Rich Van Pelt: Tengo una amiga que debe ser una de las oyentes más dotadas naturalmente en el planeta. Nunca estudió comportamiento humano o tomó clases universitarias de psicología o consejería; pero conozco pocas personas con la capacidad de Lindy para ayudar a otros a moverse tan rápidamente en una conversación de corazón a corazón. Tengo el privilegio de estar del lado receptor de su habilidad como oyente. También la veo usar su habilidad de escuchar a otros en un esfuerzo de mejorar mis propias habilidades. Pero debo admitir que, luego de una cuidadosa observación, concluí que su habilidad es más una función de quien ella es y no de lo que ella hace. Lindy ama y se preocupa por las personas. Los acepta como son. Debido a que lo que hace como oyente fluye tan naturalmente de quien es como persona, la gente se siente aceptada y suficientemente segura para compartirle quiénes son en verdad.
Los adolescentes necesitan adultos que los acepten tal como son. Los líderes juveniles desataron en el mundo una plaga de jóvenes con esquizofrenia espiritual al enseñarles a jugar juegos religiosos. En lugar de celebrar la maravilla de la individualidad de cada persona — tremenda y maravillosamente creada a la imagen de Dios—, somos responsables de crear pequeños «cristianos perfectos» que actúen como tales alrededor de nosotros, temerosos de que si sabemos quiénes son de verdad, cómo se sienten, lo que creen y anhelan, los rechazaremos.
La gente normal se sentía segura alrededor de Jesús. Él los trataba como personas, no como proyectos. El autor Jim Petersen, dijo: «Si estamos interesados en las personas solo por lo que podemos llegar a alcanzar con ellos, entonces perdimos el propósito. Cuando pensamos así, no estamos amando a otros como nuestro Padre Celestial lo hace. Él ama sin restricciones»
Proverbios 20:5, dice. «Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente». Las personas que son golpeadas por la vida, desesperadamente necesitan amigos y consejeros que escuchen lo que están pensando y sintiendo sin ser juzgados.
No cabe duda que las personas quebrantadas —sin importar cómo llegaron a estar así— necesitan ayuda para evaluar sus condiciones, asignando las responsabilidades donde corresponden y trabajando hacia un estilo de vida que minimice la probabilidad de saltar o volver a ser empujada. Pero no es bueno hacer esa evaluación hasta que sean levantadas de la acera esta vez. Ahora es cuando podemos ayudar a suspender los juicios y empezar a ofrecer aceptación.
ESCUCHAR A TODA LA PERSONA CON TODA TU PERSONA
Los jóvenes son expertos en notar el desinterés; al menos creen que lo son. Es por eso que los oyentes eficientes se esfuerzan para proyectar un tono de voz que invita, un contacto visual que conecta y una postura física relajada y atenta; todo esto enfocado a revelar más que a ocultar la historia detrás de su historia. Tu tarea es escuchar a la persona entera del estudiante con toda tu persona.
Escuchar efectivamente empieza con los oídos. Alguien con una gran comprensión de lo obvio, dijo: «El hecho de que Dios nos diera dos oídos y una lengua debería ser nuestra primera pista». ¿Por qué se nos hace tan fácil perder la concentración cuando estamos escuchando a otros? La mayoría de personas procesan la información a razón de 300 a 500 palabras por minuto (la cantidad generalmente disminuye con la edad). Pero la mayoría de las personas hablan un promedio de 100 a 200 palabras por minuto, lo cual significa que hay un serio exceso de capacidad del lado del que escucha en la transmisión. Y con el exceso de la capacidad, viene la tendencia a soñar despiertos, preocuparse, planear, hacer garabatos y, si no somos cuidadosos, a perder el hilo de lo que la otra persona está diciendo. El solo hecho de estar conscientes de este fenómeno, puede ayudarnos a ser más atentos. Más allá de estar consciente del reto, usa tu cuerpo para escuchar profundamente:
- Usa los ojos tanto como los oídos, observa las señales no verbales así como haces contacto visual
- Vocaliza palabras que no interrumpan, da ánimo y pide más información (Aja, claro, cuéntame más sobre eso. Ah, dime que crees que significa eso…).
- Inclinarse hacia la persona de vez en cuando para comunicar presencia intencional.
Este puede ser un trabajo duro. Scott Peck, dijo: Escuchar bien es un ejercicio de atención, y por necesidad es un trabajo difícil. Es así porque no se dan cuenta o porque no están dispuestos a hacer el trabajo; mucha gente no es buena escuchando.
La gente a veces dice una cosa con sus labios y una muy diferente con sus ojos. Incluso en la comunicación verbal, mucho se sugiere más allá de las palabras a través de la velocidad, entonación, modulación, respiración, vacilación, desviación de la mirada, zapateo, estar inquieto, mecerse, contacto del ojo, mover los pies, mecerse, apretar la mandíbula, sollozar, cruzar las piernas o los brazos, estar flojo, caerse, mover rápidamente los ojos, o mirar fijamente al espacio. Una persona en aflicción puede hablar muy rápido, o muy lento, o no decir nada.
Rolly Martinson tenía una chica en su grupo de la secundaria que empezaba a mostrar señales de depresión y aislamiento, pero se rehusaba a admitir su lucha. Rolly cree que una de las maneras más buenas de aprender sobre los jóvenes es visitar sus casas. Así que él y su esposa trabajaron para conseguir una invitación a cenar en la casa de la joven. Después de la comida, le pidieron un recorrido por la casa. Ella los llevó por todas partes, excepto su habitación. Eso parecía bastante extraño. Así que Rolly le pidió que completara la gira mostrándoles su habitación. Notoriamente incómoda, ella los llevó a una puerta que necesitaba una llave. Dentro, encontraron un espacio decorado y amueblado para un bebé. Rolly, dijo: «¡Ah! Debiste malinterpretarnos… nosotros queríamos ver tu cuarto». «Este es mi cuarto», dijo ella. La preocupación honesta de Rolly fue tal que la muchacha contó su historia. Cuando ella dio la noticia de que estaba embarazada, sus padres le exigieron que se practicara un aborto. La llevaron fuera esa misma noche a una ciudad cercana, y el procedimiento se realizó el día siguiente. Ambos padres eran líderes en la comunidad cristiana y le advirtieron que ella mancharía el nombre de la familia si decía a alguien lo que había pasado. Dos días después, ella volvió al colegio con una constancia médica pidiendo que su ausencia fuera excusada debido a una gripe.
La habitación de la chica reflejaba su deseo de mantener al niño vivo. Rolly caminó un «kilómetro extra» escuchando más allá de sus palabras para llegar a la historia detrás de la historia. Su anhelo de ver más allá de la versión desinfectada de la vida de esta joven fue el principio de una sanidad real para ella.
Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.
Por Jim Hancock y Rich Van Pelt
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