Continuemos.

2. Ánimo.

Queremos que nuestro cuerpo de la iglesia entienda el poder de las palabras y cómo usarlas sabiamente. La Biblia dice que la lengua es una herramienta poderosa (Stg.3:1-12) y que las palabras que salen de la boca son un reflejo de lo que está en el corazón (Mt 12:34-35). Confiar en el poder de Dios para refrescar los corazones nos capacita a usar palabras que edifiquen a la gente antes que des­truirla (Ef.4:29).

Los jóvenes no reciben mucho ánimo. La escuela es a menudo un ambiente negativo lleno de maltratos y palabras que dañan, y el hogar, para muchos, no tiene afirmación genuina. Queremos que nuestra iglesia sea un lugar donde se anime a los jóvenes.

3. Risa y celebración.

También queremos que los jóvenes se diviertan. Están tan ten­sos que la iglesia debe ser un lugar donde puedan reír y sentir una actitud de alegría y celebración. Aunque con toda intención planea­mos la risa durante nuestros cultos de adoración de fin de semana (jóvenes de la multitud), queremos que una abundante actitud de risa y celebración sea aparente por todas partes dentro de nuestro ministerio. No requerimos que nuestros líderes sean cómicos, pero buscamos personas que tengan un buen sentido del humor y disfru­ten reírse. Creemos que podemos tomar en serio a Dios y por otra parte celebrar gozosamente la vida.

Este valor es especialmente importante para mí, porque entre­gué mi vida a Dios a los catorce años después de escuchar a un cómi­co dar su testimonio. Él dijo que Dios era la fuente de su alegría y risa. Ese fue el punto que cambió mi vida. Dios usó lo que era im­portante para mí (la risa) para obtener mi atención. Hasta este día, permanece como un valor fuerte, personal y profesional.

4. Aceptación.

Si queremos alcanzar a los jóvenes, los tenemos que aceptar. Va­loramos la aceptación y queremos que en nuestro ministerio para jó­venes todos se sientan aceptados sin considerar su parecer físico, cali­ficaciones o posición en la escuela, o sus logros deportivos. A causa de eso, invertimos una cantidad importante de tiempo haciendo que los jóvenes se sientan bienvenidos en nuestros programas.

También queremos expresar la aceptación durante el peregrina­je espiritual del joven. Mientras queremos desafiar a los jóvenes a crecer, nos damos cuenta de que el crecimiento espiritual de cada joven será diferente. No queremos abandonar a nuestros jóvenes cuando tienen luchas; la lucha puede ser una señal del crecimiento. El hijo pródigo tuvo que salir del hogar y tener dificultades para en­tonces volver al hogar. Una parte de su viaje incluyó abandonar a su padre. Aunque no alentamos la desobediencia para motivar el desarrollo, expresamos aceptación cuando un joven está confundi­do y luchando. La aceptación no dice: «¿dónde has estado?» Dice: «Bienvenido». Este tipo de amor incondicional está en el corazón del Padre.

5. Transparencia.

Valoramos la sinceridad. Queremos que nuestro liderazgo sea real con los jóvenes. El viejo dicho en los Estados Unidos: «No se puede engañar a un niño», me hace recordar constantemente que los adolescentes pueden señalar fácilmente a un farsante. Mientras nuestra cultura festeja cada vez más el fraude, el engaño, la falta de honradez y el encubrimiento, me asombra que nuestros jóvenes sientan cada vez más atracción por adultos que son transparentes.

Queremos ser ejemplo de cristianismo para los jóvenes y a la vez ser sinceros y vulnerables en nuestro peregrinaje. Queremos que vean que la lucha y el fracaso es parte del crecimiento y que no son los únicos que cometen errores. En nuestro ministerio queremos jóve­nes transparentes que aprendan de adultos transparentes.

6. Participación de los jóvenes.

Siempre nos preguntamos: «¿Cómo podremos involucrar a ese joven en nuestro ministerio?» No queremos que los jóvenes solo asistan a nuestros programas; queremos que participen a través de la expresión de sus dones. Les decimos: «Nos encantaría que partici­paras en lugar de ser un espectador.» Tratamos de facilitar, tanto como sea posible, que los jóvenes colaboren en cualquier lugar de nuestro ministerio.

7. Orientación de alcance.

Le damos gran valor a nuestra orientación de alcance, y quere­mos comunicar esto de muchas maneras para que todos lo oigan y entiendan. No queremos que los líderes tengan «mentalidad de mantenimiento». Queremos que estén apasionados con nuestra mi­sión: Alcanzar al mundo con la esperanza de Jesucristo.

8. Crecimiento numérico.

El crecimiento numérico no es nuestro único valor. Estamos mucho más interesados en la salud que en los números. Pero como la salud precede al crecimiento, esperamos que nuestro ministerio con la juventud crezca numéricamente al crecer espiritualmente. Queremos crecer, no porque queremos ser el ministerio el más grande de jóvenes en la comunidad, sino porque los jóvenes necesi­tan de Cristo. El crecimiento numérico puede significar también que estamos alcanzando necesidades y cumpliendo todos los propósitos.

¡Queremos que todos los ministerios de jóvenes crezcan, no solo el nuestro! No queremos crecer recibiendo a jóvenes de otros ministerios para jóvenes. Eso no es crecimiento; eso es intercam­biar ovejas. El verdadero crecimiento numérico comunica que nuestros jóvenes están madurando en su fe y están capturando la vi­sión de evangelización entre amigos.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro «Ministerio de Jóvenes con Propósito»

Por Doug Fields

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