¿De Qué se Trata?: Conoce y utiliza técnicas que te permitan desarrollar un ministerio juvenil perdurable.
1. Confía en Dios para producir los frutos. Cuando sentimos el peso de cada acontecimiento, nos entra el desaliento. Cuando pensamos que somos los que tenemos que llevarlo a cabo, nos abrumamos. Cuando medimos el éxito del ministerio por la concurrencia o por los miembros nuevos, nos desanimamos. Un ministerio perdurable depende de Dios para lograr el fruto. Sólo podemos hacer lo que Él dice y confiar en que Él hará lo que prometió.
¿Cuáles son las tres promesas que tienes que recordar y en las que debes confiar?
2. Permanece fiel. Ser fiel a Dios es fácil cuándo todo va bien; pero, ¿qué pasa en circunstancias más desfavorables? ¿Crees que estás tratando de huir de tu llamado por causa de las presiones? ¿Estás ocultando tus problemas como Elías? Nuestro trabajo para Dios durará más allá de nuestras propias vidas mientras permanezcamos fieles al ministerio; inclusive cuando parezca que nada tiene sentido.
3. Sé perseverante. Cada principio de año, miles de personas se inscriben en algún tipo de deporte con la intención de mejorar la figura y controlar el peso. Unas semanas más tarde, la mayor parte de ellos abandona. ¿Por qué? Porque el progreso no es suficientemente rápido. El peso sigue igual y de la figura, ¡ni hablar! Ellos olvidaron el concepto de «perseverar hasta el fin». El apóstol Pablo dijo que peleó una gran batalla para alcanzar su llamamiento en Cristo. Él sabía que nadie llega a la madurez espiritual de la noche a la mañana, y eso incluye nuestro ministerio juvenil. ¡Persevera y alcanzarás la victoria!
4. Invierte en la gente, no en los programas. Quizás dentro de cien años, los congresos juveniles dejen de existir tal como los conocemos, pero las personas sobrevivirán. Diseña tus programas para que tengan un impacto eterno. Usa los programas como una herramienta para alcanzar a la gente, no para sorprenderlos. Cada generación tiene su propia fórmula para el crecimiento de la iglesia, pero el que obra es Dios. Dios usa los programas para alcanzar a la gente, no al revés. Planea tus programas pensando únicamente en las personas y Dios hará el resto.
5. Desarrolla el carácter de Cristo. Alguien ha definido el carácter como «aquello que somos cuando nadie nos mira». Cuando estamos solos y nos quitamos todas las máscaras aparece lo que realmente somos. Un aspecto para imitar de Cristo es que él permanecía igual todo el tiempo. Eso es carácter. Cuando desarrollamos una integridad como la de nuestro Salvador, nuestro ministerio seguirá obrando en la vida de las personas aún después de nuestra muerte. ¿Suena imposible? ¿No estamos siguiendo a un carpintero desde hace más de 2000 años? ¿Acaso no debemos imitar a Pablo como él imitó a Cristo? ¡No es descabellado pensar que las generaciones futuras tratarán de imitarte a ti, si vives una vida de perfecta comunión con Dios en Cristo Jesús!
6. La gente olvida los mensajes, pero recuerdan la bondad. Si no te importa que te desinflen el ego, pide a tu clase que haga una lista de las lecciones que les diste en los últimos seis meses. Después, pídeles que anoten todo lo que alguien dijo o hizo para ellos que fuera muy amable en los últimos seis meses. ¿Qué lista piensas que será más larga? Los mensajes son grandiosos, pero duran sólo un momento. La bondad es un fruto del Espíritu que permanece para siempre.
7. Debes estar preparado para marcharte desde el principio. Estaba hablando con un miembro de la iglesia donde Max Lucado sirve y le pregunté: ¿Que pasará en la iglesia cuando Max se marche? Él contestó: «Nada. La iglesia no se construyó alrededor de Max, está construida alrededor de Cristo». Max ha conducido a la iglesia en una dirección en la que no depende de él. Lucado está preparado para marcharse, aún cuando él nunca se marche. Su ministerio tiene la señal a largo plazo de Jesús, no la señal a corto plazo de Max.
8. Aprende a caminar en equilibrio. Todos conocemos ministros que son adictos al trabajo en el ministerio. Pero la palabra de Dios nos dice que necesitamos ser equilibrados en toda nuestra forma de vivir, si es que deseamos ser verdaderos ministros de Dios. Realmente no tenemos que ser ministros perfectos, padres de familia perfectos y, además, perfectos en cualquier otra cosa. Pero lo cierto es que necesitamos vivir una vida equilibrada que sea un ejemplo para los demás. Si nos conocen por nuestro arduo trabajo en la iglesia y en el ministerio, esto puede comunicar que ignoramos a nuestras familias, ya que no les damos tiempo. Una vida equilibrada se demuestra cuando nos reconocen como un hombre o una mujer de Dios en todas las áreas de la vida.
9. Ama mucho. Cuando Jesús comió con Simón el fariseo, su anfitrión se molestó cuando una mujer pecadora entró y untó los pies de Jesús con perfume. Jesús vio el acto como una expresión de amor. Él entonces se dio vuelta hacia Simón y le explicó la diferencia entre él y la mujer. Simón sintió poca necesidad de perdón y por lo tanto amó poco. La mujer sintió una gran necesidad de perdón y eso la hizo amar mucho. Nuestro ministerio prospera cuando somos conscientes de todo lo que Dios nos ha perdonado y nos sigue perdonando en Cristo. Su completo perdón nos hace amar a los demás como Jesús nos ama.
10. El tiempo es relativo. Puede tomarnos toda una vida construir un ministerio perdurable; o, como a Jesús, sólo puede tomarnos tres años. Lo que duren nuestros ministerios, mucho o poco, depende de Cristo, no del tiempo que le dediquemos. Dios tiene un plan especial para cada uno de nosotros, lo cual determina la velocidad con la que hacemos las obras que nos ha llamado a hacer. La verdadera paz, el poder y la administración de su gracia las encontramos únicamente al caminar con él, sin importar el tiempo que nos lleve.
Extracto del libro: Ideas, Estrategias y Técnicas para Potenciar Tu Ministerio Juvenil
Por autores varios