A continuación presentaremos las opiniones de algunos líderes de jóvenes que ya están trabajando con jóvenes provenientes de distintas subculturas juveniles, y han tenido aciertos y desatinos. Aprovechemos su experiencia para ser enriquecidos.

1º ENTREVISTA

Realizada a Gastón Ieraci, pastor de jóvenes, Ministerio Presencia de Dios, Buenos Aires.

—¿Cuál es el mayor problema que la iglesia enfrenta a la hora de alcanzar las subculturas juveniles?

—Sin lugar a dudas el principal problema es el pastor. La gran mayoría de las iglesias no están preparadas para trabajar con estos chicos. Más aún: en algunas ocasiones, es preferible que no acudan a ninguna iglesia porque cuando van y sienten el rechazo, dentro de la misma iglesia, lo único que logran es reforzar lo que vienen sintiendo de afuera. Cuando entran a la iglesia reciben tanto rechazo de parte de los mismos miembros que salen espantados.

—¿Cuál sería la estrategia o el método más eficaz en cuanto a la predicación del mensaje evangelístico?

—Hay muchos, fundamentalmente estar donde ellos están. Es decir, no pensar en cómo lograr que vengan a la iglesia, sino que nosotros vayamos a donde se encuentran.

—Como ministerio, ¿realizan algunas actividades evangelísticas destinadas a estos jóvenes? ¿Y actividades de otra índole?

—Si son muchas. Uno de los peores errores que se cometen es trabajar con ellos desde la teoría. La única experiencia válida es la vivida a su lado. Eso no se encuentra en libros ni en seminarios, porque se trata simplemente de pasar tiempo con ellos.

—¿Qué es lo que no hay que hacer en la ministración de un chico o de una tribu urbana?

—No hay que tratarlo como un chico de una tribu urbana. Hay que tratarlo como a cualquier otro chico y focalizarse en que es un individuo común y corriente. He visto, a lo largo del ministerio, a líderes que se han vestido como ellos para lograr un acercamiento y lo único que lograron fue generar en ellos vergüenza ajena.

—¿Creés que es necesario que cuando un chico llega a la iglesia como parte de una subcultura juvenil, tenga que ir “desarmándose” poco a poco (sacándose aros, ropa, tachas, etc.)? ¿En qué grado debe abandonar su vieja vida?

—En mi opinión, yo no creo que un aro me hable de vieja vida. Mi única tarea como pastor es que ese joven tenga un encuentro con Dios. Hay miles de personas que se van al infierno a diario y la gran mayoría de ellas no usan aros, tachas ni nada de eso, así que la forma de vestirse no los hace estar en mayor o menor medida lejos de Dios.

Extracto del libro “Tribus Urbanas”

Por María José Hooft

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