Es oportuno mencionar que para que un trabajo juvenil tenga éxito no alcanza solo con buenas ideas y recursos. Es necesario la suma de una serie de elementos que se complementan entre sí para el logro de los objetivos. Hay diez elementos que son fundamentales:

1. Una Iglesia que Respalda.

El grupo de jóvenes y de adolescentes no puede ser una isla dentro de la estructura general de la iglesia. Debe funcionar y desarrollarse con la misma visión de la iglesia y con el respaldo de ella.

2. Formar Líderes.

Sin líderes ningún proyecto se lleva a cabo, pero con malos líderes cualquier proyecto fracasa. La formación de líderes debe ser una constante para el éxito del ministerio juvenil. La meta última debe ser contar con equipos de líderes que reproducen líderes.

3. Una Estrategia de Trabajo.

Objetivos claros, planificación, oración, evaluación de resultados, etc. Un ministerio juvenil exitoso no surge por generación espontánea, se requiere estrategia para lograr los resultados.

4. Transmitir e Inculcar una Visión.

No basta con que los líderes vean lo que quieren lograr, no alcanza con que ellos sueñen grandes sueños, todos deben ver lo mismo. Todos tienen que identificarse con ese sueño y anhelar el logro de la visión. Cuando deja de ser “su visión” para transformarse en “mi visión” entonces surge una motivación diferente. Pero es tarea de los líderes transmitir e inculcar la visión.

5. Generar Recursos Económicos.

Sin recursos económicos se mueren muchos proyectos. Hay iglesias que sostienen totalmente a sus ministerios juveniles, mientras que otras, aunque quisieran, no pueden. Los jóvenes deben ser creativos para generar sus propios recursos si la iglesia no está en condiciones de proveerles dinero.

6. Unificar los Grupos.

Si la iglesia es pequeña y tiene un grupo de 20 adolescentes por un lado y un grupo de 25 jóvenes por el otro, lo ideal es unificar ambos grupos para que el impacto sobre el nuevo sea mayor. Aunque en este aspecto hay opiniones muy dispares. Prueba con lo que mejor resultados te dé.

7. Romper con la Rutina del Tradicionalismo.

El contenido del evangelio es el mismo, las palabras de Jesús son las mismas y los valores y principios espirituales son los mismos, pero los métodos deben cambiar, especialmente si trabajamos con adolescentes. No podemos tenerlos dos horas adorando, después dos horas más escuchando un mensaje, y a las 11 de la noche mandarlos a sus casas, porque ya terminó el “ministerio juvenil”. Eso no es ministerio juvenil, es matar jóvenes. El contenido bíblico y espiritual no debe cambiar, pero el envase, la propuesta, debe ser impactante para su vida.

8. Generar Proyectos de Servicio.

Adolescentes y jóvenes deben ser estimulados e involucrados en proyectos de servicio, donde se sientan útiles, donde desarrollen sus dones, donde aprendan a dar, a compartir y a bendecir a los demás. Ellos tienen que ser los principales protagonistas de su grupo.

9. Mostrar Pasión y Sacrificio.

Sin pasión por los jóvenes no habrá sacrificio. Sacrificio entendido como esfuerzo, trabajo y dedicación por ellos. Muchos ministerios juveniles han fracasado por falta de estos dos elementos.

10. Inculcar el Valor que Tienen los Demás para Dios.

El otro es alguien para Dios y debe ser alguien para mí. Por lo tanto debo tener hacia él/ella actitudes de humildad, de amor y de entrega. Lo que hago, hablo y pienso, lo hago para bendecir al otro, para edificarlo y motivar su vida.

Por Edgardo Tosoni

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