No sólo perdone el pasado asesino de su pareja. Pídale a Dios que perdone el suyo. No existe obra humana que pueda restaurar la relación con Dios. La fe en el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario y quien murió en su lugar, es suficiente para ello. Crea en Dios, crea en su hijo Je­sús, arrepiéntase de corazón de la vida de pecado que hasta hoy ha llegado y recibi­rá el perdón de pecados, será declarado un hijo de Dios y experimentará la vida verdadera que no depende de los bienes materiales que posee, sino de las rela­ciones que mantiene. Primero con Dios, luego con su prójimo.

Alguna vez leí esta frase: «El pasado ya no existe, el futuro no está aquí, sólo tenemos un regalo y por eso se llama: presente». En su presente ríndale su vida a Jesús, abrace la gracia de Dios en el sacri­ficio de Jesús que lo declara justo y libre de la condenación del pecado. Y de ahora en adelante lea la Biblia, congréguese en una iglesia cristiana y sea un fiel discípulo de Jesús.

Es probable que usted y su pareja de novios ya hayan tenido relaciones se­xuales. ¿Qué deben hacer? Perdónense mutuamente, arrepiéntanse de su peca­do, confiésenlo y pídanle perdón a Dios y no vuelvan a practicarlo más hasta el día de su luna de miel. Para huir de la tentación deberán ser muy tajantes con expresiones de amor y otros de los que ya hemos hablado. Pero valdrá la pena. Prométanse también nunca más volver a tocar el tema.

Y si duda de su pareja. Mejor no pregun­te. Recuerde que el pasado asesino puede ser cubierto con el perdón que fluye de la decisión, la compasión y el amor. Porque: «El pasado ya no existe, el futuro no está aquí, sólo tenemos un regalo y por eso se llama: presente». Si no puede perdonar a su pareja, mejor terminen la relación y no vivan un tormento futuro.

El tema sexual es un pasado asesino, pero también lo que publica en sus redes so­ciales puede convertirse en un pasado asesino o en una atracción para personas que pueden convertirse en su pasado asesino. Permítame explicarle. Usted tiene una identidad, pero también una identidad virtual. ¿Identidad virtual? Sí, muy pocos piensan en esto y otros aun­que sí lo saben, prácticamente nunca meditan al respecto. Si estoy en una red social yo tengo una identidad virtual que se crea en las mentes de otros con lo que escribo o las fotos que publico, con mi foto de perfil, con la descripción de mi persona y lo que en general hago online. Mi identidad virtual es mi reputación vir­tual que al final afecta mi vida real.

¿Cuál es su identidad virtual? Si un des­conocido viera su cuenta en Facebook, Twitter o Instagram y a lo que le da un me gusta ¿Cómo lo describiría? ¿Qué diría de usted? ¿Qué dice de usted su foto de perfil? ¿Es mujer? ¿Tiene una foto mos­trando los atributos de la parte superior de su cuerpo con un escote perturbador? ¿Es hombre? ¿Tiene una foto sin camisa mostrando su cuerpo y con cara de sím­bolo sexual impaciente? ¿Es cristiano? ¿Aparece entre las páginas que le gustan Lady Gaga junto a la de Marco Barrientos? ¿Madona junto a la de Dante Gebel? ¿La del Tigo Fest -Festival secular en Gua­temala – junto a la de Explo Music Fest – Festival musical cristiano que organiza­mos en La Fráter -?

Es tiempo de recordar que lo virtual no es irreal, es la realidad en un mundo digital y trae consecuencias serias cuando utili­zamos mal este medio. Y los pecados di­gitales son tan reales como los del mundo 3D que se toca.

¿Cuál es su identidad virtual? Si sus cuen­tas en las redes sociales le rinden cuentas a Dios, perfecto. Si no, entre a su cuenta y haga los cambios necesarios para que su identidad virtual refleje que es parte de una nación santa que vive para imitar y honrar a Jesús el hijo de Dios y también con sus publicaciones a quien es su pare­ja. No me refiero a hablar de Dios todo el tiempo, es reflejar a Dios en todo lo que hago.

Perdone a su pareja, arrepiéntase de sus pecados y ríndale su vida a Jesús. Sea responsable en su vida en todo aquello que pueda convertirse en su pasado ase­sino incluyendo su identidad y reputación virtual y dígale Bye, Bye, al pasado ase­sino… Pero una relación de noviazgo no se vive sola. También la familia de ambos le caigan bien, mal o más o menos, está incluida. Porque usted escoge a su pareja, pero su familia también viene con ella. Y ese es el tema del próximo capítulo.

Extracto de “Noviazgo de Altura” por Álex López

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