Hay un innumerable listado de factores personales, relacionales y ambientales que influyen en la forma en que los individuos experimentan una crisis. Así que no es una pequeña exageración afirmar que dos no pueden tener la misma experiencia. En consecuencia, algunas psicodinámicas son comunes en la mayoría de las crisis; estas definitivamente se presentan así:

1. TOMAN A LAS PERSONAS POR SORPRESA. ¿Qué podría preparar a una chica adolescente para una violación en una cita? ¿Cuántas familias tienen por lo menos un plan mínimo de emergencia en caso que un desastre destruyera su hogar? Muéstranos algún padre que esté listo para escuchar que su hijo fue arrestado por posesión y tráfico de narcóticos. Nunca estamos del todo listos para algunas cosas; es por esto que se les llaman crisis.

Los adolescentes son conocidos por creer que las cosas malas les ocurren solamente a las personas malas, o por lo menos a otras personas. Ellos olvidan, o quizás los adultos olvidamos decirles, lo que dijo Jesús sobre los buenos, los malos y los ordinarios. Haciendo referencia de las personas que murieron cuando les cayó una torre encima, él preguntó: «Piensan … que esos eran mas pecadores que todos los demás?». No lo eran. Jesús dijo que su Padre hace que «salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos». A decir verdad, las personas son tomadas por sorpresa, desprevenidas y quizás indispuestas a enfrentar la vida como es y no como la tienen.

2. LAS CRISIS ABRUMAN. Cuando una joven de 15 años de edad descubre que está embarazada, hay una muy buena posibilidad de que, por un momento, deje de pensar claramente. La negación, el miedo, el enojo, la duda, el remordimiento, la confusión, la vergüenza, el aislamiento son bastantes cosas para aclarar. Si una madre pierde el último poco de confianza que tenía en su hijo, la siguiente cosa que está a punto de perder es la perspectiva. Enojo, miedo vergüenza, remordimiento y resentimiento pueden estar conspirando para declarar un estado de ley marcial en el hogar. El comienzo de una crisis puede causar un «corto circuito» en las habilidades mentales y emocionales. Una determinante, altamente motivada, autoemprendedora personalidad «tipo A», puede encontrarse con que la tarea más normal y ordinaria, se cae de su comprensión «hípercompetente».

3. LAS CRISIS DESPIERTAN OTROS PROBLEMAS QUE ESTÁN SIN RESOLVER. Cuando una crisis golpea, otros problemas salen del fondo de esa cueva emocional refunfuñando. De repente, una docena de voces se unen al aullido de esta crisis inmediata. Con razón las personas que están en esa situación murmullan: «Esto es más de lo que puedo manejar».

Consideremos un estudiante de la secundaria que pierde su empleo de medio tiempo tres semanas antes de la graduación de su escuela. Mientras hablas con él, verás que además de estar preocupado por pagar el evento, también le preocupa completar una tarea de inglés a tiempo y encontrar una tienda que venda los trucks correctos para el monopatín que compró por Internet con la tarjeta de crédito; que por cierto, apenas y tenía «permiso» de usar.

Si no tienes cuidado, probablemente te inclinarás a descartar la preocupación entera, porque se te olvidó cómo es la vida para un estudiante de secundaria. Si le proyectas tus propios valores, perspectivas y experiencias, vas fracasar en responder a sus necesidades genuinas (con las cuales, por supuesto, no estás relacionado en nada). Es fácil perder de vista que, al pie de un reto financiero inmediato, él también está tratando de arreglar otros tres problemas que están marginalmente conectados uno con otro. Por supuesto que está desconcertado. Ya que, en la adolescencia, a menudo, se sufre un desequilibrio de este tipo. La pregunta no es: «¿Por qué tanto alboroto?», sino: «¿Qué puedo hacer para ayudarte a solucionar esto?».

