My Space, My Flog: Mi lugar, Mi vida

Dentro del infinito espacio de Internet, una de las actividades preferidas por los jóvenes de esta cibercultura es la de armar su blog (un lugar en donde escribir o presentar pensamientos), su flog—o fotolog—(un álbum de fotos del autor) o su my space, una mezcla de ambos.

Allí postean [Anglicismo de to post: enviar, publicar, mandar] las fotos que se sacaron con el celular, y luego de hacerlo mandan sms avisando a sus amigos que pasen y firmen su libro de visitas, opinado sobre la imagen, el texto o sobre lo que quieran ese día.

Este procedimiento es una manera de exponer la vida a los ojos de quien quiera conocerla. A diferencia del diario íntimo de antaño, en donde uno escribía y luego lo guardaba en un lugar bien oculto para que nadie pudiera acceder a él por lo privado de los sentimientos relatados, los flogs tienen la particularidad de competir por la cantidad de visitantes que se posean. Quizás lo que se escriba en un blog no sea tan importante a los ojos del mundo adulto, pero para ellos es cuestión seria.

¿Y por qué esta manía de sacarse fotos? La psicóloga Marcela Lapertosa, que trabaja con adolescentes en el Hospital Garrahan, afirma que:

La imagen corporal es clave en la adolescencia y quizá sacarse fotos tenga que ver con mostrarse, ver cómo es el cuerpo y cómo se va modificando. El hecho de publicarlas puede relacionarse con la necesidad de pertenecer a un grupo en el que comparten códigos y gustos”.

Los adultos no se quedan atrás tampoco en esto de compartir espacios virtuales. Hay redes sociales para todos los gustos. ASmallWorld [Un mundo pequeño] es una de ellas. Personajes famosos como Tiger Woods, la millonaria Paris Hilton y el cineasta Quentin Tarantino comparten experiencias de sus viajes por el mundo y crearon una red VIP que cuenta con veintiún mil miembros (todos ellos invitados exclusivamente, por supuesto, por otros miembros más antiguos).

Otras ciberculturas del aire

Pero dentro de este espacio del éter, menos inocentes que los recién mencionados, conviven otras subculturas: las culturas del ciberespacio. Por empezar los ciberpunks, que son una mezcla de punks tradicionales y otros más electrónicos. Ellos realizan su militancia en Internet contra todo orden informático establecido, ya que siguen siendo como sus progenitores, anarquistas y protestantes declarados de toda autoridad.

Junto a los ciberpunks están otros. Los hackers, bastante conocidos por sus hazañas. Pero hay otros más que no son tan famosos. Durante la década de los 90, los crackers armaron programas para romper candados de seguridad de las aplicaciones más caras de multimedia, y los socializaron en la Red haciendo perder a los fabricantes de software impuestos no pagados de unos mil millones de dólares al año. Finalmente, los phrackers se dedican a ingresar en los servicios públicos y anular las cuentas financieras que tienen pendientes. A diferencia de hackers y crackers, esta subcultura manifiesta sus intenciones claramente individualistas de no poner sus conocimientos informáticos al servicio de las deudas de los demás. Por su parte, a los Net-Artists les gusta crear arte en Internet; este se caracteriza por no ser la reproducción digital de obras ya conocidas, sino un apoyo en programas comerciales (adquiridos por medio de programas crackers) para completar o crear íntegramente obras artísticas digitalizadas.

Volviendo a las subculturas juveniles y su relación con el espacio que habitan, los jóvenes para reunirse en el presente siglo no necesitan trasladarse de un espacio físico a otro, sino nada más hacer un click con el ratón de su computadora.

Con este capítulo terminamos los cuatro pilares más visibles que sostienen al enorme edificio de las subculturas juveniles. Pasemos a ver el quinto elemento, tanto más invisible y decisivo: las ideologías.

Nuestras iglesias deben ser los lugares donde una filosofía cultural correcta (centrada en Cristo) emana para contrarrestar la basura filosófica que llena la cabeza de las nuevas generaciones. Debe ser el lugar donde la cultura en general encuentre y reconozca los íconos espirituales que la llevarán a conocer mejor la gracia de Dios. (Junior Zapata. Autor de La generación emergente).

Extracto del libro Tribus Urbanas.

Por María J. Hooft.

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