¿De Qué Se Trata?: Mostrar el valor de las bendiciones de Dios.
¿Sabes cómo fueron descubiertas las minas de diamantes en Sudáfrica?
Había un comerciante europeo sentado a la puerta de la choza del jefe de la aldea donde había llegado unos días antes. Un día vio a los hijos del jefe de la tribu jugar con pequeñas bolitas de vidrio. En un momento dado tomó una de ellas, la miró detenidamente y su corazón estalló de alegría. ¡¡Era un diamante¡¡
Fue y le dijo al jefe de la aldea: «A mis hijos también le gustaría jugar con bolitas de cristal, ¿podría llevármelas a casa? Estoy dispuesto a darte lo que quieras a cambio de ellas».
El jefe le respondió: «Tenemos millones de ellas aquí, sería un robo aceptar algo a cambio por algo que no tiene valor para nosotros. Por tanto, toma las que quieras y llévatelas a casa para que tus hijos puedan jugar también».
El hombre volvió a su casa, vendió los diamantes, compró todas aquellas tierras y se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo.
Piénsalo.
Aquellas personas pisaban un tesoro y no lo sabían. De igual manera, muchas veces no apreciamos ni valoramos las bendiciones de Dios que están tan cerca nuestro. Por lo tanto nos privamos de ese banquete espiritual y material que Dios ha puesto a nuestra disposición. Las bendiciones de Dios se renuevan día a día y están disponible para ti y para mí, como un verdadero tesoro. Disfrútalas.
Por Marilyn Navarro.
Adaptado de «Crecer Como Persona»