El nuevo lunfardo: el aporte de la cumbia villera

La cumbia villera, musicalmente hablando, es hija de la cumbia tradicional. Socialmente, la temática cambia un poco, aunque no radicalmente (ver descripción en el capítulo 3).

En el campo de las palabras, parece ser que muchos de los nuevos términos no son más que reinvenciones, nombres a los que se les saca un poco el polvo y se los adapta al presente.

Oscar Conde, autor del Diccionario etimológico del lunfardo, afirma: “Las nuevas generaciones bucean en el lunfardo más antiguo. Después de décadas de olvido se reflotan palabras como bondi o crepar. El rock revitalizó otras como botón y chabón”.

“El lunfardo—concuerda Marcelo Olivieri, autor de Tangueces y lunfardismos del rock argentino—es un lenguaje marginal. Algunas palabras quedan: los chetos de los 70 usaban pálida y bajón, que hoy son léxico cotidiano”. Hay otros vocablos reciclados por el rock como botón, chabón (que aparece en una canción de Los Caballeros de la Quema y es un término italiano de hace cien años).

Pero hay palabras y expresiones que son patrimonio de las letras de la cumbia villera y no son compartidas por otras tribus opuestas como los chetos o modernos, por nombrar algunas. Unos ejemplos de esas palabras son:

fumanchero (el que fuma marihuana), llantas (zapatillas), trabuco (travesti), pibe cantina y guachín (el enemigo, el traidor, el que se fue de la villa), rescatarse (comportarse correctamente), vitamina (cocaína), ran (abreviatura del pegamento Poxi-ran), estar pila (estar drogado), una fija (situación ideal para cometer un delito), fierro o caño (arma de fuego), bajar (matar a alguien), merluza o merca (droga), jalar (aspirar) hacer un pete (tener sexo oral), rati o yuta (la policía).

El lenguaje usado en los temas villeros de hoy es el lunfardo en las letras de los tangos de antaño, por mucho que nos cause rechazo. En su momento el lunfardo tanguero horrorizaba tanto a la sociedad como el presente léxico villero.

La cumbia villera hace hincapié en la villa, como antes las coplas lo hacían con el rancho o el tango con el conventillo o el arrabal. Hay una tensión entre la sensualidad que propone el ritmo de la cumbia y el dramatismo que narra.

Las letras de sus canciones son explícitas, no tienen mensajes subliminales, y hacen mención directa a temas como la droga, el odio contra la policía y toda forma de autoridad, el sexo, el fútbol, la cerveza y el vino, las mujeres y su rol exclusivo de servicio al hombre, la genitalidad oral, y la pobreza y marginalidad que sufren, entre otras cosas. La cumbia villera, a diferencia de otros géneros musicales que escuchan las subculturas juveniles, llama a las cosas por su nombre. Mientras otros hacen alusión a las drogas, ellos las llaman a su manera pero abiertamente.

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