La fe bíblica tiene que ver con confianza. En la pastoral juvenil, será la confianza en que Dios puede usar nuestra vida para producir un impacto y una transformación en la vida de los jóvenes. Debemos confiar en que Dios quiere, puede y va cambiar las vidas de aquellos individuos con los que trabajamos, y en que Dios puede actuar más allá de nuestras posibilidades, capacidades y recursos.

Determinar objetivos

Somos conscientes de la importancia de tener un propósito último y sabemos cuál es el de la pastoral juvenil: que las personas a nuestro cargo lleguen a ser personas maduras en Cristo Jesús. Es importante que siempre apuntemos todos nuestros esfuerzos hacia ese fin y que compartamos esa visión con la gente que lideramos. El propósito final, a largo plazo, se logra a través de metas y planes intermedios. Y a corto plazo, a través de un plan de trabajo por un año, por un mes, en un campamento, en una reunión semanal. Para cada una de estas tareas o actividades necesitamos objetivos específicos, de modo que podamos organizar, conducir y evaluar bien. (Sobre información acerca de cómo determinar si una tarea o actividad tiene valor educativo o no, recurrir a la sección El valor educativo de las actividades en el módulo 5, capítulo 20).

Planificar las actividades necesarias

No basta con determinar los objetivos. Es preciso enumerar las actividades para que el proyecto se encamine hacia el cumplimiento de los objetivos. Sería irresponsable animar a la gente a que procure alcanzar alguna meta cuando no les habilitamos el poder lograrlo.

Organizar el trabajo

Una vez que disponemos de una lista completa de las actividades de que consta un proyecto, podemos pasar a la fase siguiente que consiste en determinar la relación que existe entre las actividades. Resulta evidente que algunas de ellas deben llevarse a cabo antes que otras, mientras que hay actividades que pueden realizarse de manera simultánea.

Programar los tiempos

Es preciso también determinar la cantidad de tiempo y, por supuesto, de los otros recursos que cada actividad requiera. Esas estimaciones redondean la planificación del proyecto. Una de las estrategias útiles para evaluar actividades inciertas o escasamente conocidas, es la de manejar tres estimaciones de tiempo. La primera estimación es la que podríamos llamar optimista. Por ejemplo, el tiempo mínimo necesario para realizar una determinada cosa si todo marchara bien. La segunda estimación es la pesimista, o sea, el tiempo necesario en el supuesto caso de que hubiese dificultades y muchas cosas salieran mal. La tercera estimación es la más probable, la duración de las actividades dentro de la distribución habitual de factores a favor y en contra.

Asignar responsabilidades

Potenciar a los demás implica concederles recursos y la autoridad que necesitan para que las cosas se puedan realizar. Recién entonces podemos pedirles que se hagan responsables de las tareas que les delegamos.

 Mantener líneas de comunicación

Hay muchas maneras de comunicarnos: conversaciones informales, reuniones formales, grupos pequeños, cartas, correo electrónico, llamadas telefónicas. Busquemos los medios más cómodos para nosotros, más agradables para los demás y que logren el propósito de fomentar una buena comunicación.

Desarrollar cooperación

A través de las Escrituras encontramos muchos ejemplos de liderazgo en equipo, en los que varias personas contribuyen aportando sus puntos fuertes y especialidades (Moisés, Aarón y Miriam, Pablo, Silas, Bernabé). El buen líder no pretende hacer todo solo, sino que reconoce con humildad tanto sus fortalezas como sus debilidades y busca que otros lo complementen.

 Establecer puntos de control

Los puntos de control son como los mojones que antiguamente marcaban el recorrido de los caminos, de modo que los viajeros supieran si avanzaban en el sentido correcto. Eran recordatorios visibles de la trayectoria. Parecida es la utilidad de los puntos de control en la carrera hacia los objetivos del proyecto: sirven para medir cómo avanzamos en nuestra trayectoria. Cabe distinguir, asimismo, entre controles a largo plazo y controles a corto plazo.

A menudo sucede que la operación de Dios en nosotros comienza precisamente en el punto en el que empiezan nuestras debilidades y limitaciones, debido a que tenemos la mala costumbre de caminar en fe, es decir en una auténtica y genuina dependencia del Señor, tan solo una vez que hemos agotado todos nuestros propios recursos. Dios recibe gloria cuando nuestros ministerios van más allá de nuestras posibilidades. Lo vemos en 2 Corintios 12:9-12 y Jueces 7:2.

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