Estética y moda: la parte comercial

Como cuarta consideración propongo por un momento analizar el rol de la indumentaria como bien de consumo en función de la satisfacción del mercado, porque no podemos negar que hay todo un aparato comercial que especula con esta necesidad de identificación por parte de los miembros de las tribus urbanas.

En el mercado, entre los bienes consumibles, hay diversos estilos que permiten encontrar el look que se quiere construir. Esto se aplica tanto a la moda convencional o estándar, por así decirlo, como a la tendencia específica que identifica a las distintas tribus urbanas. Y lo contradictorio aquí es que, como ya mencioné, a pesar de la intención de distinguirse de la masa, los jóvenes terminan involuntaria e inconscientemente masificados por el mercado comercial.

Hoy día hasta las marcas de diseño más prestigiosas han reformulado sus creaciones de modo de incluir elementos o accesorios pertenecientes a la indumentaria de alguna que otra tribu urbana. Por ejemplo, en los años 80 usar un cinturón con tachas era sinónimo de ser punk, pero actualmente encontramos este tipo de objetos en los locales de ropa más convencional. Lo que se denomina el new look es nada menos que el cruce de caminos de la alta costura con el streetstyle [estilo urbano], y firmas como Gucci, Jean Paul Galtier, Versace y Valentino, entre otras, han visto y aprovechado la veta comercial de este híbrido de la moda.62

Ya sea bajo el efecto de una publicidad más sutil y menos invasiva dirigida intencionalmente a algunas de las subculturas que riñen con el sistema mercantil (por ejemplo los punks o los darks), o con un atrevimiento feroz en el caso de aquellas que tienen hábitos de tipo más consumistas (como ser los adolescentes pop), lo cierto es que los productores de indumentaria y accesorios dirigidos a la juventud tienen todo un arsenal listo para lanzarse a la conquista del mercado (y no solo en bienes, sino además en servicios).

Como decíamos anteriormente, la mercantilización de los elementos identitarios es una suerte de bomba que divide las aguas, por lo menos para la estética punk, que surge como oposición a todo lo que la sociedad consideraba digno. Usan alfileres de gancho en sus narices y orejas, hojas de afeitar y otros elementos agresivos como adorno, jeans rotos y sucios, y tachas metálicas que comunican hostilidad. Por eso es que en general no encontramos un negocio de ropa punk, ellos arman su vestuario; no hay algo pre armado que ellos quieran comprar. Ahora bien, cuando el aparato comercial capta y adapta estos símbolos pone una presión sobre los miembros de esa tribu de decidir si ese atuendo seguirá representando sus ideales de protesta. Algunos—los más débiles según los fieles—transigieron con el sistema y aceptaron sus productos, mientras que otros se mantuvieron firmes en la resistencia.

Volviendo al tema que nos atañe en el Pilar número 1, la estética, el tema de las marcas es otro punto en consideración. En la cultura hip-hop, por ejemplo, este asunto de la moda llegó tan lejos como para que músicos reconocidos crearan su propia marca de indumentaria (al mejor estilo de las estrellas pop, Madonna, Beyoncé y otras figuras de Hollywood). El sobresaliente P. Diddy comenzó a usar su verdadero nombre, Sean Combs, en su prestigiosa marca que cuenta con el beneplácito de las revistas especializadas.

Pero Combs no es el único rappero dedicado a la moda—asegura el diario La Nación—el siempre escandaloso Eminem también tiene su línea de remeras, lo mismo que su amigo 50 Cent, el más improbable de los diseñadores. Conocido por sus rimas de subido tono sexual y violento, el muchacho se hizo famoso por haber sobrevivido a un tiroteo con una banda rival y por tener un pasado delictivo. Que tal vez fue lo que lo inspiró a crear una línea de zapatillas para correr—acota burlona la nota.

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

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