En ese entonces yo era el líder de los jóvenes en La Fráter y me encontré con uno de nuestros buenos y jóvenes líderes junto con su mamá. La mamá con una total falta de tacto y de pruden­cia en lo absoluto dijo: “Usted ve a mi hijo tan bonito y sonriente con ustedes, pero debiera verlo en la casa, debiera ver su cuarto y debiera ver lo irresponsable que es”. Creo que ni él ni yo podemos catalogar ese momento como un momento crucial e inspirador para nuestras vi­das, sino más bien vergonzoso.

Yo suelo decirles a los jóvenes. Vean bien a las jovencitas que tienen frente a ustedes. Es probable que las vean bien peinadas, bien per­fumadas, con olor delicioso en sus bocas y lo más probable es que ni se bañaron, ni se han cepillado los dientes y que su cuarto parece el resultado de una tercera guerra mundial. Lo mismo les digo en el caso de los hombres. Las apariencias son una cosa, las realidades son otra.

Bien decían las abuelitas: “Quieres conocer a Andrés, vive con él un mes”. Y no es que le esté motivando a que se vaya a vivir con su novio. Todo lo contrario. El día que se casen, comen­zarán una aventura o una desventura. Y mucho de ello tiene que ver si deciden arrastrar basura de su noviazgo a su matrimonio. Pues sólo del amor, no se vive.

La basura no tiene pies y sale sola de la casa al lugar indicado para que el recolector se la lle­ve. Las cuentas bancarias no se llenan por arte de magia. Los baños no tienen un sistema que permite que se mantengan brillantes después de seis meses si no se han limpiado ni una sola vez. Los carros no se mantienen impecables si no se lavan y se aspira su interior. Los alumnos no se gradúan del colegio o de la universidad porque paguen su colegiatura. El presupuesto no se escribe y se administra solo. Nada pasa por sí solo, todo es afectado por alguien más.

El único que cree que todo pasa por sí solo o por la ayuda de otros y sin esfuerzo personal, es un perezoso. Quien sabe que todo pasa por­que uno crea el movimiento y es el responsable final en todas las áreas de su vida, es alguien diligente.

Si quiere arrastrar basura a su matrimonio sea perezoso hoy y mañana y pasado mañana. Y sígalo siendo cada uno de sus días hasta el día de su luna de miel. Podrá ser alguien pe­rezoso ¿Un buen líder de su hogar o una mujer idónea?, ¿Alguien que suma o resta valor a su matrimonio?, ¿Un buen padre o una buena madre?, ¿Alguien próspero o alguien sin recur­so alguno?, ¿Alguien físicamente saludable o un candidato para un infarto por su inactividad y sobre peso?

El sabio Salomón nos recuerda de aquellos pequeños insectos llama­dos hormigas y de quienes debemos aprender la diligencia y no la pereza:

“¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabidu­ría! 7 No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; 8 con todo, en el Aerano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. 9 Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? 10 Un corto sueño, una breve siesta, un peque­ño descanso, cruzado de brazos.. 11 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado!” Proverbios 6:6-11 NVI

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