Idea principal

Abraham ilustra la idea de caminar por fe, de vivir por fe confiando en el carácter y las promesas de dios y no en las percepciones sensoriales, las circunstancias o la razón.

Desarrollo

Vivir por fe es tener un estilo de vida que se caracteriza por la confianza en Dios y sus promesas.

El conocimiento de Dios, un conocimiento vivo y experimental, precede a toda confianza en Dios y su palabra dada.

Dios certifica y garantiza su palabra con su propia personalidad y carácter. Por tanto, el conocimiento de dios es la base de toda confianza en él.

Vivir por fe significa, en muchas ocasiones, vivir en contra de todo pronóstico objetivo. Significa ir en contra de la realidad objetiva, es decir de aquello que perciben nuestros sentidos. Una buena parte de nuestra concepción o idea de la realidad viene dada por los estímulos, información y experiencias que captamos a través de nuestros sentidos. No es infrecuente que las promesas y la palabra de dios dada choquen con aquello que percibimos a través de nuestros sentidos. Es decir, se produce un choque entre la realidad de Dios y la realidad de este mundo, una se percibe por fe, la otra por los sentidos.

Significa ir contra las circunstancias. Las circunstancias que vivimos y experimentamos pueden enviarnos mensajes y pueden invitar a una interpretación de las mismas que sea, no solamente contradictoria, sino opuesta a la promesa por Dios dada. Dios dice algo pero las circunstancias nos indican de forma clara y meridiana todo lo contrario.

Significa ir contra nuestras proyecciones mentales. En ocasiones el presente puede parecer enfrentado con la realidad vista desde la perspectiva de Dios. Sin embargo, podemos proyectarnos en el futuro y nuestra mente puede imaginar una evolución de las circunstancias, relaciones y personas que permitan que eventualmente pueda darse, cumplirse y manifestarse una promesa o palabra dada por Dios.

Es más fácil andar por fe cuando somos capaces de imaginar nuevos escenarios donde las promesas puedan llevarse a cabo. Ahora bien, no siempre eso es posible. A menudo caminar por fe significa ir contra nuestras proyecciones mentales porque nuestra mente es incapaz de prever, visualizar o crear una perspectiva de futuro donde la promesa o palabra de Dios pueda darse y tomar lugar. Entonces sólo podemos caminar por fe, no podemos recurrir a la vista (suena paulino ¿verdad?) Ni física, ni mental para guiar nuestros pasos.

Abraham experimentó todas estas situaciones y supo caminar por fe en medio de ellas. La historia de este patriarca es bien conocida y corre a lo largo de los capítulos 12 al 25 del libro de génesis. Pablo, tanto en romanos como en gálatas hace mención en varias ocasiones a su vivir por fe. Pero es en hebreos capítulo 11 donde se nos dicen varios detalles interesantes sobre su vivir confiando en Dios.

Abraham por fe -confianza- obedeció y salió de su tierra sin saber a dónde iba, es decir, dejó estabilidad y seguridad por una aventura incierta y desconocida. En el momento de su partida él carecía de información sobre su destino final.

Se movió, por tanto, por confianza, no por una comprensión mental y racional de las implicaciones. Tampoco pudo sopesar las ganancias que aquello le reportaría ni pudo imaginar escenarios ni proyecciones mentales que pudieran facilitar su toma de decisiones y su caminar confiando en obediencia a Dios.

Fue totalmente una cuestión de confianza en la palabra dada.

Abraham por fe -confianza- vivió como un extranjero en la tierra concedida, Abraham creyó que poseería una tierra que nunca poseyó, ni él ni su hijo, ni sus nietos.

Todo aquello sucedió varias generaciones después.

Abraham creyó en la promesa de que poseería la tierra cuando ni siquiera tenía hijos que pudieran hacer cierta la promesa.

Abraham confió en Dios cuando la razón, las circunstancias y sus posibles proyecciones mentales le indicaban que todo aquello carecía de sentido y no había forma humana de que pudiera realizarse.

Abraham por fe -confianza- recibió fuerzas para ser padre. Sara era estéril y, además, ni siquiera estaba ya en la edad de tener menstruaciones. Abraham era demasiado viejo para que su cuerpo pudiera procrear, sin embargo creyó en Dios a pesar de que la razón, toda lógica y toda esperanza apuntaban en el sentido y la dirección totalmente contraria.

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