Hemos encontrado que es importante no entrar al tiempo del culto familiar con una expectativa rígida y un plan rígido. Deseamos una atmósfera de libertad, en la que los adolescentes se sientan libres de hacer preguntas, expresar dudas, expresar confusión, debatir aplicaciones y tratar de sacar inferencias e implicaciones, todo esto sin miedo a ser callados, regañados o ridiculizados. Lo que queremos es que conecten la verdad con sus vidas, se convenzan y sean capturados por ella, por lo tanto, no tenemos prisa. Queremos darles tiempo para entender y para que el Espíritu Santo obre. Este tiempo es para ellos. No tenemos expectativas acerca de la cantidad de material que se cubrirá y nuestra meta no es que nuestros adolescentes concuerden con nosotros. La meta es estimular en ellos un hambre por Dios, por lo mismo debemos estar relajados, ser pacientes y creativos.

  1. Busca oportunidades para dirigir a tu adolescente hacia Dios. No permitas que vivan en un ateísmo funcional, un punto de vista práctico de la vida en el que Dios está ausente. Busca la manera que con naturalidad señalen hacia la presencia, poder y provisión del Señor. Sabemos que él está allí, sabemos que siempre está activo, y sabemos que todo lo que hace es bueno. Debe haber muchas oportunidades para señalarles esto a nuestros adolescentes. Tenemos que proteger a nuestros adolescentes de una teología equivocada en la que Dios es pasivo y distante. Muchos adolescentes creen en un Dios que sencillamente no hace ninguna diferencia, por lo que su fe y sus vidas existen en dos niveles completamente diferentes.

Señala las respuestas directas a la oración. Habla de las situaciones en las que ha dado fortaleza y sabiduría. Ayuda a tus adolescentes a reconocer ejemplos de la protección y provisión del Señor. Apunta los lugares donde la Escritura preparó a tu adolescente para algo que estaba enfrentado. Discute esas situaciones en las que la Escritura dio dirección y rumbo en el tiempo de decisión. Señala los “dones buenos” que Dios provee amorosamente. No permitas que tu adolescente viva en un mundo funcional en el que no existe Dios.

  1. Sé positivo y cristocéntrico en tu uso de la Escritura. Hay muchos adolescentes que desarrollan una actitud negativa hacia la Escritura por la manera en la que fue usada por sus padres. No uses la Escritura como una vara para infligir culpa, para humillar a tus adolescentes o para condenar. No avergüences a tus adolescentes usando la Escritura. No los golpees con la Biblia. Recuerda que la verdad siempre debe ser dicha en amor. El propósito de la Palabra en la vida de tus adolescentes no es golpearlos hasta el suelo y desanimarlos, sino prepararlos para estar “enteramente preparados para toda buena obra” (2 Tim. 3:17).

Extracto del libro “Edad de Oportunidad”.

Por Paul David Tripp.

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