así que, allí está la seguridad de tu empleo.

INTERVENCIÓN DE GRUPO Y CÓMO REFERIR

Puedes enseñarles a los jóvenes el arte de la intervención en crisis. En su mayoría, este tipo de intervención no será llamado intervención. Simplemente será llamada amistad.

Ayuda a los jóvenes a entender que llamar a alguien su amigo significa más que decir: «Me caes bien». La amistad es un compromiso de velar por los mejores intereses de la otra persona. Eso significa ayudarla a obtener lo que desea, a menos que lo que desee no sea lo que necesita. Significa hacerle difícil involucrarse en conductas autodestructivas. Significa hacer preguntas difíciles cuando ya es demasiado grande para sus rabietas.

Si un enemigo es alguien que te apuñala por la espalda, un amigo es alguien que te apuñala por el frente haciéndote una cirugía y pidiéndote cuentas para que obtengas la ayuda que necesitas para mantenerte creciendo. Ayuda a tus jóvenes a entender que un amigo hace esto no porque sea mejor que tú sino porque es tan cercanamente igual a ti. Enseña a tus jóvenes los principios de la intervención.

Luego puedes enseñarles cómo ir por ayuda para un amigo cuando ambos no saben qué hacer. Referir es difícil para los jóvenes por la misma razón que es difícil para los líderes juveniles: orgullo, temor, ambición… Ayuda a los jóvenes a soltarse al ayudarlos a entender que no es un fracaso el admitir que su amigo necesita más de lo que ellos pueden darle, así como no hay nada de heroico en quedárselo para ellos una vez que tienen razones para creer que su amigo está en un serio problema.

Vale la pena entregarles a tus jóvenes la confesión que te pedimos anteriormente que repitieras después de nosotros: no se trata de mí; no se trata de mí; no se trata de mí.

Enséñales cómo enviar o traer a sus amigos a ti para el siguiente nivel de ayuda. Adicionalmente, ayúdales a identificar a las personas en la administración del centro educativo que es más accesible para intervenir si necesitan ayuda de inmediato.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

Lee la continuación de este tema AQUÍ.

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