CAMBIO
Las cosas simples deben ser simples. Las cosas complejas deben ser posibles. (Alan Curtís Kay)
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando piensas en la palabra «cambio»? Según sea tu respuesta, seguramente te identificarás con el grupo de los optimistas o los pesimistas. El primero piensa en la innovación, las oportunidades, el potencial, los sueños y los ideales. ¡Se llena de energía con el cambio! No obstante, el segundo sucumbe en la frustración, el desánimo y el negativismo. Tristemente, termina en medio de la depresión y el malestar. Es una pena que para muchos el cambio sea una mala noticia. Quizás has tenido malas experiencias o tal vez has visto historias de terror cuando alguien atrevidamente sugirió que las cosas podrían ser diferentes.
¿Alguna vez has intentado hacer un cambio en el ministerio juvenil, pero esto se ha convertido en una mala experiencia?
¿Alguna vez has intentado hacer algún cambio en el ministerio juvenil y esto ha llegado a ser una experiencia positiva?
¿A qué crees que se debe la diferencia entre una buena y una mala experiencia a la hora de proponer el cambio?
¿En qué facetas de tu ministerio juvenil te gustaría ver cambios?
Si hasta ahora el cambio ha sido una mala noticia, quiero informarte que eso puede cambiar a partir de hoy. ¡El cambio debe y puede ser una de las mejores experiencias de tu ministerio!
¡DE UN BUEN GRUPO A UN MINISTERIO SOBRESALIENTE!
Para comenzar con buen fundamento el tema de los cambios en el ministerio juvenil, es menester que regresemos al tema de nuestro primer capítulo: las expectativas. A menos que tengamos muy bien definido el destino de nuestro peregrinaje, no sabremos si estamos en la ruta correcta, y mucho menos podremos hacer los ajustes necesarios.
Recordemos… ¿cuál es la expectativa de Dios para tu ministerio juvenil?
¿Cómo evalúas tu ministerio juvenil a la luz de esta expectativa? ¿Estás avanzando en cuanto a cosechar estos resultados?
¿Te encuentras tú y el resto del equipo satisfechos con esto?
Las personas diseñan los sistemas del ministerio y se rigen por ellos. Es decir, somos nosotros los que decimos cómo se hacen las cosas y luego nos sentimos cómodos haciendo lo que dijimos que haríamos. Por lo tanto, implementar cambios tiene que ver con lidiar con la mentalidad de las personas y su costumbre (o comodidad) de desarrollar el ministerio de determinada manera. Entonces, si puedes definir y comunicar con claridad el destino del grupo de jóvenes, los propósitos a lograr, la expectativa de Dios a alcanzar. ¡tendrás un mejor fundamento para motivar el cambio!
Piensa en esta aventura como algo similar a navegar en un crucero. Se trata de un barco muy grande, muy complejo, que tiene un rumbo definido. Si te das cuenta de que la ruta se ha desviado, aunque sea unos pocos grados, tendrás que tomar el timón y hacer girar la nave. No puedes hacerlo de manera brusca, o mucha gente saldría dañada. Precisas hacerlo con suavidad, pero con firmeza, ya que encontrarás resistencia. Se requiere combustible y más trabajo de la maquinaria, sin embargo, sabes que vale la pena, porque de lo contrario llegarían a un destino no deseado (o sufrirían quizás un grave accidente).
A la luz del capítulo 1 de Daniel, quiero sugerirte cinco consideraciones importantes para llevar a cabo propuestas de cambio en tu ministerio o iglesia. ¡Al leer el pasaje, encuentro que Daniel hizo lo que llamaría «una propuesta imposible», contra todos los pronósticos! ¡Y ante nuestro gran asombro, la respuesta fue positiva! Aprendamos entonces.
Extracto del libro “Estratégicos y Audaces”
Por Howard Andruejol
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