Cuidar nuestro corazón nos permite dar vida a los demás. Cuidar el corazón de otros les permite vivir sin heridas causadas por no­sotros. Pero cuidar nuestro corazón implica antes que las dos cosas anteriores, obedecer los mandamientos de Dios, el arquitecto perfecto del universo y la vida en la tierra. Steve Jobs – cofundador de Apple y quien le devolvió la vida a la empresa – es ampliamente recordado después de su muerte el 5 de Octubre del 2011. Revolucionó el mundo de la tecnología con el iPod, el iPhone, el iPad y las com­putadoras Mac con diseños minimalistas y totalmente revolucionarios. Cada vez que usted compra uno de estos aparatos no se rige por sus propias reglas, se rige por las reglas de ellos. Porque ellos son los creadores y conocen bien el producto y cómo debe tratársele. Nadie dice: “Ha tan caprichosos estos señores de Apple que quieren que uno haga esto”. Porque entendemos claramente que las reglas nos transmiten son para proteger el pro­ducto. Las reglas de Dios tampoco existen para evitarnos vivir, sino para evitarnos sufrir. Dios, el creador de los cielos y la tierra, estableció las reglas para que no­sotros vivamos esta tierra bajo la palabra más importante, el amor. El amor en dos direcciones. Hacia el cielo y hacia el suelo.

La cruz de Jesús nos habla de la dirección hacia donde debemos amar y que a la vez protegerá nuestro corazón. El poste verti­cal de la cruz – el que está fijo y sostiene la cruz – nos muestra la relación vertical, de arriba hacia abajo, que debemos tener con Dios. Es una relación de amor hacia el cielo. Él es mi Creador, yo soy su creación.

“»No tengas otros dioses además de mí. 4 »No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta gene­ración. 6 Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil genera­ciones. 7 »No pronuncies el nombre * del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera. 8 »Acuérdate del sábado, para consagrarlo. 9 Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer,10 pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. 11 Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.” Éxodo 20:1-11 NVI

Esto es lo que Dios pide en cuanto a nuestra relación con él.

La cruz de Jesús nos sigue hablando de la dirección hacia donde debemos amar. El puente horizontal – que era lo que car­gaban los que serían crucificados – nos muestra la relación horizontal que debe­mos tener con los demás seres humanos. De hecho, vimos que los primeros cuatro mandamientos norman la relación entre Dios y los seres humanos, pero los siguien­tes seis mandamientos norman la relación entre seres humanos. Y cada mandamiento tiene que ver con protegernos unos a otros y cuidar nuestro corazón y la propia vida.

“»Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. 13 »No mates. 14 »No cometas adul­terio. 15»No robes.16 »No des falso V testimonio en contra de tu prójimo.

17 »No codicies la casa de tu próji­mo: No codicies su esposa, ni su es­clavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.»” Éxodo 20:12-17

Esto es lo que Dios pide en cuanto a nues­tra relación con nuestro prójimo.

Vemos entonces que debemos ser Guar­daespaldas de nuestro corazón en dos direcciones. Y si ese corazón está lleno de vida, será mucho más fácil tener no sólo ese noviazgo de altura que anhela­mos, sino relaciones de altura con todos y por consiguiente un mundo que honra a Dios y honra a su prójimo. Amar a Dios con todo y a nuestro prójimo como a no­sotros mismos es una vida de respeto. De respeto y adoración a Dios y de respeto y servicio al prójimo.

Un noviazgo de altura se fundamenta en el respeto hacia Dios, hacia mi pare­ja, hacia mis papás, hacia los papás de mi pareja y hacia mis demás parientes y amigos. Faltarnos el respeto siempre arrastrará basura innecesaria a nuestro matrimonio. Conviértase a partir de hoy en un Guardaespaldas de su corazón, por­que de él fluye la vida. Y ahora hablemos sobre Hormonas y más…

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