Me temo que muchos de nosotros realiza una labor deficiente al preparar a nuestros hijos para lidiar con los asuntos de sabiduría. Para algunos de nosotros, esto se debe a que vivimos con una dicotomía entre lo secular y lo espiritual. Muchos de nosotros pensamos en nuestras vidas como estando en dos mundos. Existe el mundo de lo espiritual que incluye nuestro devocional, la iglesia y la vida formal de adoración. También tiende a incluir asuntos para los cuales Dios nos ha dado mandamientos claros. La atención a estas cosas resume nuestra definición de lo que es espiritual.

El otro mundo de esta manera de pensar es el mundo secular. Es el mundo que está fuera de los mandamientos claros de Dios en la Escritura y la vida devocional, eclesiástica y de adoración. En este modo de pensar, la Escritura tiene poco, si no es que nada que decir acerca de la vida en este segundo mundo. Desafortunadamente, este mundo tiende a ser vastamente más largo que el mundo espiritual. Tiende a ser el mundo en el que vivimos cada día y pasamos la mayor parte de nuestro esfuerzo productivo. ¿Cómo podemos enseñar a nuestro adolescente a ejercitar la sabiduría bíblica allí si ni nosotros estamos acostumbrados a hacerlo? ¿Cómo podemos enseñar sabiduría cuando hemos fallado en reconocer que todo en la vida es espiritual y que la Escritura habla en alguna manera a toda situación de la experiencia humana?

Existe otra razón por la que los padres fallan al preparar bien a sus hijos para las decisiones de sabiduría que enfrentarán al salir de casa. Es triste que muchos padres simplemente no tienen un conocimiento de la Escritura que sea fluido, funcional y aplicable a las situaciones. Muchos de nosotros tenemos un poco más que conocimiento de Biblia aprendido en la Escuela Dominical. Sabemos historias populares, tenemos algo de comprensión de las doctrinas principales, y sabemos frases de los pasajes más citados, pero no hemos meditado o conocido a fondo la Palabra. No sabemos cómo usar su sabiduría para guiarnos en los asuntos de la vida cotidiana, y nuestra propia falta de conocimiento nos estorba para discipular a nuestros hijos para vivir en un camino bíblicamente sabio.

Como padre, no puedes dar lo que no tienes. Sólo podremos enseñar a nuestros hijos a ser obedientes prácticamente a la Palabra, a ejercitar decididamente la convicción bíblica, si nosotros estamos haciendo lo mismo. Sólo podremos enseñar a nuestros hijos a aplicar sabiamente los principios de la Palabra a asuntos de la vida si eso es lo que nosotros estamos tratando de hacer. Los estudiantes obedientes de la Palabra tienden a producir el mismo tipo de hijos.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad.»

Por Paul David Tripp.

2 COMENTARIOS

  1. Buen día
    Que buenos es leer estas palabras q nos ayudan a los padres para guiar a nuestros jóvenes
    Estas palabras m alimentan

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