El Ministerio Juvenil es peligroso. Cuando tú y yo estamos tratando de seguir a Jesús nos vamos a meter en problemas. El discipulado tiene cara de problema. Nuestro papel no es crear ciudadanos bonitos que accedan a todo y que estén listos para obtener un buen trabajo y tener hijos. Nuestro trabajo consiste en introducir a los jóvenes a la vida de Jesús.

Los problemas son el segundo nombre del líder de jóvenes. Recuerda, lo único que puede pasar es que te corran. Un líder de jóvenes en nuestra ciudad fue despedido porque estaba alcanzando a un «mal tipo de jóvenes». Yo pensaba que el «mal tipo de jóvenes» son a los que se deben alcanzar. Los ancianos insistían que el ministerio juvenil no era traer a la «basura» de las calles sino trabajar con jóvenes que ya son cristianos. Pensaba que todos fuimos «basura» alguna vez.

Una iglesia a donde la mezcla étnica estaba cambiando contrató a una mujer para trabajar con los miembros de una banda, quien después de algunas semanas con éxito reunió a algunos miembros de una banda para darles un estudio Bíblico. Los convenció de ir a la iglesia para escuchar un estudio Bíblico. Una noche ella les hablaba acerca de Mateo 6:33 (Busca primero el reino de Dios y su justicia…) y les explicó que si querían ser discípulos de Jesús, nada podía ser más importante que Él. Sus palabras fueron estas: «Si la banda es más importante que Jesús, entonces la banda se tiene que ir. Si tu novia es más importante que Jesús, entonces ella se tiene que ir».

Uno de los miembros de la banda estaba tan atento a lo que ella estaba diciendo que después de escuchar estas palabras reaccionó violentamente arrojando los brazos hacia atrás diciendo: «¡*#$@&#! ¡Qué difícil es ser discípulo! Cuando movió el brazo hacia atrás rompió una ventana. El liderazgo de la iglesia se enteró y estaban muy enojados de tener que pagar $26 dólares para arreglar la ventana. De hecho restringieron a los miembros de la banda y les dijeron que no podían juntarse en la iglesia durante una semana.

Yo pienso: «¿QUÉ QUÉ? ¿ESTA LOCA ESTA IGLESIA? ¡Cualquier líder que puede enseñar el evangelio tan bien que un grupo de miembros de una banda pueden entender exactamente lo que dijo Jesús es un maestro maravilloso! Yo quiero lo que esta mujer tiene.

Pero se pone peor. Unas semanas después, el pastor accidentalmente interrumpió uno de los estudios bíblicos de la banda. Se sentó y pasó algunos minutos hablando con los miembros. Después de que se fue uno de los jóvenes dijo: «Oye, me gusta este tipo. Vamos a venir a la iglesia el domingo».

La líder de jóvenes decidió que los miembros de la banda se sentaran arriba en el balcón en vez de estar en medio de la congregación en la parte de abajo. Cuando el ministro salió y pidió que la gente se saludara y se bendijera, uno de los miembros de la banda se paró y grito: «¡Oye cuate, tu eres la buena onda! (O chévere, o súper) Toda la congregación se voltio impactada. Después del servicio se le indicó a la líder de jóvenes que no llevara a los miembros de la banda a la iglesia hasta que aprendieran a comportarse.

De nuevo estoy pensando: «¿QUÉ QUÉ? Toda la congregación debió de haberse volteado, se hubieran puesto de pié y hubieran gritado: «¡Oigan, ustedes son la buena onda! Bájense de ahí. Realmente nos pueden ayudar pues ninguno de nosotros ve ni oye». Y después le hubieran subido el sueldo a la líder de jóvenes.

No lo hicieron, la despidieron.

Desafortunadamente, mucha gente en la iglesia está más preocupada por las reglas, políticas y los procedimientos que del evento increíble, milagroso, espectacular, sin precedentes y que se ve una sola vez en la vida que ocurre cuando alguien comienza a mejorar. Cuando la gente se mejora, expone la enfermedad de aquellos que le rodean.

En vez de enojarse, hubiera habido una celebración porque un grupo de miembros de una banda milagrosamente desearon ser parte de la Iglesia. A veces me pregunto si sería más fácil que las rocas clamaran en la presencia de Jesús o que algunos miembros de la iglesia celebraran los «problemas» genuinos que causa el ministerio juvenil.

Por Mike Yaconelli

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