Pasaje bíblico: 1 Samuel 3.

Idea principal

Samuel ilustra el principio de que la realidad de nuestra experiencia con Dios ha de ser visible y evidente para la gente que nos rodea.

Desarrollo

Cuando leemos este pasaje vemos que había algo evidente en la vida de Samuel relacionado con su caminar con Dios, su relación con él y su ministerio.

La presencia del Señor en su vida era real, sin embargo, lo más importante en este pasaje

Y, sin duda, por eso es recalcado y resaltado por el autor, era que esa presencia era evidente, se manifestaba y se expresaba en su estilo de vida de tal modo que era visto y reconocido por la gente que le rodeaba, por las personas de su generación.

Por lo que sabemos de la vida de Samuel esta evidencia de la presencia de Dios no fue algo puntual, fue una constante en su vida, en su trayectoria, en su ministerio (1 Samuel 8 y 12)

Con ocasión del traspaso de poderes a Saúl el mismo Samuel interpeló de forma pública al pueblo de Israel acerca de cuál había sido su conducta y liderazgo entre ellos.

El propio pueblo, cuando pidió que Samuel nombrara un rey que les gobernara reconoció la integridad y notoriedad de su caminar con Dios en contraste con sus hijos, que según indica el autor del libro de Samuel, no estaban siguiendo los pasos de su padre, lo cual, también era evidente para el pueblo.

Además, representaba un fuerte contraste con los hijos del sacerdote Elí, la maldad de los cuales era evidente para todo el pueblo. Era también un contraste con el propio Elí, quien tenía el estatus de líder de Israel pero de quien no se mencionan cualidades espirituales notorias para el pueblo.

Nos encontramos ante una constante bíblica, la realidad interior de un caminar con Dios debe manifestarse en el estilo de vida exterior y, además, esto debe ser notorio, evidente y reconocido por otros (véase mateo 5:13-16)

Aplicación en un mundo postmoderno

Muchos autores cristianos están anunciando que con la llegada de la postmodernidad una época acaba para el cristianismo y otra nueva comienza.

La postmodernidad, afirman estos pensadores cristianos, supone el fin del tiempo de la proclamación del evangelio. Vamos a explicarnos. Supone el fin del tiempo en que lo importante era el mensaje y no el mensajero. Implica el fin de una época en que podíamos proclamar la verdad aunque no la estuviéramos viviendo de forma íntegra y coherente en nuestras propias vidas.

Con la postmodernidad nace una nueva época, la de la demostración. Los estudiosos de esta corriente social indican que en esta época es imprescindible que todas las creencias e ideologías puedan contar con claras y sólidas estructuras de credibilidad. ¿Qué significa esto? Ni más ni menos que en nuestro mundo, ninguna ideología, creencia, filosofía o religión podrá sobrevivir a menos que cuente con individuos y comunidades que de forma clara y evidente para los demás vivan y encarnen los ideales que defienden. Es decir, individuos y comunidades que sean creíbles y lo serán porque demostrarán con sus vidas que son reales, auténticos y que aquello que creen funciona. Samuel nos desafía a vivir de tal forma que Dios sea evidente en nuestro estilo de vida. Que lo hagamos de tal modo que podamos ser efectivos en una época de demostración. Que seamos, en definitiva, una buena estructura de credibilidad para la fe cristiana.

Preguntas de interacción

1. ¿Es evidente para los que te rodean la presencia de Dios en tu vida? En caso afirmativo

¿De qué modo es evidente?

2. Si tu fe no es evidente para los demás ¿a qué es debido?

3. ¿Puede ser genuina una fe que no sea evidente? (véase Santiago 3:14 al 26 y mateo 7:15-20)

Razona tu respuesta.

Extracto del libro “Personajes Bíblicos en un Mundo Posmoderno”

Por Félix Ortíz

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