Pasaje bíblico: Éxodo 3 y 4.

Idea principal

Moisés nos ilustra la resistencia del ser humano a aceptar los retos y misiones que Dios le plantea.

Desarrollo

Moisés tuvo la oportunidad de experimentar algo que muy pocos seres humanos han podido experimentar, una manifestación directa de la presencia de Dios por medio de aquel matorral que a pesar de arder de forma continua no se consumía. En medio de esta manifestación y revelación, Moisés recibió una misión de parte de Dios. Sin duda, la comisión no era fácil en absoluto, se trataba simplemente de volver a Egipto, presentarse ante el faraón y decirle que dejara en libertad al pueblo para poder ir a la tierra de sus antepasados y conquistarla. Vamos, poca cosa.

Del desarrollo del pasaje podemos deducir que Moisés debió de llevar a cabo una rápida valoración de la oferta que dios le presentaba. Evaluó la situación, sopesó los puntos a favor y los puntos en contra, pensó en las posibles implicaciones que tendría el llevar a cabo la misión y, sin duda, debió de pasarle por su cabeza el precio personal que debería de pagar para ser obediente a la misión propuesta por Dios.

Moisés reaccionó de una manera muy lógica, le presentó a Dios tantas excusas como pudo para no aceptar la misión. Un análisis de las mismas nos muestra que todas eran dignas de ser tenidas en cuenta, todas eran muy razonables y tenían su fundamento. La primera de las excusas tiene que ver con su dignidad para semejante tarea «¿quién soy yo?» pregunta Moisés. Nuestro héroe no se siente lo suficientemente importante, digno, representativo para semejante tarea. Moisés, y tenía razón, no se debía sentir a la altura de semejante comisión.

La segunda de las objeciones tiene que ver con la poca credibilidad que el pueblo dará a su mensaje. Moisés no dejaba de tener su razón con esta objeción. Si te das cuenta está íntimamente ligada con la anterior. Enunciado de otro modo, moisés debería de pensar «si yo no soy nadie, ¿por qué esta gente debería de creerme cuando les diga que vengo de parte de Dios? ¿Qué currículo, que credenciales puedo presentarles? ¡Nadie va a creer a un tipo como yo anunciando un mensaje como este!

La tercera excusa u objeción está relacionada con su falta de capacidad para llevar a cabo la tarea. Desde luego encomendar una tarea de portavoz a una persona poco fluida de palabra no parece la mejor idea del mundo. Así lo pensó Moisés y así se lo manifestó a Dios. Dicho de otro modo, Señor, no tengo el perfil que se requiere para una misión de este tipo».

Como veremos más adelante, poco a poco y de forma paciente dios fue desmontando todas las barreras presentadas por Moisés. Finalmente, éste tuvo que ser honesto, franco y directo con Dios, clara y llanamente le dijo que preferiría que el honor de semejante misión le fuera encomendado a otra persona, que si de él dependía prefería pasar. A cada una de las objeciones presentadas por nuestro protagonista Dios dio una respuesta y del mismo modo que las excusas de Moisés pueden ser válidas para nosotros, también lo puede ser la respuesta del Señor.

En primer lugar Dios respondió afirmando claramente que él sabe a quién envía. El Dios que llama a la misión sabe perfectamente a quién llama para llevarla a cabo. La Biblia está llena de hombres indignos, sin currículo, sin antecedentes, sin pedigrí que fueron comisionados por el Señor para llevar a cabo grandes hazañas. La inmensa mayoría de los héroes de la fe fueron personas vulgares como tú y yo.

En segundo lugar Dios respondió afirmando que conoce perfectamente las debilidades, carencias y falta de preparación de aquellos a los que llama. Dios no llama necesariamente a personas que son capaces, antes al contrario, Dios capacita a aquellos que llama a servirle en su obra. Vemos en muchas ocasiones, no sólo en la Biblia, sino también en la historia de la cristiandad que Dios ha usado hombres débiles, dependientes, frágiles y, precisamente, lo ha hecho para que quedara de manifiesto que únicamente su presencia e intervención podía explicar lo que aquellos hombres llevaban a cabo. En tercer lugar el Señor respondió prometiendo su presencia y proveyendo de todos los recursos necesarios para poder llevar a cabo la tarea encomendada. Cuando Dios comisiona, él compromete su presencia y, a su tiempo, provee los recursos humanos, materiales y espirituales necesarios para llevar a cabo la tarea encomendada. La vida de Moisés así lo puso de manifiesto.

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