Al estar evaluando a nuestros adolescentes, buscamos una actitud positiva y responsable hacia el trabajo dentro y fuera del hogar. Escuchamos para ver si hay un espíritu quejumbroso, descontento o evasivo con respecto al trabajo. Y buscamos los resultados de una vida laboral disciplinada en nuestros adolescentes (la alabanza de los patrones, la gratitud del líder juvenil por la ayuda del adolescente, una disposición a participar en el trabajo en casa, etc.).

  • Aplicación de convicciones bíblicas. Como hemos discutido anteriormente, el adolescente que está madurando erigirá sus propios límites morales. No necesitará un «sermón» para hacer lo que es correcto con la amenaza del castigo como su motivación. Un deseo de hacer lo que es correcto delante de Dios producirá el fruto de la prudencia en su vida. No sentirás que vives con alguien que siempre está acercándose a la orilla del acantilado, o alguien que constantemente está tratando de poner algo encima de ti.

Los adolescentes que viven con convicción demuestran que se puede confiar en ellos. Toman decisiones firmes aun cuando sus padres no están presentes y nunca se enterarán. Tienden a rodearse de otros que hacen lo mismo. Estos adolescentes puede ser que tomen decisiones que sean diferentes a las que tu tomarías, pero no están fuera de los límites puestos por Dios. Después de todo, la meta no es que tus hijos concuerden contigo en cada decisión, sino que sus vidas sean una descripción práctica de sumisión a Dios.

Finalmente, los adolescentes que están viviendo dentro de los límites de Dios no tienden a ser de los que se esconden. No hay razón para esconderse. Lo que desean, deciden y hacen puede hacerse al descubierto porque es consistente con la voluntad de Dios. Les he hecho esta pregunta a mis adolescentes muchas veces: «¿Estás haciendo algo allá afuera de lo que estarías temeroso o avergonzado de hacerlo enfrente de mí?» Esta pregunta puede ser una manera práctica de hacerlos pensar acerca de si están viviendo dentro de los límites establecidos por Dios.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad».

Por Paul David Tripp.

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