4. LAS CRISIS REDUCEN A LAS PERSONAS A LA INACCIÓN. Las crisis detienen a las personas en su caminar, algunas veces dejándolas estancadas en ese punto por un tiempo indefinido. Nadie aparte de Supermán puede hacer que el reloj retroceda, que es lo que se requeriría para poder alterar las circunstancias que llevan hacia una crisis. Mucha gente invierte demasiadas energías deseando que las cosas fueran distintas; tanta que ya no les queda la suficiente para tomar el siguiente paso (aun cuando están convencidos que ese siguiente paso los sacaría de ese hoyo negro en el que están). Cuando hay un sentimiento de desesperación combinado con un corto circuito en capacidades normales, especialmente si le agregas sustancias adictivas y comportamientos a la mezcla, es suficiente para hacer que la persona más proactiva llegue a un alto emocional devastador. Todos conocen a alguien que a sus quince (u once) años parece estar estancado; su crecimiento emocional está congelado en el tiempo. Es impresionante ver que el origen de ese estancamiento es por causa de una crisis pasada sin resolver.

5. LAS CRISIS DISTORSIONAN NUESTRA FORMA DE PENSAR, SENTIR Y ACTUAR. Debemos anticiparnos al hecho que los jóvenes y familias con las que trabajamos durante una crisis pueden no ser «ellos mismos». Las dependencias químicas son un excelente punto en este caso. Cuando los jóvenes empiezan a abusar del alcohol o alguna droga, están propensos a experimentar cambios de personalidad o de comportamiento. La droga de su elección de pronto se convierte en la ocupación primordial de su vida; y harán lo que sea por volver a experimentar la sensación que les da. Mientras están bajo el control de ese «antojo», el comportamiento que antes no era una opción ahora parece ser viable.

A veces, los líderes juveniles deben intentar proteger a la gente de sí mismos, motivando a los jóvenes y a las familias a retrasar cualquier decisión importante por un tiempo mientras lamentan una pérdida, un corazón roto o una tragedia. Sanar toma tiempo, pero no solamente tiempo. Es una analogía cruda, pero puede ayudarnos a relacionar una crisis con un hueso roto. Para que haya una curación apropiada, este necesita ser inmovilizado en el punto donde se rompió durante el tiempo suficiente para que la herida se cure.

Para un adolescente en crisis, el rebote de un romance, una mudanza de casa, salirse de un equipo, o la decisión repentina de dejar la escuela o de unirse a las fuerzas militares, llevarán consigo el potencial de extender, más que resolver, una crisis. No estamos diciendo que huir de un ambiente toxico no sea la mejor decisión para evitar crisis futuras. Es solamente para hacer notar que un crecimiento sostenido necesita de un tiempo sostenido y una atención específica para permitir que las vulnerabilidades emocionales de una crisis disminuyan, permitiendo una forma más racional y responsable para tomar decisiones a un largo plazo.

6. LAS CRISIS PINTAN UN PAISAJE SOMBRÍO DEL FUTURO. Las personas que se encuentran en una crisis cuestionan si algún día las cosas van mejorar. Lo dudan. La angustia emocional abruma el juicio de una persona. Se sienten desamparados, desahuciados y desafortunados; las tres «D».

  • Desamparado. Esto es mucho; ya no puedo con esto.
  • Desahuciado. No hay salida; este dolor nunca se va a acabar.
  • Desafortunado. No tengo suerte; y esto es todo lo que tengo.

En el control de las tres «D» es difícil adoptar la sabiduría de «esto también pasará». Poder identificar las diferentes opciones colapsa bajo la pesada convicción de que una solución no aparecerá. La desesperanza que refleja en la voz y en el semblante de la persona que está falta de afecto, de emociones. Esto también se nota en la frente y la postura y en la forma en que respira.

Entender una crisis implica poder detectar las causas y los efectos de las experiencias que hacen que las personas pierdan el equilibrio. Quiere decir que hay que llegar a dominar las habilidades de escuchar y hablar para dar una perspectiva distinta; seguida por esperanza; seguida después por un movimiento concreto y directo para volver a establecer un equilibrio. Entender una crisis implica ponerle atención a nuestras experiencias de una manera que nos permita expresar empatía por las personas que no están mejor que nosotros, un poco peor, o están en una posición completamente distinta a la nuestra.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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