El Mito de la Ideología.

Miguel y Alfredo comparaban a sus maestros favoritos mientras hacían fila para registrarse en la Universidad Autónoma de Occidente:

—¿Puedes creer que Santa Ana me está dando Historia de México? —dijo Miguel.

—¡Ese tipo es un tirano! Por lo menos a mí me tocó Colón para Historia de América.

—A mi me tocó Cristo otra vez —dijo Alfredo.

—En serio, y ¿para qué clase?

—Para todas.

—¿Para todas?

—Sí.

—Oye, ¿y hace muchos exámenes?

—No.

—¿Tienes que memorizar todo lo que te enseña? —pre­guntó Miguel.

—No —contestó Alfredo.

—Bueno y entonces ¿qué tienes que hacer para pasar con ese tipo?

—Principalmente conocerlo. Quiere que lo conozcamos, que sepamos quién es y, claro, que desarrollemos una relación con Él.

Es difícil imaginar un maestro así, ¿no? Pero existe uno. Mucha gente tiene la idea de que el cristianismo, como cualquier otra religión del mundo, es básicamente un sistema de creencias. Un grupo de doctrinas o de reglas de compor­tamiento, una filosofía, una ideología. Pero eso es un mito.

El cristianismo no se parece en nada al budismo, o al islamismo, o al confucianismo. Es más, los fundadores de esas religiones dijeron: «Esto es lo que yo enseño. Crean mis ense­ñanzas. Sigan mi filosofía». Jesús dijo: «Sígueme» (Mateo 9.9).

Los líderes de las religiones mundiales dijeron: «¿Qué les parece lo que enseño?» Jesús dijo: «¿Y vosotros, quién decís que soy?» (Lucas 9.20).

La pregunta que los religiosos devotos se deben hacer es: «¿Qué ideología es la que profeso?» La pregunta que un aspirante a cristiano debe hacer es: «¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?» (Mateo 27.22).

El cristianismo no es una religión. Es una relación. El cristianismo no es un sistema de doctrinas y creencias. Es una persona.

Es por eso precisamente que el juicio de Jesús es único. En la mayoría de los juicios, el acusado es juzgado por algo que hizo. Sin embargo, Jesús fue enjuiciado por quién era. En lo que Marcos escribe acerca del juicio de Jesús ante el Sanedrín, menciona que varios falsos testigos fueron contratados, pero su testimonio fue conflictivo e inconcluso. Marcos reporta: «Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿Eres tú el Cristo, el hijo del Bendito?»

Entonces Jesús respondió a la frase «del Bendito» que para la mente judía era una referencia directa a Dios, diciendo: «Yo soy». En ese momento, el sumo sacerdote sin esperar un veredicto del sanedrín, rasgó sus vestiduras, indicando que Jesús había blasfemado y proclamaba ser Dios.

El tema de discusión en el juicio de Cristo era su identidad, es decir, quién era Él. Esa es la diferencia clave del cristianismo. No es una ideología, sino que está basada en la identidad de Cristo y requiere de una relación personal con El.

Lo que le da a la fe cristiana su credibilidad es que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios. Eso fue lo que causó tanto conflicto entre Jesús y los fariseos. Éstos creyeron que una sumisión total a la Ley y a los principios bíblicos era lo más importante. Jesús dijo: «En efecto, eso no es suficiente. La obediencia a la Ley debe ser una expresión o un resultado de la relación personal de alguien para conmigo. Obedecer mis mandamientos no te hace cristiano. Solamente una relación personal y de amor conmigo puede hacerlo».

Ejercicio.

Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito de la ideología con este ejercicio:

Lee Mateo 26:63-65. ¿Está el sumo sacerdote cuestionando a Jesús por lo que hizo o por quién es Él? ¿Cuál es la respuesta de Jesús? ¿Cómo reacciona el sumo sacerdote?

Lee Marcos 15:37-39. ¿Qué dice el centurión después de ser testigo de la muerte de Jesús en la cruz? ¿Se refiere a las enseñanzas o a la identidad de Jesús?

Lee Mateo 27:41-43. ¿Qué dijo Jesús de Sí mismo en estos versículos, de acuerdo a los que lo torturaron?

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por J. McDowell y B. Hostetler

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