Hay varios factores que hacen tremendamente estratégico el trabajo con este grupo de edad. Consideraremos algunos de ellos.

 1. Avance acelerado de los fenómenos relacionados con la adolescencia.

Ya hemos hablado acerca de ello, por lo tanto, no vamos a extendernos demasiado en este punto. Como ya señalamos anteriormente, la presencia de los medios masivos de comunicación en nuestros hogares hace que los preadolescentes vivan de forma vicaria muchas experiencias que antes estaban reservadas únicamente para los mayores.

Mientras nosotros pensamos que nuestros niñitos o niñitas de doce años no se enteran de nada, ellos están hartos de ver en los medios desde relaciones pre y extra matrimoniales, hasta series televisivas que consideran que ser lesbiana o gay es lo más normal, natural y divertido del mundo. Los medios de comunicación aceleran su crecimiento y maduración, exponiéndolos cada vez más a situaciones y estilos de vida propios de los adultos. Por lo tanto, nosotros, como agentes de la pastoral juvenil debemos ser conscientes de esa realidad y actuar en consecuencia, trabajando a partir de la realidad que viven, de la que, en muchas ocasiones, sus padres ni siquiera son conscientes.

2. Carácter gregario.

Los adolescentes también participan, en cierta manera, del carácter gregario. Sin embargo, cuando llegan a la edad de 15 ó 16 años sus gustos comienzan a diversificarse y, por lo tanto, los grupos comienzan a dividirse. A medida que van desarrollando identidad propia, los adolescentes comienzan a perfilar sus diferencias con el resto de los adolescentes de su grupo. La música, el tipo de lectura, la orientación vocacional (algunos dejan la escuela e inclusive la iglesia), las amistades fuera de la iglesia, y otras decisiones, van abriendo brechas entre ellos. A medida que estas diferencias se vuelven más notables, la capacidad para movilizarlos disminuye. Aunque no imposible, cada vez resulta más complicado encontrar actividades que resulten válidas y atractivas para todos.

No sucede lo mismo con los «pre». Ellos todavía tienen un carácter marcadamente gregario (el diccionario define como gregario a aquel que sigue de forma ciega al grupo o que tiene la tendencia a agruparse) y todavía es fácil liderarlos, entre otras cosas, porque se dejan llevar. En esa edad el grupo tiene una fuerza de movilización mucho mayor a la del grupo de adolescentes. Para los «pre» asistir al grupo es la oportunidad de salir de casa, de ser mayores, de no tener que acudir a actividades donde los padres estén presentes. En fin, es un paso más hacia la iniciación de esa vida adulta que ya a esta edad muchos empiezan a desear.

El tipo de actividades que pueden satisfacer sus necesidades y hacerlos sentir a gusto son más fáciles de hallar. A diferencia de los adolescentes, sus gustos todavía no están tan formados ni definidos. Al mismo tiempo, los «pre» tienen una vertiente infantil que hace que puedan disfrutar del juego.

Extracto del libro “Raíces”

Por Félix Ortiz

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí