El Mito del Consumidor.
¡No, hombre! Él lo tenía todo. Mi amigo Ricardo dejó la secundaria. No porque no pudiera con ella, sino porque Ricardo sabía ganar mucho dinero sin necesidad de un diploma. Dejó el apestoso salón de clases para irse a un trabajo en una fábrica que pagaba muy buen sueldo para un chico de 16 años.
El trabajo le dio a Ricardo la clase de poder de compra que ya quisiera yo tener para un día de fiestas. Se compró un carro para andar de arriba a abajo. Un jet-sky para «volar» sobre la nieve y hasta una lancha para cruzar el lago como una flecha.
Tengo que reconocer que al principio lo envidiaba. Después, la fábrica lo despidió y su salario se evaporó. Ricardo perdió todo; el jet-sky para la nieve, la lancha y hasta el carro. Lo peor de todo es que su vida se desmoronó y perdió significado. Estaba tan ocupado acumulando posesiones que «tener más y más» se convirtió en el propósito de su vida. No bien había comprado la lancha, cuando ya estaba planeando su próxima compra. Ricardo había entrado a formar parte de los que creen en el mito del consumidor, es decir, la felicidad se obtiene comprando las cosas adecuadas y en cantidades suficientes.
A todos nos «pega» tarde o temprano. Amos, un chico de 8º año, me dijo recientemente que no sabía qué carrera iba a escoger, pero tenía que ser una que le diera mucho dinero, un coche deportivo y un departamento en lo mejor de la ciudad.
La industria de la publicidad existe para promover este mito. La televisión, la radio y las revistas te dicen una y otra vez cuáles son las cosas sin las que no puedes vivir: Calvin Klein, la modelo de la portada, Adidas, Sony, Playstation, Iphone, la Tablet, Blackberry, grabadoras, reproductoras de DVD, cámaras digitales y MTV. Los publicistas trabajan duro para convencerte de que tener y obtener ciertas cosas es el camino hacia la felicidad.
Pero ¿cuánto dinero se necesita para ser feliz? ¿Qué clase de auto es el que realmente te llena? Si ahora mismo tuvieras todo lo que desearas, simplemente dirías: «Bueno, lo tengo todo», o ¿comenzarías una nueva lista de deseos?
La espada del Espíritu, la Palabra de Dios, expone el mito del consumidor como la mentira que es. Lucas registró la advertencia de Jesús en Lucas 12.15.
Pablo, en su carta a los Filipenses, parece un hombre que ya «llegó al máximo». Cualquier cosa que se requiriese para ser feliz, este socio la tenía. Él decía: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!» (Filipenses 4.4). No sólo eso, sino que en su breve carta a los cristianos de Filipos menciona «gozo» o «regocijar» 17 veces. Pablo «tenía de todo».
Un momentito. Un vistazo al primer capítulo revela que Pablo estaba en prisión cuando escribió todas esas cosas acerca del gozo y la felicidad (versículos 12-14). Conforme a nuestra manera de ver las cosas, él no tenía nada. No tenía un reloj de marca, sus pantalones no eran de marca. Ni siquiera su Walkman. Pero era feliz. Mira lo que él dice en Filipenses 4.11-13.
La felicidad no depende de las posesiones. De hecho, el verdadero gozo es totalmente independiente de las cosas externas. La razón por la que un cristiano puede estar gozoso sin importar pobreza o riqueza, tormentas marítimas o navegación tranquila, es algo interno, una realidad y paz internas que sólo vienen de Jesucristo.
Ejercicio.
Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito del consumidor con este ejercicio.
Lee 1 Timoteo 6.9. ¿Qué dice acerca del mito del consumidor?
Lee 1 Timoteo 6.3-5. Pablo habla en estos versículos del hombre que cree que el bien será remunerado financieramente. Pablo contrasta esto con otra actitud en el versículo 6. ¿Qué es lo que dice que será la verdadera «gran ganancia»?
Lee Hebreos 13:5. Este versículo cita una razón para estar contentos con lo que tenemos. ¿Qué es? ¿Qué tiene que ver la presencia de Dios con el estar contentos?
Lee Lucas 6.38. ¿Qué dice Jesús en este versículo acerca de la avaricia? ¿Generosidad? ¿Está hablando acerca de algo más que de dinero? Ahora, haz una lista de lo que crees que necesitas para ser feliz. Sé honesto. ¿Cuánto de ello cuesta dinero?
Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”
Por J. McDowell y B. Hostetler