La sexualidad es todo un tema a la hora de caminar junto a la persona que te atrae. Muchas veces uno se pregunta hasta dónde puede llegar, dónde está el límite. Debes tener claro que el sexo es un regalo maravilloso que nuestro Señor nos dio, y por eso él nos regaló ciertos principios para su mejor cuidado. Dios lo reservó para que se experimente sólo entre dos personas que se aman con el amor que nunca deja de ser. Es decir, un hombre y una mujer que hacen planes para la vida juntos, que se juegan por completo para hacerse bien el uno al otro y que no le temen al compromiso.

Algunos de los jóvenes que piden consejo buscan respuestas concretas, quieren una re­ceta a seguir. Les gustaría tener un mapa de la anatomía humana que marque los lugares de alto riesgo en color rojo. Hay ciertas zonas que funcionan como una antena que transmite claras señales de pla­cer. Si no quieres adelantarte en el tiempo, debes tener cuidado dónde tocas. Algunos puntos de nuestro cuerpo son como piedritas sosteniendo un mon­tón de rocas. Si no quieres que la montaña Se derrumbe y te aplaste, es mejor que no toques esa piedrita.

Fuego Maravilloso.

Las sensaciones son una maravilla. Todas ellas. Si no existieran, la vida se volvería un crudo y largo invierno. Son como el fuego que nos brinda su tibieza. Gracias a que podemos sentir es que experimentamos ese calor tan agradable. Sin embargo, conocemos a personas a las que el fuego no les trae muy buenos recuerdos.

Son aquellas que han vivido experiencias tristes y devastadoras… un cortocircuito que alcanzó a una cortina, una chispa que saltó a un recipiente con combustible, una fogata mal apagada en un frondoso bosque, un descuido al tratar con elementos que requieren cuidado. Da­ños irreparables, pérdidas incalculables, cicatrices imborrables, muerte.

Insistimos: La sexualidad es un regalo de Dios. Por medio de ella, el Creador nos obsequió un gran número de sensaciones para calentar nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo. Sí, dijimos calentar. ¿Acaso no experimentaste esa tibieza al cruzar una simple mirada?

El calor de una caricia no es el ataque del demonio, sino un regalo de Dios. Nuestra sexualidad nos fue dada como un fuego cálido para ser administrado con cuidado, responsabilidad y cariño. El cuidado que ponemos no la hace aburrida, todo lo contrario.

Desenfreno no es sinónimo de placer ni de diversión. Puede ser el comienzo de un incendio imposible de apagar. Si no estás atento puede alcanzar tus emociones, de allí trepar a tus relaciones, destruirlas y hasta producir quemaduras en tu cuerpo. El fuego contenido en una chimenea da calor, permite que nos reunamos cerca de él y escapemos del frío. Podemos imaginarnos risas a su alrededor, manos que se frotan con alivio y placer, pies que buscan calentarse al calor de las llamas. Pero suma a la escena a algún irresponsable que, lleno de excitación, comienza a alimentar desmedidamente el fuego. Sin ningún respeto pone más leña que lo que la estufa resiste, vuelca un balde lleno de combustible, este se derrama por la alfombra, alcanza los sillones, se apodera de las cortinas, se adueña de los tirantes del cielorraso, clava los dientes en alguna prenda… ¿no es necesario que sigamos, verdad?

Prevención de Incendios.

La vida está llena de historias de incendios devastadores en las relaciones. Fuegos que dejaron heridas y la necesidad de hacer reparaciones en almas tristes y desconsoladas. Eso si no quedaron daños irreparables.

Un día apareció la tibia y maravillosa sensación de la atracción física, alguno de los dos la alimentó con un poco de seducción, la leña ardió y algunas chispas se dejaron ver, llenas de brillo. Otro día agregaron con una caricia una ramita seca a la fogata. Uno de los dos se permitió echar un mimo mucho más íntimo… los detectores de humo hicieron sonar la alarma pero no quisieron escucharla. Uno de ellos pensó que podría mostrar su madera de amante latino echando más combustible, y en sólo algunos segundos el fuego se apoderó de todo.

Las consecuencias son diferentes en cada caso. Te comentamos una: Ella queda embarazada. ¡Pero si fue mi primera vez!, piensa. Al parecer no se enteró que los espermatozoides no entienden mucho de eso. Se lo comunica a él, y ambos tienen que admitir que no están preparados para esto. Ella queda atrapada por la vergüenza, él quiere que la tierra se lo trague. La vergüenza no afloja y la tierra no se abre.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Amor de mi Vida ¿Quién Será?”

Por Germán y Daniela Ortiz

Lee Fuego de Amor 2

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