13. TÓMATE UN AÑO SABÁTICO

Tomarse un año sabático antes de ir a la universidad crea una opor­tunidad remarcable para que los estudiantes piensen de manera más profunda e intencional acerca de la persona que Dios los está llamando a ser. Muchos estudiantes tienen problemas durante sus años universitarios debido a que no pueden encontrar la razón o el sentido de ir a la universidad. La universidad se ha convertido en el siguiente paso luego de la escuela secundada y casi nunca se piensa: ¿Por qué?

Una tendencia creciente en los campos cristianos, iglesias y minis­terios paraeclesiásticos es proveer la experiencia de un año sabático para los estudiantes que los aleje de la rutina de la escuela y los lleve a una profunda relación con Dios. Estos programas de residentes típicamente duran nueve meses, enfocándose en la visión del mundo, la identidad y el servido, e in­cluyendo una experiencia transcultural. Aunque no son para todos, muchos estudiantes que participan en los programas de un año sabático están mucho más preparados para la transición de la universidad a la adultez.

Como seguidores de Cristo, somos retados a no amoldamos al mundo actual (Romanos 12:2). Esto es un recordatorio de que la iglesia está moldeada por una historia diferente con una definición distinta del éxito. Dema­siados estudiantes y padres dejan que «la historia del mundo» los dirija en sus decisiones en cuanto a la educación superior, y fallan en pensar de modo crítico y bíblico acerca de los mejores caminos para una vida después del colegio. Participar en un programa de año sabático es algo que ayuda a contrarrestar esta tendencia.

14. CONSIDERA LA EDUCACION EN SERIO

La educación debería guiarnos a conocer, amar y servir a Dios. Co­nocemos a Dios por medio de la fe y la razón, y esto es lo que la educación debería esforzarse por alcanzar… Escribo esto como recién graduada de la Universidad Tomás de Aquino, lista para enfrentarme al mundo. He sido bendecida con cuatro años de educación católica en arte liberal (cuatro años de teología, filosofía, mate­máticas, ciencias y literatura) que me guiaron a Dios por medio de la fe y la razón. Me siento anclada en la verdad y lista para compartirla con otros. Sé que muchos no están dispuestos a escuchar acerca de esto. Solo deseo que ellos también puedan ver lo que veo y piensen lo que yo pienso, no porque quiero conquistarlos, sino porque deseo que la verdad los libere. Siento el contagio de mi propia felicidad y añoro el momento de compartirla con otros. No puedo parar de creer que si ellos tuvieran la oportunidad de ver el matrimonio entre la fe y la razón, también abrazarían el Camino y la Verdad y la Vida.

15. INTERPRETA LA CULTURA

La Biblia comienza con el matrimonio de Adán y Eva, y termina con el matrimonio entre Cristo y la iglesia. Justo en el medio, encontramos una ce­lebración desenfadada del amor erótico llamada Cantar de los Cantares. Creo que cada una de las canciones de amor escritas (¡y vaya que se han escrito!) es un intento fallido de igualar el Cantar de los Cantares. Todo lo que necesitamos es encender la radio y —si escuchamos— oiremos el llanto de un corazón por amor, lo que sería el llanto de un corazón por Cristo. Más que una cultura, las canciones proveen una ventana al alma, pienso que el auge de la música rock en las décadas de 1950 y 1960 dice mucho. Si podemos reconocer al Cantar de los Cantares como la banda sonora del cristianismo, pienso que el rock and roll podría describirse como la banda sonora de una revolución sexual. No estoy afirmando con esto que condeno la música rock. Estoy diciendo tal cosa para que sepamos cómo redimirla

El Cantar de los Cantares expresa de forma apropiada el eros diri­gido. La música rock por lo general expresa el eros desviado. Al «desenredar» las distorsiones de la música rock, ¿qué encuentras? Un atisbo del amor del Cantar de los Cantares, y descubrimos que hemos estado buscando a Cristo todo el tiempo.

16. ENCUENTRA A LA FAMILIA DE DIOS

Muchos de nosotros, incluyéndome a mí, cargamos con heridas pro­fundas producto de las circunstancias del recorrido hacia la adultez. Aun así, la mayoría —de acuerdo a algunos estudios, nueve de cada diez— desea estar casado y hacer crecer una familia propia ¿Cómo se pueden reconciliar estas emociones conflictivas?

Nada que excluya la fe cristiana resulta adecuado para este cometi­do. Nosotros, los de este milenio, debemos absorber los «¿por qué?» del diseño de Dios para las familias. Y no nos debemos cansar de buscar un entendimien­to de estas verdades solo porque los que vivieron antes de nosotros las mode­laron pobremente, o porque a la cultura no le sirven, o porque no nos gusta la forma de aquellos que las defienden en la arena política

Los de este milenio hemos sido llamados «la generación de la justi­cia». Es tiempo de que empleemos algo de esa justicia en nosotros mismos, rehusándonos a dar por garantizadas las falsificaciones del matrimonio y la familia que hemos heredado. Debemos aprovechar la apasionada convicción que nos hace añorar vivir una historia que trascienda más allá de nosotros mis­mos, y luego enfocamos en procesar y promover el guión de Dios en cuanto al matrimonio y la familia Si nos aferramos a esta causa de la misma forma en que nos aferramos a muchas otras cosas, veremos los corazones sanar, la fe restaurarse, y a este mundo que está de cabeza enderezarse.

17. ENCUENTRA TU LLAMADO EN EL MERCADO

Como hombres y mujeres en el mercado debemos primero damos cuenta de cuál es el propósito de Dios para nuestro negocio y después apo­yarnos en los principios bíblicos y teológicos a fin de en realidad darles forma a tales negocios y desarrollarlos, Afortunadamente, tenemos algunos de esos modelos a seguir. La economía de mutualidad de Mars Inc. crea comunidades sostenibles al este de África. El liderazgo servicial de Chick-fil-A equipa a ope­radores y propietarios para festejar las historias de sus empleados y clientes. DEMDACO enfatiza la estética a fin de levantar el espíritu de los que toca. Servicemaster usa el principio subsidiario para darles fuerza a sus empresa­rios. Aunque estos esfuerzos pueden parecer «leves», reflejan un intento de encontrar una «paz en el mercado» que lleve a un florecimiento humano; son un intento por encontrar la unión entre el mercado real y el reino real.

A diferencia de muchos empresarios, no debemos esperar hasta haber tenido éxito para descubrir la importancia del llamado de Dios para no­sotros. Podemos aceptar el llamado que Dios nos hizo en Génesis: ser co- creadores en este magistral campo de juegos al que él le llama reino.

Extracto del libro Me Perdieron

Por David Kinnaman

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