32. SÉ IMPARCIAL, PERO NO APOLÍTICO

El alejamiento de los jóvenes cristianos de las iglesias refleja una desvinculación con las instituciones políticas formales. Atrapados entre aso­ciaciones negativas con la «derecha religiosa» y una falta de habilidad para hacer corresponder ciertas políticas de la izquierda con sus valores, muchos jóvenes cristianos paradójicamente realizan la tarea política de promulgar la justicia mientras permanecen siendo apolíticos declarados. Muy a menudo esto resulta en la negligencia de las técnicas profesionales efectivas a favor de un activismo amateur dañino.

Los pastores y maestros deberían retar a los de este milenio a ir más despacio, de modo que no se desperdicien las oportunidades que presen­ta su mezcla de características única Ellos deberían alentar a los jóvenes a informarse sobre sus pasiones, estudiar y someterse a la tutela de los que ya transitaron ese camino. Deberían recordarles a los jóvenes que los impactos que perduran raramente son producto de unos celos ardientes, sino casi siem­pre son resultado de un compromiso de acero y sereno para una vida entera. De modo simultáneo, los líderes deberían reconocer las muchas ca­racterísticas encomiables de los milenarios. Su confianza, la preferencia por los equipos, la priorización de las relaciones sobre las ideas, y el deseo de manifes­tar sus valores a través de la acción, los hace adecuados de una forma única a fin de refrescar y usar las instituciones políticas para bien.

Finalmente, la iglesia ha evitado muy a menudo enseñar política Pa­blo afirmó el rol ordenado del gobierno; sin embargo, los cristianos deben de­sarrollar una teología de compromiso político. Los líderes precisan desarrollar un entendimiento de la congruencia entre la fe cristiana y las esferas de la vida civil, y del tiempo devoto para explorar estos conceptos con aquellos a quienes guían.

33. HABLA SOBRE TI

Tristemente, la iglesia a veces se destaca por ser artificial. Para la ma­yoría de la gente, la iglesia es como un orador público que después de cantar en público, enseña y motiva filas impecables de gente pasiva y vestida decen­temente. Nadie es real por completo. Las familias pelean de camino a la iglesia, se ponen su traje de comportamiento cristiano al bajarse del carro, y después reanudan la pelea de regreso a casa Algunas veces la familia del pastor lo hace también, pero nunca te lo dirán.

La Biblia, sin embargo, es muy real. En medio del desorden humano. Dios envió a su Hijo completamente humano. Jesús siente todo lo que sen­timos: alegría gozo, familiaridad y amistad, traición y tentación, pena y dolor. Asimismo, lee las cartas del apóstol Pablo. En el contexto de una cultura que se enfrentaba a la salvación, ¡a propia revelación de Pablo acerca de su angustia, su enojo, su depresión y sus dudas resulta asombrosa «Me glorío en mis debi­lidades», anunció. No obstante, ¿qué predicador hace esto?

¡Habla acerca de ti! Así como Pablo o los escritores de los Salmos, deja que la gente sepa lo que te causa dolor, lo que te enoja lo que te resulta difícil de sobrellevar en la vida y cómo Dios y las personas a tu alrededor están ayudándote a lidiar con esto.

34. SÉ COMO JESÚS

Quiero que seas alguien a quien me gustaría imitar cuando crezca Quiero que des un paso al frente y vivas los estándares de la Biblia Quiero que seas inexplicablemente generoso, increíblemente fiel y radicalmente compro­metido. Quiero que seas una persona mucho mejor que mi profesor humanista que mi doctor ateo, que mi vecino hindú. Quiero que vendas todo lo que tienes y se lo des a los pobres. Quiero que no te preocupes por tu salud como si tu­vieras miedo de morir. Quiero que vivas como si en verdad creyeras en el Dios que predicas. No quiero que seas como yo, quiero que seas como Jesús. Ahí es cuando empezaré a escucharte

35. ABRAZA EL EVANGELIO RADICAL

Tengo problemas para conciliar la desconexión entre lo que la iglesia dice y lo que sus miembros hacen. No logro entender la aplicación cuando ía iglesia me dice que viva de acuerdo a la Biblia, pero en la realidad veo a sus miembros vivir por este lema: «Si trabajo duro, tengo derecho a cualquier cosa que me haga feliz». Entiendo el concepto de proveer para mi familia, pero me decepciona cuando las conversaciones acerca del nuevo mostrador de granito de la cocina tienen más peso que aquellas sobre seguir a Cristo. Veo mucho esfuerzo para obtener ganancias financieras, tanto de parte de los miembros de la iglesia como de las iglesias mismas, y no creo que es lo que yo debería estar persiguiendo en el nombre de Cristo.

Si puedo hablar por mi generación, somos presentados con esta di­cotomía: tu arduo trabajo nos ha permitido increíbles oportunidades, mientras que al mismo tiempo tus prioridades y acciones lo dicen todo, He llegado a sentirme completamente convencido de que tener más de cualquier otra cosa que no sea amor por Dios y el prójimo no me va a hacer sentir satisfecho con mis relaciones y posesiones. Me pregunto cuán radical sería la iglesia si nues­tras acciones hablaran más fuerte que nuestras palabras, y si dichas acciones reflejaran el Gran Mandamiento.

36. NO SEAS CONDESCENDIENTE

Mi comunidad cristiana me malentiende porque soy joven y mujer. La gente a menudo asume que mi trabajo relacionado con el desarrollo inter­nacional es solo una «etapa», concebida para mi propia satisfacción, como si lo hiciera por la emoción o las fotografías que traigo a casa. Quisiera que mi comunidad viera mi trabajo por lo que realmente es: lo mejor que puedo hacer para mostrar el corazón de Cristo. No se trata de una etapa sino de una parte importante de la persona que Cristo tuvo la intención que fuera.

Nuestro trabajo no se ve como un ministerio tradicional cristiano. El nombre, de Jesús no está en nuestro título y el evangelismo no es el enfoque principal de nuestras actividades diarias. Sin embargo, estamos trabajando para el reino de Dios y creemos que esta es la forma en que Dios nos permite alcanzar a la gente para cumplir su propósito. Dios ha puesto un sueño y un llamado en nosotros y pedimos que la iglesia más que considerarnos jóve­nes idealistas, pudiera vernos como guerreros de Dios que estamos actuando como los brazos de Cristo, alcanzando al mundo con amor, esperanza y poder.

Extracto del libro Me Perdieron

Por David Kinnaman

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