SEMANA 4. ESTUDIO 2.

Todos enfrentamos gigantes. Jacob no permitió que su temor terminara por destruir su fe. Su fe en Dios permitió que el Señor res­taurara las relaciones que Jacob necesitaba desespe­radamente. Hoy veremos otros que todos enfrentamos en nuestras vidas. Todos están arraigados en el temor.

1. El Gigante de la Ansiedad.

Algunas personas enfrentan un gigante llamado ansiedad. Sufren ataques de ansiedad con regularidad: se quedan sin aliento y sudan frío. Otros viven constantemente preocupa­dos y temerosos. Han caído tan profundamente en el hábi­to y el patrón de preocuparse que no se sienten bien si no están preocupados por algo. Están nerviosos por todo. La ansiedad es un gigante y muchos están atrapados en sus garras.

2. El Gigante de la Rebelión.

El gigante de la rebelión nos captura cuando endurecemos nuestro corazón y nuestra mente para hacer algo que sabe­mos que está mal. Vamos de un acto de rebeldía a otro, y en este proceso, pasamos de un gigante a otro. Esto produ­ce mucha culpa, porque nos negamos a hacer lo que sabe­mos que es correcto.

3. El Gigante del Desaliento.

Un ciclo de fracasos repetidos puede convertirse en un gi­gante en nuestras vidas. Finalmente, nos sentimos atrapa­dos por el fracaso. Parece que trabajamos día y noche pero nunca progresamos. Antes de que nos demos cuenta, esta­mos en las garras del gigante del desaliento, con una pila de años de fracasos aplastándonos.

4. El Gigante de la Pobreza.

Cuan­do nuestras obligaciones exceden a nuestros recursos, esta­mos en pobreza. Esta situación no se limita al dinero. La pobreza es una forma de pensar. Implica creer que nunca tendremos lo suficiente, nunca ganaremos lo suficiente co­mo para pagar la deuda, nunca podremos sostenernos eco­nómicamente, nunca podremos ordenar nuestros hábitos de dar y recibir. También hay pobreza en la falta de infor­mación, falta de amor y afecto, o falta de capacidad.

Haz una línea que una los gigantes en la columna iz­quierda con las definiciones correctas en la columna derecha.

ansiedad                 mentalidad de “no tengo”

rebelión                  atrapado por el fracaso

pobreza                   estoy equivocado, pero continúo haciéndolo

desaliento              preocupación

5. Una Misión Para Cumplir.

Cuando nos encontramos en las garras de gigantes como estos, lo más sabio será hacer lo que hizo Jacob: entregar­nos total y completamente al Señor y decirle:

A. “Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac,… que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien…” (Génesis 32:9-10).  Jacob vino al Señor con gratitud por lo que Dios había hecho por él. Se concentró en lo que Dios le había provisto en el pasa­do, no en su temor o su sensación de incapacidad. Cuando enfrentamos un gi­gante, lo mejor es recordar cómo el Señor nos ha pro­visto en el pasado.

B. “Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la ma­no de Esaú, porque le temo…” (Génesis 32:11). Jacob expresó su temor al Señor. Verbalizó sus sentimientos y pidió ayuda al Se­ñor. No temas admitir tu debili­dad o las cosas que sientes ante el Señor.

C. “Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia se­rá como la arena del mar…” (Génesis 32:12). Jacob le recordó al Señor (y se recordó a sí mismo) las promesas de Dios. Puso su vista en el futu­ro, no en el pasado ni en el presente. Cada una de estas oraciones le fue contestada. El Señor continuó prosperando a Jacob. Lo libró. Lo multiplicó. Ja­cob convirtió su temor en fe… ¡y mira lo que hizo Dios!

¿Hay algo que el Señor te ha pedido que hagas? ¿Hay algo que te ha prometido? La Palabra de Dios está llena de mandamientos y promesas. Tómalas como al­go personal, reconociendo que se aplican a tu vida. Dios provee lo que necesitamos para hacer lo que él nos pide. En este día, considera que tienes orden de marchar de par­te de Dios, y piensa cuál es la provisión que necesitas para cumplirla. Entrega a Dios tu temor y deja que use tu fe en él para bendecirte.

Recuérdate que el Señor te ha pedido que realices una acción en particular. Recuérdate que el Señor ha prometido cuidarte. Pídele que te dé la valentía y la paz necesarias para cumplir la tarea que de­bes realizar.

Enfrenta a tu gigante. Hazlo sin demora. Si no confron­tamos a nuestros gigantes inmediatamente, deberemos en­frentarlos otra vez a menos que Dios los quite de nuestras vidas. El Señor honra nuestra obediencia y valentía cuando enfrentamos a nuestros gigantes.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

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