Convertir a los doce en pescadores de hombres

«Vengan, síganme,… y los haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19). ¿Te suena a un propósito último para el ministerio de Jesús con sus discípulos? Sin duda, Jesús llamó a aquellos hombres con un designio muy claro en su mente: convertirlos en pescadores de hombres. De hecho, el Señor trabajó con ellos para prepararlos para el ministerio que debían llevar a cabo una vez que él hubiera vuelto de nuevo al Padre.

Jesús le dio a la iglesia un propósito último

Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: -Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20).

Jesús, antes de marcharse para volver con el Padre, le dio a la iglesia la Gran Comisión, a través de la que marcó un claro propósito a cumplir: hacer discípulos entre todas las naciones. Esa es la razón de ser de la iglesia; es el propósito que le da sentido de dirección. Es el blanco hacia el que nosotros debemos apuntar hoy. Y es el que nos ayuda a escoger los medios más adecuados para lograr el propósito. Así que debemos evaluar nuestras congregaciones a la luz de ese propósito último que nos dejó Jesús: llevar a cabo la Gran Comisión.

Extracto del libro «Raíces».

Por Félix Ortiz.

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