Continuemos.
4. Por PECADOS no Confesados.
Fijáte cómo se sentía David. Leé el Salmo 32:3-4.
Él estaba deprimido a causa de su pecado oculto. El pecado siempre nos deprime, nos lastima y además produce culpa, indiferencia y endurecimiento. Pecado + Culpa = DEPRESION.
No importa si pecaste mucho o poco, tarde o temprano te sentirás mal, con vos mismo, con los que te rodean y con Dios. Interiormente te sentís incomodo, te comportás de una manera extraña. Tratás de aparentar que nada pasa, pero algo, adentro, te dice que las cosas no están bien. No importa cuánto tratés de escapar o de justificarte, te seguís sintiendo mal y cada vez será peor, a menos que seas sincero con vos mismo y con Dios.
Reconocé tu pecado, arrepentíte y confesáselo al Señor para ser perdonado y librado de la culpa y de la depresión. (Vuelve a leer el tema Pequé).
5. Por Exceso de CANSANCIO.
Este tipo de depresión es muy frecuente en aquellos chicos y chicas muy ocupados. “Esos” que están metidos en todo: Cursan el Polimodal, estudian inglés, van a computación, practican música, juegan al fútbol, son maestros de niños en la iglesia, dirigen la alabanza, enseñan en grupos caseros, están de novios, etc., etc., etc.
Son chicos y chicas predispuestos a “correr” mucho y descansar poco, a vivir bajo muchas responsabilidades, siempre exigiéndose más y más en un continuo afán de perfección y exigencias. Tarde o temprano ese ritmo de vida los “plancha”, aunque hayan comenzado el año con todas las energías y fuerzas. Si al mucho correr y al poco descanso le sumás una inadecuada alimentación, entonces tenés un candidato a la depresión.
Este tipo de depresión no se manifiesta de golpe. Es progresiva. Se va dando poco a poco. Día a día, hasta que se desencadena. Y lo más interesante es que el desencadenante puede ser cualquier “pavadita” que te haya sucedido o te hayan dicho. Entonces te venís abajo.
¿Qué podés hacer?
Una de las cosas más importantes que tenés que hacer es establecer en tu vida un orden de prioridades que te ayude a dedicarte a lo más importante y a dejar a un lado (por lo menos durante cierto tiempo) lo menos importante o menos urgente.
Es muy bueno que hagás las cosas con excelencia pero no corrás desesperadamente detrás de la “perfección”. Bajá los niveles de exigencia. Dios te acepta y te valora por lo que sos y no por todo lo que hacés o intentás hacer. Revisá y mejorá tus tiempos de descanso y tu alimentación. Hacéte un chequeo médico. Todo esto te será muy positivo.
Y no te olvidés de creerle a Dios: Isaías 40:28-31.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Verdades Que Sanan”
Por Edgardo Tosoni
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