TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

El trastorno de estrés postraumático es un desorden de ansiedad que a veces se desarrolla como repercusión de eventos aterradores en los cuales un asalto o una lesión corporal fueron presenciados, amenazados, o de hecho ocurrió. Este trastorno no es universal, de ninguna manera. La mayoría de las personas expuestas al desastre, por ejemplo, no experimentan efectos mayores de salud mental, y aquellos que sí, tienden a recuperarse en un par de años. Pero pueden ser dos años muy difíciles, incluyendo memorias vívidas, pensamientos destructivos y pesadillas, parálisis emocional o híperexcitación, molestias para dormir, depresión, ansiedad, dolores de cabeza, molestias estomacales, mareos, dolor en el pecho, irritabilidad, estallidos de ira, y sentimientos de intensa culpabilidad. Ninguno de estos está fuera de la norma en la repercusión inmediata del trauma. Cuando los síntomas persisten más allá de un mes, un profesional de la salud mental puede diagnosticar el trastorno de estrés postraumático.

A la miseria le encanta la compañía. El trastorno de estrés pos­traumático, en su máxima expresión, puede estar acompañado de conductas adictivas y autolesivas ocurriendo al mismo tiempo; de duda, paranoia y paros psicóticos, depresión severa, conformidad excesiva, temor a la intimidad, y un sentido creciente de impotencia, desesperación y angustia.

El trastorno de estrés postraumático puede ser desencadenado por un asalto personal violento, una violación, o un ataque; por desastres o accidentes naturales o causados por humanos; o por un combate militar. Cerca del treinta por ciento de aquellos que pasan tiempo en las zonas de guerra sufren de trastorno de estrés pos-traumático. Las personas que se sobrepusieron a un abuso en la niñez u otro trauma previo tienen de alguna forma más posibilidad de experimentar un trastorno de estrés postraumático.

Antiguamente se creía que, por lo general, la parálisis emocional que seguía a un trauma era una señal de resistencia. La sospecha que crece entre los investigadores hoy es que las personas que exhiben distancia emocional, después de un trauma,pueden estar más dispuestas a un trastorno de estrés postraumático1.

PLAN DE ACCIÓN: HABLA

Las buenas noticias es que hablar al respecto ayuda. Puesto que el diagnóstico fue reconocido en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual de diagnóstico y estadística de trastornos mentales) de la Asociación Siquiátrica Americana en 1980, un cuerpo de investigación estableció la efectividad de la terapia cognitiva- conductual y la terapia grupal (ambas fundamentadas en hablar) para sobreponerse al trauma. Los medicamentos pueden ayudar a aliviar los síntomas relacionados con la depresión, ansiedad e insomnio, pero no es necesariamente indicado para una recuperación a largo plazo.

Algunos estudios muestras que entre más temprano mejor para hablar a través del trauma de eventos catastróficos. Luego de un huracán en Hawái, un estudio con una muestra de doce mil niños de la escuela encontró que, dos años más tarde, aquellos que recibieron consejería pronto, después de la tormenta, se encontraban mejor que aquellos que no lo recibieron.2 Si sospechas del trastorno de estrés postraumático, puedes ser un consejero que brinde ayuda significativa a aquel que lo sufre al proveer un espacio seguro para hablar. La probabilidad es que serás una gran ayuda al referirlo a un profesional de salud mental que tenga experiencia tratando a personas que sufren de trastorno de estrés postraumático. En ese sentido, en el evento poco probable de un desastre masivo, podrías estar atendiendo a un gran número de jóvenes que necesitan experiencias grupales para ayudarlos a procesar su trauma y comenzar la recuperación.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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