Esta creativa reunión de adoración es mejor realizarla con jóvenes mayores al comienzo de la cuaresma (o incluso antes de Navidad con algunos ajustes).

PREPARACIÓN DEL LÍDER

1. Familiarízate con la secuencia general de los sucesos de la última cena (estudia Mateo 26:17-35; Marcos 14:12-31; Lucas22:7-34 y Juan 13:1—17:26).

2. Haz los arreglos necesarios para contar con un salón (preferiblemente en un piso alto) con pocos muebles. Toma los recaudos para no ser molestado.

3. En el centro de la habitación coloca una mesa larga y baja donde todos puedan sentarse en el piso sobre al­mohadones. Ilumina el cuarto solo con velas o lámparas a kerosene.

4. Pídeles a algunos padres que preparen una sopa simple y liviana y panes redondos. Lleva también jugo de uva. Pon la mesa sin utensilios, solo un vaso de agua y un recipiente para cada participante. Deja un lugar vacío en la mesa para Jesús.

5. Vístete con ropas sueltas, imitando el atuendo de Jesús en el primer siglo. Prepara a los jóvenes para el encuen­tro diciéndoles solo que se vistan de forma casual y vayan preparados para una comida liviana.

RECREACIÓN HISTÓRICA

1. Antes de que los jóvenes ingresen a la habitación, deben quitarse los zapatos. Pídeles que se imaginen a sí mismos como amigos muy cercanos de Jesús que están a punto de compartir su última comida en la tierra antes de su crucifixión.

2. Cuando entren en la habitación, dales la bienvenida a la fiesta de la Pascua judía y explícales sobre el lugar reservado para Jesús. Oren juntos que Jesús bendiga ese momento e Inviten al Espíritu Santo a que potencie y guíe sus pensamientos. Pide que Jesús, el regalo de Dios, pueda ser real para todos.

3. Mientras comen, deja que los jóvenes cuenten lo que ya saben acerca de la fiesta de la Pascua judía (cuándo y por qué comenzó) y completa las ideas con la historia relatada en el Antiguo Testamento (en Éxodo 12). Lee Lucas 22:7-16 y conversen sobre quién estaba presen­te en la comida de Pascua que nosotros llamamos la última cena.

4. Conversa con ellos sobre lo que Jesús estaba a punto de sufrir. ¿Qué creen ellos que sintieron los que escu­charon las palabras de Jesús? Crea un cuadro vivido.

5. Luego de la cena, ponte de pie, despójate de tu manto o capa y ajústate una toalla oscura alrededor de tu cintura. Llena una palangana con agua tibia y luego lava los pies de varios de los jóvenes. (Ofrece algunas pistas de antemano acerca de lo que harás de manera que ninguno se sienta demasiado incómodo. Avísale con anticipación a uno de los chicos que, como Pedro, se niegue a que le laves los pies hasta que tú insistas). Revisen juntos el propósito de Jesús al hacer esto y el significado del hecho de que el propio hijo de Dios escogiera el rol de un siervo.

6. Lee en voz alta Lucas 22:19-20 y Marcos 14:22-24. No te apresures, deja que lo que lees penetre en los corazones de los chicos.

7. Toma un pan redondo entero, envuélvelo en un paño rústico y sostenlo con cuidado, como se sostiene a un bebé, haciéndoles recordar al Hijo de Dios que vino a nosotros. Luego quita el paño del pan recordando cómo el mundo rechazó el regalo. Mientras levantas y sostie­nes el pan, como ofreciéndolo en sacrificio, pártelo a la mitad y cuenta cómo Jesús quiso morir, ser quebrantado como un sacrificio por nosotros. Luego vierte un poco de jugo de uva en una copa. Mientras sostienes una mitad del pan, derrama algunas gotas del jugo de uva sobre el pan, recordándoles a los chicos que la sangre de Jesús fue derramada por noso­tros. Finalmente, compartan la Cena de Señor pasando el pan partido y el jugo de uva alrededor de la mesa.

8. Vuelvan a conversar sobre el mensaje principal de Jesús a los discípulos (y a nosotros) tal como se encuentra en Juan 13:31—17:26. Jesús dijo lo siguiente:

  • Él sería glorificado.
  • Él se iba y no podía ser seguido.
  • Nuestro nuevo mandamiento más importante es amar­nos unos a otros.
  • Tenemos un lugar en el cielo.
  • Él nos envía a su Espíritu Santo.
  • Debemos dar fruto para Dios.
  • Él hizo todo esto por nosotros para que nuestra alegría sea completa, como la suya.

Conversa con el grupo acerca de qué significa todo esto. Pregúntales cómo creen que respondieron sus amigos.

9. Enfatiza cómo Jesús oró por sus amigos más queridos (para que fueran mantenidos a salvo, unidos y siendo uno con Dios, dedicados al propósito del Señor y con derecho a todos los recursos y el poder que Dios ya le había dado a Jesús). Pregunta qué es lo que Jesús nos garantiza a través de esta oración.

10. Guía al grupo a que analice sus propias experiencias de la última cena. Ayúdalos a pensar sobre el regalo de Dios para nosotros, Jesús. Además, mediten en qué talentos y oportunidades hemos recibido personalmente de parte de Dios. ¿Cómo correspondemos a estos rega­los? ¿El hecho de revivir esta conmovedora última cena con Jesús te hace pensar diferente sobre cómo estás correspondiendo o no a esos regalos de parte de Dios?

11. Cierra con una oración, pidiéndole al Espíritu Santo que nos siga hablando individualmente. Pide que los regalos de nuestro amoroso Señor Jesús puedan ser re­cibidos por todos y que él nos ayude a descubrir nuevas formas para llevar el amor de Dios a los de afuera, a un mundo necesitado.

12. Cuando los jóvenes dejen la habitación, ínstalos a que lo hagan en silencio, sin hablar, para que la experiencia pueda seguir penetrando más profundo en ellos.

SEGUIMIENTO

Durante las semanas que sigan, ora por cada uno de los jóvenes que participó, nombrándolos uno a uno. Pide que puedan reconocer la guía del Espíritu Santo y el desafío de Dios a partir de esta experiencia. Entrégales cartas personales a cada uno, comprome­tiéndote con ellos y llámalos periódicamente. Realiza una recreación histórica de la parábola de los talentos. (Connie Hewett).

Extracto del libro Biblioteca de Ideas Actividades Fantásticas

Por Autores Varios

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