SEMANA 6. ESTUDIO 2.

Un gigante no sólo es necesariamente una persona, situación o problema cuyo propósito es destruirte. Un gigante puede ser algo que te detiene o es obstáculo para tu progreso.

Cuatro Clases de Trampas de Arena.

De la misma forma que una trampa de arena es un obstá­culo para la persona que juega al golf, las trampas de are­na de la vida pueden hacerte daño. Estas trampas se pre­sentan en cuatro variedades, como mínimo:

Trampa de Arena Nº 1: Pequeñas Dificultades.

Algunas de las trampas de arena de la vida son pequeñas dificultades; esa tarea de matemáticas que no esperabas, un neumático pinchado, ese dolor de muelas, una molesta gripe (algunas veces las gripes parecen ser dificultades «no tan pequeñas»). Necesitamos aprender a sobrellevar estas cosas para evitar las trampas de arena. Esto significa poder manejar la situación, resolverla o soportarla.

Estas dificultades son como gigantes que vienen a hacer ruido a tu puerta pero no tienen poder para echarla abajo y destruirte, a menos que tú los invites a entrar y quedarse un rato. Asegúrate de que tu casa esté hecha de ladrillos. La paja y las ramas son materiales de una mentalidad de langosta.

Para sobrellevar con éxito estas pequeñas dificultades, es necesario:

  • Mantener una actitud de que «todo saldrá bien».
  • Negarse a ceder a emociones y pensamientos negativos.
  • Poner el pasado detrás de ti.
  • Mantenerse activo.

Trampa de Arena Nº 2: Desorganización.

Algunas veces nos embrollamos porque hemos dejado que las cosas se salgan fuera de control. Nuestros planes, nues­tro entorno, nuestro tiempo, nuestros recursos, y nuestras vidas mismas, no están bien organizadas y, por lo tanto, no sabemos en qué dirección ir. En esos momentos somos vulnérables a los ataques de los gigantes. Es difícil vencer a un gigante si estamos varados en la trampa de arena de la con­fusión y el desorden.

Trampa de Arena Nº 3: Malos Hábitos.

Casi todos tenemos uno o más malos hábitos que nos de­ tienen, nos hacen tropezar o nos impiden alcanzar nuestro potencial a pleno. Si no enfrentamos los malos hábitos y los vencemos, pueden convertirse en adicciones, obsesio­nes o enfermedades.

Haz una lista de los hábitos que deseas romper. Al hacer­lo, estás enfrentándolos. Admite que no sólo tú tienes ese hábito, sino que el hábito te tiene a ti.

Haz una segunda lista, de hábitos que deseas tener. En la medida de lo posible, compárala con la anterior.

Intenta romper un mal hábito a la vez. Si intentas cam­biar toda tu vida al mismo tiempo, pronto te sentirás desa­lentado y te darás por vencido.

Intenta comprender qué motiva ese comportamiento. Busca la razón básica por la que haces lo que haces.

Si necesitas ayuda para romper ese hábito, pídela. Si ne­cesitas ayuda profesional en una determinada área, pídela.

Sustituye el mal hábito por uno bueno. Utiliza las dos lis­tas que has confeccionado. Al romper un mal hábito, in­mediatamente sustitúyelo por uno bueno.

Fija metas pequeñas, y que la meta mayor sea la ruptura del hábito.

Recompénsate. Elige una recompensa que sea positiva y fortalezca tu nuevo estilo de vida libre.

Aléjate de situaciones que puedan presentar la tentación de volver al viejo hábito. Ora pidiendo a Dios que te libre del mal, y que no permita que te acerques a las cosas, per­sonas o lugares que pueden hacerte caer en tentación. Los malos hábitos son trampas de arena. Sal de ellos lo antes posible.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

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