Continuemos.

Hay situaciones en que es más fácil atacar a nuestros ami­gos, nuestros familiares o a nosotros mismos. Cuídate espe­cialmente en los momentos en que estás muy cansado, o soportando mucha tensión, o en los momentos de crisis.

La cantidad de personas que literalmente pierden su vi­da a causa de un desastre o una tragedia inevitable es una mota de polvo comparada con la multitud de seres huma­nos que diariamente contribuyen a su propia autodestrucción o a la destrucción psicológica y emocional de otros.

Cuando estés muy cansado, o te sientas presionado, posiblemente quieras «descargarte» con otra perso­na. De las seis respuestas que te presentamos, elige las tres que son positivas y marca una que estés dispuesto a poner en práctica esta semana.

  • No decir nada.
  • Sonreír y pedir permiso para retirarte.
  • Atropellarlo con el auto.
  • Sonreír, y decirle que se muera.
  • Esperar a la noche y arrojar papel picado en su jardín.
  • Decir algo positivo sobre el otro.

3. El Escudo de Defensa.

Muchas veces, podemos desviar los ataques verbales de personas bien intencionadas con unos pocos y sencillos pasos.

A. Mira más allá del insulto, a la persona. Pregúntate: ¿Por qué me ataca? ¿Está sufriendo por algo? Muchas per­sonas, más que desear herirte, están proyectando su pro­pio dolor. No lo tomes como algo personal. Busca por qué detrás del insulto.

B. Espera un poco antes de responder. No seas rápido para contraatacar; ¡Hacerlo es la manera más segura de co­menzar una guerra! Trata de confrontar el insulto cuando ambos estén calmados. Nunca respondas cuando estás mo­lesto o cuando la otra persona aún está atacando. Espera hasta estar a solas con ella, y entonces, con la mayor calma posible, expresa lo que sientes y lo que deseas. Asegúrate de saber qué es lo que realmente sientes y qué cambios de­seas en el comportamiento del otro.

C. Responde con humor cuando sea posible. El humor es una buena forma de desarmar una bomba verbal. General­mente, los insultos pierden fuerza si respondes a tu atacan­te con una voz risueña y sentido del humor.

D. No importa cuán bueno sea algo, siempre hay un 10% de posibilidades de que no funcione. Dale al otro el bene­ficio de la duda. Quizá estén dentro de ese 10%.

E. No aceptes la crítica. No todo lo que te dicen todos es cierto. Tú debes ser quien juzgue si el comentario es real, cierto, personal, o si importa. Formúlate estas preguntas:

Si alguien te dice: «Te vistes como una persona de ochenta años». Utilizando los cinco principios que has estudiado, ¿cómo responderías?

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

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