Conducción profesional

Como su nombre lo explica, la conducción profesional se centra en la forma en que el líder enfoca su liderazgo en el nivel de las relaciones. Eso incluye: su habilidad en la selección e implementación del estilo de liderazgo más apto para cada circunstancia, su manejo del trabajo en equipo, la toma de decisiones, la comunicación, la animación de grupos, la motivación de individuos, la delegación de responsabilidades, la supervisión de las responsabilidades delegadas, el manejo de conflictos, y cosas semejantes.

Pero el líder no solo debe conducir de forma bíblica y profesional sus relaciones con los demás. También tiene que ser responsable, integro y profesional en cuanto a su propia vida, a la administración de su energía, su tiempo, su familia y otros recursos que Dios le haya dado.

En el capítulo La ejecución y evaluación consideraremos más a fondo la forma en que debe conducirse el liderazgo, especifícamele en su relación con Dios y con los jóvenes. Así que en este momento únicamente enfocaremos un aspecto que tal vez nos resulte sorprendente: la pasión.

Si nos preguntaras «¿Qué tipo de líderes necesita la pastoral juvenil?» responderíamos:

Ahora, si tuviésemos que elegir entre las cinco primeras características y la última, y no hubiera alternativa, indudablemente escogeríamos a alguien que tuviera fuego en el corazón, por encima de otro que llenara todos los requisitos de experiencia y educación.

Tal vez te sorprenda. Pero piénsalo así: podemos lograr que una persona que no conoce las Escrituras las conozca, podemos enseñarle sobre las problemáticas del adolescente y el joven de hoy, pero sería muy difícil lograr despertar pasión en alguien que no la siente.

Una persona puede tener mucho conocimiento, pero si no tiene pasión, no llegará a ninguna parte. Con esto no queremos quitarles mérito a las primeras opciones. Todo lo contrario. Aquellos que nos conocen saben que es así. Creemos que los conocimientos, la capacitación, la excelencia resultan fundamentales para poder intervenir en el juego que nos plantea el día de hoy. Lo que queremos señalar es que eso alcanza solo para una calificación de «regular» a «buena». Para un «muy bueno» se necesita pasión. Y para lograr la excelencia se necesitan todas.

Las personas que tienen fuego adentro, están motivadas, son más flexibles, trabajan con más ahínco y tienen más recursos. Hechos 17:16 dice: Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. La palabra enardecer significa «avivar una pasión». Pablo tenía un corazón pasional. Y debemos notar que la pasión produce perseverancia (2 Corintios 11:16-33) y estímulo (2 Corintios 9:2). La pasión es contagiosa.

Se hizo una investigación en la que se entrevistó a más de 500 grandes personajes provenientes de todas las áreas de trabajo, las artes y los deportes. No se encontraron dos personas iguales. Pero todas tenían una cualidad en común: la pasión. La pasión constituía la energía, el entusiasmo y el deseo que los distinguía a todos.

Le preguntaron a un alto ejecutivo, buscador de talentos: «¿Qué cualidades características busca usted en un líder?» Él contestó: «Lo que diferencia a un gerente de un líder dinámico e inspirador es algo que va más allá de la capacidad: es la pasión».

La pasión tiene que ver con un compromiso ardiente que hace vibrar todo nuestro ser: cuerpo, mente y espíritu. Nos hace sentir rebosantes de energía y llenos de vida. Nos permite activar la fortaleza interior: recursos, capacidades y energías de los que no teníamos conocimiento. La pasión enciende una chispa que nos inspira a nosotros y a aquellos que nos rodean, y nos impulsa a avanzar hacia mayores alturas. Los líderes, como los campeones, necesitan pasión.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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