El tiempo personal con los jóvenes es un gran recurso para avanzar en esa dirección. Janus Korczak, educador polaco, escribió lo siguiente con respecto a la importancia de ser significativos en la vida de los jóvenes: Tu autoridad con los jóvenes es directamente proporcional a tu valor como adulto estimado. Ya en 1829, Samuel Hall, en su libro Lectures en School-Keeping [Un manual para el adiestramiento de maestros de escuela] afirmaba:

Si logras ganar su amor, tu influencia real será en algunos aspectos aún mayor que la de sus mismos padres. Estará en tus manos guiarlos hacia el camino que elijas. Si los amas, aprenderán a ser amables, bondadosos y humanos, y si los rechazas generarás las actitudes contrarias: baja autoestima, despotismo, egoísmo y otras.

La influencia que tiene un adulto emocionalmente significativo para un joven es tremenda. Por eso, cuando es negligente, abusivo o indiferente puede causarle graves daños emocionales.

Nos permite trabajar con la persona real

Los encuentros personales nos permiten trabajar más fácilmente con la persona real, lo que no siempre es posible en una situación de grupo. En él se dan ciertas dinámicas psicológicas propias, que hacen que en general los miembros se adapten a ellas y no muestren su propia personalidad e individualidad. En un grupo el joven puede interpretar un papel que no necesariamente refleje su personalidad. Eso tal vez impida que manifieste sus auténticas necesidades y, por lo tanto, estas no serán satisfechas. Por otro lado, en un grupo es más fácil adaptarse a la media general. De este modo, tal vez muchos de los jóvenes estén atravesando situaciones espirituales difíciles, se hayan enfriado o se estén alejando, sin que nosotros seamos siquiera conscientes de ello.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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