Texto: NÚMEROS 32 (leer con Biblia a mano)

PATEANDO EN CONTRA DE LOS DESEOS DE DIOS.
El deseo de Dios para el pueblo de Israel era introducirlos en la tierra prometida. Darles una nueva tierra por heredad y bendecirlos. Sin embargo dos tribus y media patearon en contra del deseo de Dios.
“¿Y cómo es posible?”
Fácil. Eligieron sus propios deseos y dejaron en segundo lugar el deseo de Dios.
“¿Y es malo elegir algo según nuestros gustos y deseos?”
Depende. A veces sí es malo porque el deseo es malo y va directamente en contra de la santidad de Dios. Otras veces el deseo es bueno y sano, sin embargo, por no ser ni el momento ni el tiempo para satisfacerlo, las consecuencias son negativas y dolorosas.
En otras situaciones el deseo es correcto, y es el momento correcto para realizarlo, pero aún así no es lo mejor que Dios quiere para nosotros. Que algo sea bueno y sano no significa que sea lo mejor para nuestras vidas.
Veamos la historia de hoy para entenderlo mejor.

UN DESEO “BUENO Y SANO”, PERO NO EL MEJOR…
¿Qué deseaban las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés? ¿Y por qué? (vs.1-5)
Aquí no hay nada de malo, al contrario. Es un pedido lógico y razonable: si tienen muchísimo ganado, qué mejor que poseer una tierra abundante en pastizales. Y además, varias de esas aldeas/ciudades ya habían sido conquistadas. Es un lugar “ideal” para vivir… ¡Todo bien! salvo por un importantísimo detalle: esas tierras estaban de éste lado del Jordán, no pertenecían a la tierra prometida.

¿Qué les responde Moisés y por qué? (vs.6-15)
Moisés se re-enoja porque percibe la misma rebeldía y terquedad que 40 años atrás había condenado al pueblo a vagar por el desierto.
Dios quiere algo para ellos, pero ellos quieren otra cosa.
Ellos se engancharon con lo bueno y dejó de importarles lo mejor.
Es como cuando te re-metes con un chico o una chica que te gusta mucho. Tal vez sea un pibe buenísimo, tal vez sea una piba genial, pero en el momento no ves un montón de cosas (actitudes, reacciones, manera de pensar, etc.), que la/lo convierten en alguien “bueno” pero no en la mejor o el mejor candidato. Sin embargo, no te importa nada, solo estar con él/ella porque tus deseos van a mil, y seguramente en esta, Dios se “equivoca”.

Ante el enojo de Moisés, ¿qué argumentan ellos? (vs.16-19)
No es la respuesta que Moisés esperaba ni la que Dios quería. Pero Dios respeta nuestras decisiones aunque no las apruebe, aunque no sea lo mejor para nosotros.
Ante la determinación de ellos, ¿qué les dice Moisés? (vs.20-24, 28-30)
¿Y qué compromiso asumen las dos tribus y media? (vs.25- 27, 31-32)

LOS PELIGROS DE LA SEPARACIÓN
A Moisés no le agradó la propuesta. Él conocía el deseo de Dios. Moisés sabia que la tierra a la que iban era muchísimo mejor que la tierra que ellos habían escogido. ¡Porque lo de Dios siempre es mejor! Sin embargo, por su terquedad, Dios les concedió lo que deseaban.
Lo que las dos tribus y media no consideraron fueron los peligros de la separación y las graves consecuencias que les traería en el futuro.
Cuando ellos cruzaran a pelear junto al resto de Israel, sus propias familias quedarían solas durante largos meses. Separación.
Estas tribus quedarían aisladas del resto por cientos de kilometros. Aisladas del tabernáculo de la presencia de Dios y aisladas de la comunión con el resto de las tribus. Separación.
Ellas quedarían expuestas al constante asedio de los pueblos enemigos y a sus influencias culturales, religiosas y paganas. Separación.

Dios desea lo mejor para cada uno de nosotros. Y lo desea porque nos ama profundamente. Sus deseos son lo mejor para nosotros. Su deseo no es la separación sino la unidad, no es que vivamos lejos de su presencia sino metidos en su presencia. Él no nos quiere aislados y separados de la iglesia sino en comunión y amistad compartiendo la misma fe, el mismo servicio y el mismo propósito.
¿Cómo podemos ser tan tercos en pensar o sentir que nuestros propios deseos son mejores que los de Dios cuando ni siquiera sabemos qué va a suceder con nuestras vidas en los próximos cinco minutos?
Dios en cambio conoce el final de nuestras historias. ¿Podrá equivocarse, errarle o meter la pata en su proyecto para nuestras vidas? ¡Obvio que no!
¿Cuáles son las cosas que más deseas? ¿Es lo mismo que Dios desea?
No te encapriches con tus propios deseos. Avanza por lo mejor.

Extracto de «Serie Desafios Números» por Edgardo Tosoni


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