Continuemos.
A veces nosotros mismos arruinamos la obra de Dios: comiendo como descontrolados, o no comiendo nada. Fumando, tomando alcohol desde muy chicos. Con drogas, sin hacer ejercicios. Haciendo desarreglos, durmiendo mal, etc. Pero la verdad es que Dios no se equivocó al formarnos. Él nos hizo bien.
La tristeza, la amargura, la depresión, la bronca, los resentimientos, arruinan nuestro semblante. Nuestra cara se oscurece, se demacra, aparecen arrugas, ojeras. Pero cuando vivimos llenos del gozo del Señor nuestra cara se embellece. La alegría que viene de Dios, junto con su paz nos hermosea. Alaba al Señor por ser su creación.
“Señor, me creaste así, y porque vos me hiciste y me aceptas así, yo me acepto a mi mismo. Y te agradezco por estas partes de mi cuerpo (menciónalas específicamente) que nunca me han gustado. Y perdóname por estar comparándome con otros. Gracias por cómo soy físicamente. Gracias por cómo me hiciste».
H. Soy un hijo GUARDADO POR DIOS. (Judas 24, Juan 5:18, 17:11, 2º Tes. 3:3).
¿Por qué vivimos hasta el día de hoy? Porque Dios nos ha guardado.
¿De cuántos peligros o riesgos nos salvó el Señor? No lo sabemos y ni siquiera podemos imaginarlo. Cada día somos guardados y protegidos por su poder.
Él está a nuestro lado defendiéndonos, librándonos del maligno. Podés clamar: “Señor, libráme del maligno y de los malos”. Y allí está tu Papá, protegiéndote, mandando sus ángeles para tu cuidado.
“¡Gracias papá! porque me guardas cada día. Porque cada día te ocupas de mí”.
I. Soy un hijo LLAMADO POR DIOS. (Romanos 8:30).
¿Te acordás del día en que alguien se acercó a vos para hablarte de Jesucristo? Y a través de esa persona te acercaste a Dios y lo conociste. Dios la usó para llamarte. Él te llamó y vos le respondiste arrepintiéndote y recibiéndole en tu vida.
¿Para qué me llamo el Señor? Encontrá las respuestas en los siguientes pasajes: Ro.1:6-7, Gál.5:13, 1º Ts.2:12, 4:7, 1º Tim.6:12, 1º P.3:9. Todas estas son excelentes razones para que alabés al Señor por haberte llamado.
J. Soy un hijo JUSTIFICADO POR DIOS. (Romanos 5:1, 8:30, 33).
Hay oportunidades en la que confesás tu pecado y te apartas de él, pero seguís sintiéndote culpable, como si no estuvieras realmente con Dios. ¡Despertá! Es Satanás quién te está condenando. Sus mentiras te están haciendo sentir culpable y te condenas a vos mismo por lo que pasó. ¡Pero el Señor te justifica! Él te ha declarado justo, no condenado.
¿Qué dicen Isaías 43:25 y Miqueas 7:19? Si confesaste tu pecado y te apartaste de él ¡ya estás limpio y perdonado! ¡Alaba al Señor por esto en vez de seguir creyendo la mentira de Satanás!
Necesitamos mejorar, necesitamos crecer en la vida espiritual, sin embargo Dios está contento con nosotros, pero para el diablo todo lo que hagamos estará mal. Y él tratará de hacernos sentir mal en todo momento, pero no lo escuches. ¡Escuchá a Jesús! ¡Él es nuestra justicia!
Decíle hoy al Señor: “Te alabo Dios mío porque me has hecho justo. Me has librado de la condenación, me has perdonado de todo pecado. Te alabo porque Jesús es mi justicia. Y en tu nombre rechazo toda acusación mentirosa de Satanás y toda culpa falsa”.
K. Soy un hijo RENACIDO POR DIOS. (Juan 3:3 y 1º Pedro 1:23).
El día que recibiste a Cristo en tu vida naciste de nuevo. Recibiste el valioso don de una nueva vida llena de posibilidades y experiencias nuevas. Podés vivir de otra manera en Cristo porque “las cosas viejas pasaron y ahora todas son hechas nuevas” (2º Corintios 5:17). Tenés vida, una vida nueva por toda la eternidad ¡Gracias Papá!
L. Soy un hijo CAPACITADO POR DIOS. (Efesios 2:10, 1º Co.12:7, 2º Co.3:6).
Desde el día que recibiste a Cristo el Espíritu Santo te CAPACITO con dones. Los dones son capacidades espirituales con las cuales servimos a Jesús, pero, además, él preparó buenas obras en las cuales ocuparnos para servirlo por amor. ¡No sos un inútil! ¡No sos incapaz! Dios, por medio del Espíritu Santo, te ve capaz de hacer cosas que lo honren y que también edifiquen a tus hermanos.
“¡Gracias Papá! por los dones que me diste. Gracias por hacerme capaz y útil para tu gloria!”
M. Soy un hijo SANTIFICADO POR DIOS. (1º Corintios 1:2, 6:11, Filipenses 1:1, Colosenses 1:2 y Judas 1).
- Santificar significa apartar y consagrar.
- Apartar o separar del mundo, del pecado y de Satanás.
- Consagrar para Dios.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Verdades Que Sanan”
Por Edgardo Tosoni
Lee 14 Verdades Sobre Nuestra Identidad 3
COMPRA Verdades Que Sanan Edición Revisada y Ampliada, haciendo CLICK AQUÍ.