Pasaje bíblico: Números 22 al 24.

Idea principal

Balaam es presentado como un hombre que ante las oportunidades y las presiones siempre buscó la aprobación y la voluntad de Dios.

Desarrollo

Balaam es uno de esos personajes desconcertantes que pueblan las páginas del antiguo testamento. No tenemos demasiada información acerca de él. En las escrituras se nos indica algo acerca de su genealogía -se nos dice que era hijo de Beor- y también del lugar donde vivía -Petor, junto al río Éufrates, en el país de Amav- y a qué se dedicaba -todo parece indicar que Balaam era una especie de profeta profesional y que se dedicaba a bendecir y maldecir a la gente- a juzgar por lo que señala el pasaje debía tener bastante éxito en su trabajo y era considerado como un reputado profesional de su ramo. Como profesional recibió un encargo de parte del rey de Balac, por aquel entonces rey de Moab. Balac era conocedor de cómo los israelitas, gracias a la ayuda del Señor, iban acabando con sus enemigos y, por tanto, tuvo miedo y decidió contratar los servicios de Balaam para que éste pudiera maldecir al pueblo y Balac pudiera estar en condiciones de derrotarlo.

La oferta profesional que recibió Balaam era muy buena, le representaba una buena ganancia económica, un aumento de su fama y posiblemente un incremento de su influencia política. Era una oportunidad profesional que no podía pasar por alto. El texto bíblico nos dice que se le prometieron todo tipo de honores -influencia política y social- y riquezas -aumento de su estatus económico.

Hay un rasgo interesante en la forma de proceder de Balaam, un rasgo que destaca a pesar de la falta de información que tenemos acerca de él. Nos dice la escritura que ante tamaña oferta, tan interesante y provechosa, Balaam decidió que debía consultar con el Señor y ver qué opinaba él al respecto (22:8). La respuesta del Señor fue negativa al respecto (22:12) y así se lo comunicó Balaam a los enviados del monarca moabita. Balaam rechazó una buena oportunidad y oferta profesional por seguir los dictados de Dios. Pero Balac no se dio por vencido y envió una segunda embajada para buscar los servicios profesionales de Balaam. Es interesante la forma en que éste responde, veamos literalmente el pasaje: «aunque Balac me diera todo el oro y la plata que caben en su palacio, yo no podría hacer nada, ni grande ni pequeño, que fuera contra las órdenes del Señor mi Dios»

Hay cosas que llaman realmente la atención en este pasaje. Primera, Balaam reconoce al Dios de Israel como su Señor y su Dios. Segunda, explica claramente que no hará nada que vaya en contra de su voluntad aunque ello suponga una buena ganancia económica y profesional. Por tanto, decide consultar de nuevo al Señor (22:18 y 19) y seguir sus directrices.

De camino a su encuentro con Balac acontece el extraño episodio de su burra que en mitad del camino se puso a hablar y del ángel del Señor que intentó acabar con él. De nuevo Balaam humildemente está dispuesto a seguir los dictados del Señor. Otro rasgo interesante de este personaje fue su honestidad en sus tratos con Balac. Siempre manifestó que tan sólo haría aquello que Dios le mandara y que no estaba en condiciones de actuar en contra de la voluntad de Dios a quien obedecía.

Resulta interesante que Balaam supiera buscar la voluntad de Dios y mantenerse fiel a la misma a pesar de las presiones que recibió en sentido contrario y, a pesar, de que seguir la voluntad de Dios le significó perder buenas oportunidades personales y profesionales y también enfrentarse a un riesgo personal ya que no sólo no maldijo a Israel, sino que en presencia de quien lo había contratado, Balac, bendijo repetidamente al pueblo de Israel.

No podemos obviar ni dejar de valorar estos rasgos del carácter de Balaam que aparecen en el relato del libro de Números, sin embargo, en el capítulo 31 del mismo libro parece indicar que Balaam fue muerto por orden de Dios (véase el versículo 8) y en el nuevo testamento, a pesar de todo lo que hemos leído en estos episodios, se nos hace una descripción muy negativa de Balaam y es puesto como un mal ejemplo para los creyentes (2 pedro 2:15 y 16; judas 11)

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