Continuemos.
Por otro lado están los padres «rígidos clásicos». Imponen razones que a veces no tienen nada que ver con lo que están prohibiendo. Cuando falta la buena explicación, y sólo hay una actitud rígida (ojo, hablamos sin la ayuda del Señor) pueden pasar dos cosas: el libertinaje o la represión. O sale un loco bárbaro, o un confilctuado que le parece que el sexo en sí es pecado.
La buena educación sexual es impostergable y parte de otras educaciones que deben ser impartidas desde la niñez. Ya los chicos no se comen la cigüeña, el repollo, la isla de los niños. Pero cuidado, hablamos de buena educación. Si la enseñanza acerca de la sexualidad tuviera sus parámetros en la sociedad, en la cultura, en la tradición, sería cambiante año tras año, no sería objetiva, no sería la verdadera, porque la verdad es una sola, no existen verdades. Entonces, ¿quién tiene la justa?
Cuando uno se enfrenta con la realidad bíblica, no importa si tus padres te enseñaron mal (sean liberales o rígidos sin explicación), si la sociedad te mostró un camino equivocado o si nunca tuviste una buena educación sexual. La Palabra dice que «el que está en Cristo, nueva criatura es, que las cosas viejas pasaron, y que todas son hechas nuevas». La Biblia es el único medio que puede ofrecerte un camino perfecto. Cuando las enseñanzas que te lleguen a través de tus padres, amigos, y ¡vaya uno a saber de dónde!, tienen su base en ella, te aseguro que la vas a tener clara.
PARA TENER LA JUSTA
Fíjate en estos principios que son únicos:
1. Conocer los límites. Romanos 14-15; 1 Corintios 8; 10:23-33. Esto te ayudara madurar en tu personalidad. Acordate que todo adolescente está aprendiendo a conocerlos (algunos no los encuentran nunca, y los llamamos inmaduros). Cuantos más límites conozcas, más lejos podrás llegar en tu independencia. Más libre podés vivir al conocer las libertades de los demás (¿te acordás cuando aprendiste en el colé: «mi libertad termina donde empieza la de los demás»?). En realidad, el camino cristiano es el único que ayuda a madurar rápidamente en la vida.
2. Enfrentar responsabilidades. No hay persona más inmadura que el que no hace nada. Lamentaciones 3:27 dice: «Bueno le es la hombre llevar su yugo desde su juventud». Esto significa que si tenes responsabilidades (el yugo simboliza trabajo, esfuerzo, responsabilidad) vas a ser un hombre maduro, seguro de lo que hacés, ¡tenerla clara, bah!
El sexo es una responsabilidad. Al fin vienen los hijos. No se puede empezar con una responsabilidad cuando se necesita haber cumplido otras antes. No se puede tener la responsabilidad de mantener relaciones sexuales si primero no se tiene cumplida la responsabilidad de saber tratar a otra persona, respetar, comprender, comprometerse con la pareja, comprometerse con Díos, ¿te das cuenta? Todo esto te lleva primero al casamiento. Es el medio por el cual uno demuestra que es responsable para enfrentar todo en la vida al lado de tu pareja.
3. Tomar decisiones con seguridad. Al conocer límites, tener responsabilidades, tu personalidad se va forjando a tal punto que cuando tengas que tomar una decisión, lo vas a hacer con seguridad. Los principios de la Palabra y la confirmación del Espíritu Santo en tu corazón te traen convicción para hacer lo correcto. En la medida que te entregués al Espíritu Santo, tu conciencia se va formando por El para que sepas decidir. Esto es «andar en el Espíritu» y no darle bolilla a tus deseos que provienen de la vieja naturaleza (formada por hábitos egoístas, independientes de Dios, que sólo piensa en el placer momentáneo). Gálatas 5:16-24. Andar en el Espíritu, es la única manera de llegar a ser una persona equilibrada.
El autocontrol o dominio propio se logra por el Espíritu. Las respuestas a preguntas existenciales están en la Biblia. Los propósitos de la vida están en Dios, y él los muestra a aquellos que los buscan. Por eso, el camino cristiano es el único que logra que un chico o una chica adolescente alcance madurez. Todo lo demás pertenece a la gilada.
Por Pablo Giovanini
Revista Nivel 17. Año 4 Nº 20.