Continuemos.

Después de eso, Jesús experimentó una muerte que va más allá de cualquier descripción, aunque Frederick Farrar hace un intento para describirla:

«La muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor y la muerte pueden tener de horribles. Mareos, calambres, sed, hambre, falta de sueño, fiebre traumática, tétanos, vergüenza, continuidad del tormento, horror de anticipación, mortificación por heridas no atendidas, etc. Todo intensificado al punto en el que pueden ser soportadas, pero deteniéndose justamente antes que la persona pierda la conciencia.

La postura no acostumbrada hace que cada movi­miento sea muy doloroso; las venas desgarradas y los tendones deshechos palpitan con incesante angustia; las heridas, inflamadas por la exposición, gangrenan poco a poco; las arterias, especialmente en la cabeza y el estómago, se inflaman enviando descargas de sangre; y mientras gradualmente incrementa cada variedad de miseria, se le añade la angustia intolera­ble de la quemante y sofocante sed; todas estas complicaciones físicas causan una ansiedad interna que hacen a la persona ver a la muerte, en lugar de un enemigo desconocido, como la liberación del tormento».

Después de esto y en las siguientes horas bajaron a Jesús de la cruz, sólo después de que un centurión romano (que seguramente sabía de la muerte cuando la veía) había certificado al gobernador romano que Jesús de Nazaret había muerto.

Imaginar que un hombre había sobrevivido tal experiencia y salió de ella para aparecer en Judea y Galilea a más de 500 personas como el conquistador de la muerte y el príncipe de la vida, definitivamente requiere de mucha voluntad para reescribir la historia e ignorar esta simple verdad: «… Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15.3-4).

Ejercicio.

Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito del soponcio con este ejercicio:

Lee Juan 19:30-35. ¿Por qué los soldados no le rompieron las piernas a Jesús? ¿Cuántos soldados, por lo menos, sabían que Jesús estaba muerto? ¿Quién es el hombre mencionado en el versículo 35? ¿Qué da por sentado como verdadero y cierto?

Lee Marcos 15:42-27. ¿Cuántos testigos de la muerte de Jesús se mencionan en estos versículos?

Lee Mateo 27:62-66. ¿Estaba el sumo sacerdote convencido de la muerte de Jesús? Nota el versículo 3: ¿Tú crees que estando conscientes de la promesa de resurrección de Jesús hubieran permitido que lo bajaran de la cruz vivo?

¿Cuántos testigos de la muerte de Jesús, de los mencionados anteriormente, no eran simpatizantes de Él (sin contar a los amigos y seguidores)?

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por J. McDowell y B. Hostetler

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