CLASES DE APLICACIÓN

Las diferentes clases de Escritura requieren diferentes tipos de aplicación.

1. Aplicar Una Verdad. Juan 1 pinta una increíble imagen de Jesús como luz y vida. Cuando tengas que hacer la aplicación práctica de una verdad como la que está en Juan 1, pregúntate: ¿Cómo altera o refuerza esta verdad mi imagen actual de Jesús? ¿Cómo afecta esto mi relación con él? ¿Qué debo modificar internamente como seguidor de Jesús? Una verdad para aprender es una verdad para aplicar.

2. Aplicar Una Instrucción. Las instrucciones en las Escrituras caen en la categoría de aplicación del «solo hazlo». De hecho, si recopilaras todas las instrucciones de las Escrituras en una lista de quehaceres, probablemente nunca más te preguntarías acerca de la voluntad de Dios en tu vida. Dale agua fría en un vaso a un niño. Cuida de las necesidades de los huérfanos y las viudas. Alimenta a los hambrientos. Viste al desnudo. Refrena tu lengua. Lava los pies de otros (intenta esta última de ambas maneras, metafórica y literalmente). De acuerdo con Santiago, no hacer estas cosas es engañarnos a nosotros mismos. (Santiago 1:22-26).

3. Aplicar Una Promesa. Es probable que las promesas de las Escrituras sean las verdades más difíciles de aplicar, principalmente porque la aplicación requiere que las recordemos. En toda la Biblia Dios enfatiza la necesidad de recordatorios físicos que se deslicen por nuestra memoria lejana y nos mantengan caminando a la luz de sus promesas. Incluso Dios creó para nosotros un recordatorio de su promesa de nunca volver a destruir la tierra con una inundación. Algunas veces el mejor primer paso que podemos dar para aplicar una promesa es crear un recordatorio físico que haga que nuestros corazones permanezcan en sintonía por mucho tiempo aun cuando nuestras Biblias se encuentren cerradas. Algunas promesas son condicionales, y requieren acciones de nuestra parte. Considera 1 Juan 1:9 o Juan 3:16. Otras promesas son verdades que alcanzan a los creyentes sin condición, como la promesa de Dios de suplir todo lo que nos falte conforme a sus riquezas en Cristo (Filipenses 4:19).

4. Aplicar un Ejemplo. El observar cómo reaccionaron los personajes de las Escrituras ante sus circunstancias, nos proporciona una vasta colección de ejemplos a seguir. Considera la vida de José en Génesis, y encontrarás que desde cualquier punto de vista las cosas se ven muy sombrías. Pero José es aquel cuya vida encarna el asombroso principio que luego encontramos en Romanos 8:28, Génesis 50:20. Sus palabras le hablan a cualquiera que no pueda entender cabalmente que Dios puede cumplir su promesa de producir cosas buenas a partir de cosas malas.

Ora Las Mismas Oraciones. No hay aplicación más directa de las Escrituras que el hacer literalmente lo que las Escrituras dicen. Por ejemplo, cuando un autor de la Biblia hace una oración, nosotros también podemos elevar esa plegaria. Después de todo, tiene que ser una oración que le guste a Dios, ya que él la incluyó en las Escrituras.

Aquí hay una oración que Pablo elevó en nombre de sus amigos, personas bajo su paternidad espiritual en Colosenses. Haz esta oración por tus jóvenes, sustituyendo el ustedes por sus nombres: Colosenses 1:9-10. ¿Quieres unas cuantas más? Busca frases como «Yo oro» o «Oro que…», y mira a dónde te lleva. O revisa Efesios 1:18-21, Efesios 3:16-21, y Colosenses 4:12. Estas también son grandes oraciones para que los jóvenes oren por otros. Pablo escribió que había aprendido a estar contento en toda situación (Filipenses 4:12), y escribió estas palabras mientras estaba en la cárcel. Pablo y Juan dijeron que no podían dejar de hablar de Jesús a pesar de la amenaza de encarcelamiento (Hechos 4:20). Es fácil encontrar situaciones similares a estas en nuestras vidas y aplicar los principios que sus historias nos enseñan.

