SEMANA 4. ESTUDIO 3.
Recordarás de la meditación de ayer, que puedes enfrentar a tus gigantes para vencer. Dios está de tu lado. Dios libra a su pueblo. Dios es más grande que todos tus gigantes.
1. El Poder de los Gigantes Sobre Nosotros Fue Destruido.
Quizá aún tengas que vivir, ir a la escuela, trabajar, ir a la iglesia, o servir con la persona que ha hecho que tuvieras una mentalidad de langosta. Pero no tienes por qué continuar viviendo con temor cuando estás con ella.
Quizá todavía tengas que ver a la persona que se ha burlado o aprovechado de ti. Pero no tienes que sentirte intimidado por ella, ni que tu autoestima se sienta afectada, ni permitir que sus palabras duras te hieran.
Piensa en un gigante que estás enfrentando en este mismo momento. Di en voz alta, como si estuvieras frente a frente con él: «Quizá no hayas sido destruido. Pero tu poder sobre mí sí fue destruido. Haz lo que quieras. Yo no te temeré, ni me inclinaré ante ti, ni podrás influir sobre mí para mal».
2. La Posibilidad de Decir: «Puedes Contar Conmigo».
Algunas veces los gigantes atacan a nuestras familias, nuestros vecindarios, nuestras iglesias, nuestras escuelas. Estar dispuesto a enfrentar un gigante, y arriesgarse a recibir heridas y cicatrices en el proceso, significa estar dispuesto a decir a los que lo sufren junto con nosotros: «Puedes contar conmigo. No temo hacer mi parte para enfrentar a este gigante».
Los gigantes que enfrentamos como nación, y en una menor escala, los que enfrentamos como comunidad o como ciudad, generalmente son los del delito, la pobreza, la falta de hogar, la ignorancia. Ninguno de nosotros puede enfrentar un gigante de esta magnitud y vencerlo de un solo golpe como hizo David con Goliat. Pero cuando nos unimos con otros, podemos enfrentar al gigante que ataca nuestra comunidad, y vencerlo.
Podemos aprender que juntos podemos marcar una diferencia para vencer a un gigante de nuestro mundo. Juntos, podemos lograr una victoria.
Algunos gigantes requerirán que entreguemos de nuestro tiempo, nuestras energías, nuestro dinero y bienes, nuestras palabras de esperanza y aliento entusiasta, o nuestro todo. Pero si estamos dispuestos a soportar algunas cicatrices, podemos convertirnos en vencedores en la tierra de los gigantes.
3. Tengo Una Nueva Actitud.
Es una historia vieja y conocida, la de alguien que puso un aviso en el periódico buscando a su perro que se había perdido. El aviso decía: «Recompensa: Perro Perdido. Raza desconocida, le falta una pata, es ciego del ojo izquierdo, y casi sordo. Responde al nombre de «Suertudo».
Suertudo debe de haber sido un perro extraordinario. Su dueño lo amaba tanto que ofreció una recompensa y se preocupó por poner un aviso en el periódico. Realmente, creo que si Suertudo pudiera hablar, diría: «Aprovecho al máximo lo que viene, y no me preocupo por lo que ya fue».
¿Te sientes «con suerte» hoy? Depende todo de tu actitud, ¿verdad?
Las actitudes son el latido inconsciente de nuestras mentes. Así como el corazón envía sangre para nutrir y limpiar cada parte de nuestros cuerpos, nuestras actitudes hacen que la mente acepte cierta información, rechace otra, y nos haga funcionar mentalmente en formas que nos brindan buenos resultados.
Las actitudes son más importantes que los hechos. Ellas determinan nuestras acciones. Con el tiempo, tenemos actitudes que se han arraigado tan profundamente en nuestras mentes que se convierten en hábitos mentales y emocionales. Pensamos en determinadas formas porque hemos elegido ver la vida de una determinada manera.
No sólo somos lo que pensamos, sino cómo pensamos sobre lo que pensamos. Una actitud positiva atrae ideas y opiniones positivas. Una actitud negativa atrae ideas y opiniones negativas. Nuestras actitudes producen como resultado comportamientos positivos o negativos. Depende de nosotros.
Tómate un tiempo extra para repasar el versículo para memorizar y el pensamiento vencedor de esta semana. ¿Qué pensamiento negativo debes reemplazar por un pensamiento positivo, hoy?
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)
Por William Mitchell
Lee El Cuarto Estudio de la Cuarta Semana