Continuemos.

No internalices automáticamen­te las acciones de otra persona dándoles un significado de rechazo. Reconoce que no a todos les gustarán todos los demás. Aprende a acompañar el movimiento del golpe. Pe­ro no te salgas del cuadrilátero.

Dios nos da la oportunidad de elegir en cuanto a la vida eterna. Dios es el único Juez Justo. ¿Has tomado la deci­sión de seguir a Dios? Si no lo has hecho, regresa AQUÍ y confía en Cristo para tu salvación. Si ya has confiado en Cristo para ser salvo, pero has estado luchando (y muchas veces, fallando) por tomar las decisio­nes correctas, ora de esta manera:

Señor, sé que me he puesto a mí mismo en el trono de mi vida, y esto me hizo pecar contra ti. Gracias por perdo­nar mis pecados por medio de la muerte de Cristo en la cruz, por mí. Te invito a tomar mi lugar en el trono de mi vida, y ser Señor de ella. Ayúdame a someterme a tus cami­nos y tomar las decisiones correctas. Amén.

Golpe Nº 3: Falsas Acusaciones.

Algunas veces otras personas nos acusarán falsamente. Je­sús dijo que cuando se produce esta clase de persecución por causa de su nombre, debemos regocijarnos. Cuando seas falsamente acusado por tu fe o acusado por lo que crees que es la verdad, recibe el golpe y acompaña el movi­miento. Dios tiene una recompensa para ti.

Eso no significa que no debes esforzarte por limpiar tu nombre. Pero es mejor ser fiel a tu camino que apartarte por los muchos senderos de la autodefensa. Sólo asegúrate de no estar provocando las acusaciones. Finalmente, debemos confiar en el Señor que el bien prevalecerá, y que él será nuestro Libertador y Defensor. Si en tu camino se cruzan falsas acusaciones, continúa dicien­do y haciendo lo que sabes que es correcto.

Golpe Nº 4: Acciones Deliberadas Destinadas a Destruirte.

Si alguien verdaderamente quiere destruirte, es casi seguro que encontrará la forma de hacerlo. Cuando alguien viene a quitarte algo, «acompañar el golpe» puede significar dar­les lo que desean y alejarte. No es necesariamente lo que debes hacer en todos los casos. Pero sí lo es en muchos de ellos. Algunas veces, recibir el golpe significa un «nocaut» en la pelea de ese día. ¡Si ese es el caso, espera con expec­tativa el momento en que puedas volver al cuadrilátero y dar el próximo golpe!

Dios sabe que estás recibiendo un golpe cada vez que te atacan. Si él no interviene para librarte inmediatamente, haz una pausa y considera la posibilidad de que quizá él es­tá permitiendo que lo sufras por alguna razón; y que esa razón es para tu bien. Dios tiene una razón para permitir que sufras un golpe. Seguramente tiene una maravillosa recompensa esperándote. Ten esa recompensa en mente. Quizá veas las estrellas cuando recibas un golpe, ¡pero con­céntrate en las estrellas que brillarán en tu corona celes­tial!

Lee 1 Corintios 3:14 y Mateo 6:4. Reescribe los versículos en tus propias palabras. ¿Qué dicen estos pa­sajes sobre las recompensas?

Lee las maravillosas promesas que el Señor hace a los vencedores en los siguientes versículos: Apocalipsis 2:7, 11, 3:5 y 21. Haz una lista de las recompensas mencionadas en el espacio a continuación.

Sí, ¡nos espera una recompensa! ¡Y vale la pena recibir algunos golpes por ella! Somos llamados a ser personas ca­paces de recibir un golpe pero continuar en la pelea, hasta llegar a la campana final. No importa cuán grande sea el gigante contra el cual luchamos.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

Lee El Cuarto Estudio de la Sexta Semana

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