Lo que un joven cree acerca de su identidad sexual afecta todo: sus sentimientos y opiniones acerca de sí y de los demás; lo que hará y lo que no hará con su cuerpo (o con el cuerpo de otra persona); cómo se cuida a sí; su nivel de comodidad con Dios y con el pueblo de Dios; dónde cree que encaja en el mundo; sus sueños, aspiraciones, y expectativas, todo.
NUESTRO GRAN CUADRO.
Sea lo que sea que los científicos puedan aprender en el futuro acerca de nuestra naturaleza genética, ya sabemos bastante acerca del profundo efecto que las experiencias de la niñez y la adolescencia temprana tienen en la identidad sexual. De estas experiencias formamos un cuadro complicado de nosotros. Cómo percibimos lo que experimentamos, qué creemos que significa, dónde colocamos consciente o inconscientemente cada experiencia en el cuadro más grande, y cómo nos comportamos, como resultado todo, juega un papel en nuestra identidad sexual.
Cuando a un niño le dicen «marica» porque no lanza la pelota bien; esa experiencia se convierte en parte de su gran cuadro. Cuando molestan a una niña por ser «marimacho» porque posee fuerza corporal inusual; eso se convierte en parte de su gran cuadro. Cuando un menor de cualquier sexo es tocado inapropiadamente por una persona mayor de cualquier sexo, ese contacto aparece en algún lugar del gran cuadro. Cuando se le pregunta repetidamente a los adolescentes si son gays o lesbianas, esas preguntas son introducidas en el gran cuadro, conscientemente o no.
¿Y qué hacen las personas con el gran cuadro? Ese es el rompecabezas. Por qué una persona se vuelve promiscua y otra se convierte en sexualmente reprimida y una tercera parece funcionar según líneas enteramente convencionales es tan difícil de explicar como de predecir. Por qué una persona llega a ser más atraída a la forma masculina y otra a la forma femenina es también un misterio igual de complicado. ¿Quién sabe dónde comenzar a desenredar la pelota de trenzas que crea la atracción sexual hacia los menores o los animales o una lista de fetiches sexuales demasiado larga y complicada para catalogar aquí, y aún explicarlo?
LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA.
Sabemos esto: detrás de cada historia hay una historia. La mayoría de las veces (no todas, pero sí la mayoría), cuando escuchamos la historia detrás de la historia, lo que la gente hace (o hizo) de repente llega a tener mucho más sentido. No es que la historia detrás de la historia sea una excusa para los actos ilegales o inmorales, pero ayuda a interpretarlos.
Entendido lo anterior, todos sabemos que no existe excusa para la mala conducta. El chico que seduce a las chicas no es mejor que el que seduce a otros chicos. Ambos son seductores. Y eso tiene algo que ver con todos nosotros, porque, independientemente de la conversación acerca de la identidad sexual, nadie tiene el derecho de seducir a otra persona.
DAME UNA SEÑAL.
Las crisis de identidad sexual son autodefinidas. Lejos de la mayoría de amaneramientos o simulaciones de extrema conducta, realmente no existen señales de confusión de identidad sexual. Hombres delicados y mujeres rudas están todos dentro del rango de «normal» para su sexo. Tener un gran sentido de estilo o amar ciertos deportes son medidas ridículas para la identidad sexual de una persona.
PLAN DE ACCIÓN: HABLA DIRECTO.
A. No hagas bromas acerca de la identidad sexual en público o en privado.
B. No escuches bromas acerca de la identidad sexual en público o en privado.
C. No toleres bromas acerca de la identidad sexual en tu grupo.
D. Resuelve tu propia identidad sexual y elecciones de conducta, y consigue ayuda donde sea necesario para completar cualquier asunto no resuelto.
E. Toma muy en serio cuando un joven esté dispuesto a hablar contigo acerca de problemas de identidad sexual. Los adolescentes que se autoidentifican como bisexuales u homosexuales y aquellos que tienen encuentros con el mismo sexo o reportan atracción o relaciones románticas con el mismo sexo corren un mayor riesgo de:
- Abandonar la escuela, ser expulsado de su casa, y vivir en la calle.
- Uso frecuente e intenso de tabaco, alcohol, marihuana, cocaína, y otras drogas en un estado temprano.
- Relaciones sexuales, múltiples parejas, y violación.
- Enfermedades de transmisión sexual, incluyendo VIH (las chicas homosexuales tienen el menor riesgo de infecciones de transmisión sexual; pero es casi seguro que las adolescentes lesbianas hayan tenido relaciones sexuales con hombres, en cuyo caso el riesgo se mantiene).
- Suicidio: se encuentran entre 2 a 7 veces más propensos a intentar suicidarse que sus compañeros que se autoidentifican como heterosexuales.
Los datos no relacionan estos factores de riesgo con la identidad sexual per se, pero están de forma muy llamativa acoplados con reacciones negativas de inconformidad de sexo, estrés, violencia, falta de apoyo, problemas familiares, suicidios, y no tener hogar.
F. Enseña un acercamiento integral de la sexualidad. No utilices la Biblia selectivamente para hacer concluir sobre algún punto o para acorralar a alguien contra la pared; no es ese tipo de espada.
G. No hagas distinciones entre lujuria heterosexual, homosexual, y bisexual. No importa cuál es tu identidad sexual y teología, la lujuria no es permitida. La implicación de que tu lujuria es de alguna manera mejor que la de tu vecino es simplemente ridícula.
H. Haz distinciones claras entre experiencias sexuales e identidad sexual. Muchos menores experimentan con el mismo sexo y con otros menores. Luego, muchos ven estas experiencias como juegos de niños. Unos cuantos les dan mayor significado a esas experiencias en retrospectiva y necesitan seguridad de que es una experiencia bastante común del crecimiento. La introducción de un niño mayor, adolescente, o adulto a la historia cambia la experiencia de juego de niños del menor a un encuentro sexualmente abusivo. Algunas víctimas de abuso sexual en la niñez o en la adolescencia temprana llegan a creer que quizás son homosexuales porque participaron en actividades con el mismo sexo, o bisexuales porque sexualizaron encuentros con personas de ambos sexos.
I. Recuerda esto: no tienes voto en las actitudes sexuales de un joven, ni en sus creencias, o conductas más de lo que él puede votar sobre las tuyas. Puedes escuchar, aprender, aconsejar, enseñar, procurar entender, y persuadir, pero no puedes controlar. Nadie puede. Así que, si puedes lidiar con eso, no cierres puertas (salvo aquellas que protegen a otros jóvenes). Mientras sigan hablando, existe esperanza de un fin positivo.
Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.
Por Jim Hancock y Rich Van Pelt