APLICAR LA PALABRA CON LOS JÓVENES

Ningún estudio bíblico o sesión de discipulado debería terminar sin un quehacer, ya sea con una acción interna o externa de modificación. La simple acción de considerar las tareas nos obliga como líderes a asegurarnos que estamos yendo en alguna dirección con el estudio. Cuatro palabras que deberían describir cualquier aplicación de las Escrituras son exacta, específica, oportuna, y responsable.

A. Exacta. Evalúa tus actividades de aplicación para asegurarte de que reflejen exactamente lo que las Escrituras enseñan. Puede sonar como una sutileza, pero esto le muestra a Dios que estamos poniendo atención a los detalles y que tenemos más interés en la obediencia que en nuestra creatividad. También garantiza una aplicación más poderosa. Si sientes que una actividad de aplicación o acción es ligeramente diferente de lo que las Escrituras enseñan, pero que aun así constituye una gran actividad y algo valioso de hacer, solo alerta de eso a tus jóvenes.

B. Específica. La especificidad ayuda a los jóvenes a ver cómo realmente se ve la aplicación en la vida real. Si el pasaje del que has estado hablando tiene que ver con el perdón, ayuda a los jóvenes a poner en marcha un plan para perdonar a alguien. Eso evita que caigamos en una aplicación general como «Tenemos que ser más perdonadores». Si el estudio está enfocado hacia una promesa clave de Dios, una lluvia de ideas ayudará a los jóvenes a encontrar maneras de recordar la promesa en el día a día, tales como colocar papelitos autoadhesivos, usarla como protector de pantalla, o mandarla a través de mensajes de texto.

C. Oportuna. Siempre sugiere un plazo para la aplicación, como: «antes de que la sesión termine», «en las siguientes 24 horas», o «hasta que el grupo se vuelva a reunir».

D. Responsable. Establece un sistema o plan para animar a los jóvenes a ser responsables los unos por los otros en sus compromisos de aplicación. Usa toda la tecnología disponible para hacer que eso suceda.

MANOS A LA OBRA: DIOS, CÁMBIAME. HECHOS 4:1-13.

Repasa tus notas para interpretar este pasaje del capítulo anterior. Pon atención especial a las respuestas que des a las preguntas con respecto a alguna situación similar de hoy en día, y acerca de cómo podemos imitar a los apóstoles. Luego responde esta pregunta: ¿Qué debo hacer?

Aplicar Dirección. Si tenemos la esperanza de imitar el coraje y la audacia de los apóstoles, debemos saber que todo eso viene de pasar tiempo con Jesús y confiar en la presencia del Espíritu Santo.

Pasar Tiempo Con Jesús. El mejor tipo de aplicación es la aplicación específica. Así que vayamos al grano. Hazte algunas preguntas: ¿Qué debo cambiar para pasar ese tiempo generador de coraje con Jesús? Evalúa la clase de tiempo que pasas con Jesús. ¿Es tiempo de calidad? ¿En qué cantidad? ¿Es la clase de tiempo en la que tomas coraje y convicción para derribar a esos perros grandes que son los adversarios de tu fe? ¿Cómo puedo mejorar ese tiempo con Jesús? ¿Podría alargar o intensificar mi tiempo con él? ¿Agrego más estudio bíblico? ¿Realizo alguna meditación? Haz algunos compromisos, como establecer una cita diaria durante los próximos 10 días. En el décimo día, evalúa tus esfuerzos y haz planes para los siguientes 10 días.

Confiar en el Espíritu Santo. Pregúntate: ¿Cuento con la presencia del Espíritu de Dios en mi vida? ¿Confío en él para que me guíe a la verdad, para que me recuerde qué decir cuando estoy bajo presión, para que me conforte y me tranquilice? ¿Qué cambios debo hacer para permitirle al Espíritu que esté presente de manera más poderosa en mi vida?

Y ahí lo tienes. Has pasado un tiempo prolongado con 13 versículos de la Palabra de Dios. La has observado. Interpretado. Aplicado.

Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad

Por Barry Shafer

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